Hablar de la historia en Cuba fue el desafío del escritor, político y activista mexicano Paco Ignacio Taibo II durante un panel realizado este jueves en la Casa Benito Juárez del Centro Histórico de La Habana Vieja, sede principal de las actividades de México, país invitado de honor en la XXX Feria Internacional del Libro de La Habana. Junto a él estuvieron el literato y analista político de esa nación azteca Fabrizio Mejía Madrid, el historiador Pedro Salmerón Sanginés y el académico e investigador Felipe Ávila.

Taibo II inició el debate recalcando la necesidad de remontarse al pasado y a las raíces de cada una de las naciones de la región. “Se ha contado la historia desde varios frentes, a distancia, con reiteración y sin profundidad crítica e investigativa”.

Paco Ignacio Taibo II recalcó la idea de que la historia parte de la construcción de identidades.

Para el político mexicano, la historia de Cuba ha sido bien y mal contada, porque si bien hay investigación, interés y curiosidad, falta pensamiento crítico. “¿Dónde están los Pablo de la Torriente Brau, los narradores que hoy hacen el Realengo 18? ¿Cuándo alguien ha vuelto a las comunidades campesinas a preguntar cómo es su mundo? ¿Dónde están las sociologías, todo lo que se ha avanzado en la antropología sociocultural? No existe. Hay que lograr que generaciones nuevas busquen, aprendan y reflexionen”, insistió Taibo II a la vez que recalcó la idea de que la historia parte de la construcción de identidades.

Los panelistas coincidieron en que lo importante no es contar la historia como una acción más, sino buscar maneras creativas y diferentes para narrarla.

En su turno, Fabrizio Mejía contó varias anécdotas referentes a la historia de México. “Cuando quise escribir una novela sobre el Movimiento Estudiantil de 1968 se lo platiqué a Paco (Taibo II) y me dijo que iba a tener un problema grave con el idioma porque no había nacido en esa época. Me remonté a la película rusa El hombre de la cámara. Es un ejemplo de cómo contar la historia. No puede ser una conexión causal entre eventos, sino que debe llevar detrás una intención y una conexión temporal”.

Para Mejía, la parte más importante del tema no se trata de escribir y ampliar el conocimiento, ni hacer una narrativa sobre el tiempo, más bien se relaciona también con un afán de justicia.

Por su parte, Felipe Ávila comentó que los pueblos latinoamericanos tienen necesidad de leer y reflexionar sobre una nueva historia. “Creo que existen muchas cosas en común en nuestro pasado. El legado que hemos aprendido es una historia llena de falsedades, de mentiras, de sesgos, a partir de una ideología construida por intelectuales de los regímenes que nos han dominado. Solo en momentos luminosos algunas naciones latinoamericanas se han podido liberar de las cadenas de opresión. A partir de ese momento ha comenzado a florecer un tipo de historia nueva que cuenta lo que realmente pasó. Hay que cambiar el enfoque del estudio de esta materia y centrar la atención en los procesos sociales y las experiencias en la lucha popular”.

Los panelistas coincidieron en que lo importante no es contar la historia como una acción más, sino buscar maneras creativas y diferentes para narrarla. “Las escuelas que forman maestros que imparten la historia necesitan cursos que los enseñen cómo deben relatar determinado suceso. Hay muchas maneras de contar; no podemos seguir pensando que hacerlo parte de una investigación que después se refleja en una tesina”, señaló Taibo II.

“No puede ser buena la literatura sin una buena historia. Es una amalgama, una investigación con fuentes y rigor metodológico”.

Pedro Salmerón Sanginés consideró que el reto de los que se dedican a enseñar esta materia es escribir “una historia que refleje vidas y experiencias. Tiene que ser entendida por una niña o un niño de nueve años hasta personas adultas. Que se emocionen, interesen, entiendan y encuentren una explicación a lo que estamos contando. Pero, sobre todo, que la narrativa conecte con las personas. No puede ser buena la literatura sin una buena historia. Es una amalgama, una investigación con fuentes y rigor metodológico. El libro puede tener el andamiaje de la investigación primaria bien hecho; pero si no está bien contado, nadie lo va a leer”.

Para Fabrizio Mejía es necesario en México escribir lo que ha pasado desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador en el 2018 a la presidencia del país azteca y todos los cambios sociales que ha traído con su administración. Pero se debe contar desde la historia colectiva.

Urge cada vez más que la historia se una a una literatura bien escrita y contada, y para ello hay que recurrir obligatoriamente al arte de una buena escritura que describe emociones, narra contextos, se mete en la cabeza de los personajes y los hacer caminar.