Construyendo lo posible: XIII Bienal de La Habana en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam

Wendy Peñalver Sánchez
15/4/2019

Desde su primera edición en el año 1984 y pese a cualquier obstáculo, la Bienal de La Habana se ha posicionado como el mayor espacio de intercambio artístico de la nación. A la altura del año 2019, este postulado se materializa con la llegada de la XIII Bienal a la capital habanera y parte de sus provincias. La premisa fundamental que mueve a los artistas, en esta ocasión, es La construcción de lo posible.

El Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam como la institución genésica de la Bienal.
Fotos: Tomada de  revista Arte por excelencias

 

Como parte del entramado de propuestas que conforman este megaevento, el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam adquiere un merecido protagonismo, al tratarse de la institución genésica de la Bienal. En sus salas quedó inaugurado el evento, el pasado 12 de abril, y permanecerá una exposición colectiva en la que se dan cita creadores de Perú, Alemania, Uruguay, Mali, Cuba, Egipto, Haití, El Salvador y México. David Beltrán (Cuba), Fernando Foglino (Uruguay), Alexia Miranda (Salvador), Tamara Campo (Cuba), Camilo Yáñez (Chile) y Abdoulaye Konaté (Mali), son solo algunos de ellos.

Le son caras a esta edición y a las propuestas presentadas en el Centro Wifredo Lam, las características que han definido a buena parte de las obras en ediciones precedentes: la mixtura en las soluciones creativas, la “precariedad” de muchos de los materiales empleados y la pieza participativa (esa que implica al espectador para su final concreción). Todo ello puesto en función del tratamiento de problemáticas o tópicos de actualidad. Tal vez radica ahí una de las principales ganancias de la Bienal, esa rica superposición de realidades que nos permite constatar que muchos de los dramas que aquejan al mundo también son los nuestros, o releer aquellos que solo nos son endémicos desde un nuevo prisma. Por difíciles que sean los tiempos que corren, saber que no estamos solos, a través del arte, es siempre un aliciente. Pero esa es solo una de las caras de la Bienal, que a la vez se objetiva en sustantivos como fiesta, comunidad, glamour, gente o mercado.

El Lam (como suele llamársele comúnmente) no presenta una muestra curatorialmente unificada bajo una línea discursiva, más bien se trata de un amplio muestrario que nos permite, en buen cubano, “saber de qué va la cosa”. La disposición fragmentada de los espacios de la institución facilita esa idea: una sala-un proyecto-un artista (o grupo de ellos). En medio de todo este mosaico (que incluye pintura, videoproyección, instalación, escultura), resultan atractivas las propuestas de Alexia Miranda y David Beltrán.

Miranda, una artista salvadoreña ampliamente experimentada en el performance, presenta la obra Tejido Colectivo, una creación instalativa que no pasa desapercibida al situarse en el patio central de la edificación. Los inmensos textiles cuelgan hasta el suelo, totalmente trenzados cual sonajeros artesanales. Para los que visiten la muestra con posterioridad, está será ya una obra terminada; sin embargo, los que acudieron el día del oppening, encontraron en plena faena a un grupo de tejedores. Alexia Miranda juega con la idea de la unidad, de lo colectivo. Ello se manifiesta desde el propio actor de tejer, que supone la imbricación de las hebras, hasta la idea misma de que la acción sea realizada por más de una mano.

El cubano David Beltrán presenta su serie Arqueología del Color, en la que el artista trabaja desde el año 2017. A partir de la técnica conocida como estratigrafía, es fotografiada una muestra microscópica del pigmento perteneciente a una obra plástica. La pintura discursa sobre sí misma en estos lienzos y nos encontramos frente a La adoración de los pastores, de El Greco; La joven de la perla, de Johannes Vermeer o El triunfo de Baco, de Diego Velázquez, desde su esencia misma que no es otra que el pigmento. Son exhibidos por Beltrán, igualmente, los procesos técnicos llevados a cabo antes de obtener el resultado final, estrategia que pondera el proceso como parte relevante de toda creación. Arte y ciencia se entrecruzan para dar vida a piezas de visualidad abstracta en la que se esconden las creaciones de los grandes maestros del arte universal.

 

Con estas propuestas del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam queda inaugurada oficialmente la XIII Bienal habanera (si bien desde el día 10 de abril comenzaron sus primeros ecos). Este punto de partida abre paso a la apertura de numerosos espacios expositivos capitalinos, al cual deben sumarse los proyectos colaterales, que dan cuenta de la creación reciente en la Isla. Asimismo, se dejan sentir las alternativas de los open studio y las propuestas dimanadas de Pinar del Río, Matanzas, Cienfuegos y Camagüey.

Es hoy el tornado de las artes, por fortuna, el que azota, transforma y sana la visualidad de la ciudad. Se acercan un poco más instituciones, artistas y público en ese inmenso empeño de, sin dejar de soñar con lo inalcanzable, intentar  “construir lo posible”.  

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