Contar y cantar sobre la página en blanco

Liannet Gómez Abraham
2/3/2020

Dicen quienes lo conocen que es un loco apasionado de las artes: el teatro, la música, las letras. Yace en él tanta diversidad que es difícil encasillarlo en esquemas rígidos. Cuando escribe, tiene esa misma suerte; es tan volátil como terrenal.

Francisco López Sacha nació en la década del 50 del pasado siglo. Forma parte de la élite de autores que convoca especialmente la Biblioteca Nacional José Martí para participar en el conversatorio Reflexiones. Y así se hizo: de la mano de amigos y libros se homenajearon sus 70 años.

El espacio Reflexiones, en la Biblioteca Nacional José Martí, homenajeó a Francisco López Sacha por sus 70 años.
Fotos: de la autora

 

“Muy versátil. Nadie mejor que él con su oratoria enjundiosa, llena de adjetivos hermosos. Su gracia, el tono peculiar de su voz, la sapiencia, el declamador excepcional”, ese es el Sacha escritor y amigo, según lo define la narradora Laidi Fernández de Juan.

Sacha —nominado al Premio Nacional de Literatura en 1980 y en 2018— es la autenticidad personificada. A decir de Fernández de Juan, el autor tiene un gran conocimiento de dramaturgia, de guiones cinematográficos, de literatura. “Me cansé de contar cuántas veces menciona en su obra a The Beatles; a veces salpica esa fanática devoción suya por la música”, agrega.

Esa misma devoción y fidelidad por las artes lo llevaron a impartir —hace mucho tiempo ya— las clases de Historia del Teatro, en las cuales derrochaba no solo sabiduría, sino que entraba en un juego magistral con la vanguardia artística de Cuba y el mundo. “Sacha desplegaba sus dotes actorales… las clases alcanzaban otra temperatura. Muchas veces, siendo estudiantes, aprendíamos de memoria los primeros fragmentos de las novelas y textos que nos leía. Era mucha la admiración”, cuenta la teatróloga Marilyn Garbey.

Esa destreza para la oralidad también la tiene Sacha para la escritura. Sus novelas —según coinciden los panelistas— son una verdadera joya. “La novela no se lee como un informe. El lenguaje, la estructura, los personajes, todo cuanto da forma a esa masa artística, ha estado en el centro de la obra de Francisco López Sacha. Lo veo siempre con su inseparable máquina de escribir, en la que teclea la novela que está tramando”, comenta el narrador Arturo Arango.

 

Entonces, ¡llegan las anécdotas!

“Hace poco llamé por teléfono a Sacha —cerca de las nueve de la noche— para pedirle que por favor me explicara brevemente la diferencia entre el realismo mágico y lo real maravilloso. Al filo del amanecer, luego de comentar las obras de García Márquez, de Cortázar y de Alejo Carpentier, le recordé que ambos teníamos que trabajar y le pregunté que si faltaba mucho”, recuerda entre risas Fernández de Juan. “Fue tan increíble su generosa explicación que sería imposible reproducirla”.

Pero las ingeniosas experiencias que ha protagonizado este autor, o que versan en torno a él, no culminan. La dimensión humana y profesional del homenajeado va desde los más sutiles lazos hasta la evocación que deja en quienes lo conocen.

Como cuenta Marilyn Garbey, en una ocasión Graziella Pogolotti recibió una llamada de Raquel Revuelta muy preocupada porque le habían dicho que los profesores rusos volvían al ISA. La Historia del Teatro la impartiría alguien llamado Sacha — todos ríen—. La doctora le respondió: “No te preocupes, Raquel, ese ruso llamado Sacha nació en Manzanillo”.


 

Y entre la dulzura de tanta bondad reunida, del cariño y las admiraciones hacia y por Sacha, concluye el panel. En medio de valoraciones formales de lo que fue el encuentro, Sacha pide la palabra. “Le faltó acotar algo, agradecerle a alguien”, pensé.

Me equivoco. Vino ese fanatismo por The Beatles. Tomó el micrófono y empezó a cantar como solo él sabe. Sacha, además de escritor, es un cantante británico, nacido al oriente de la Isla.