Contextos y coincidencias de Tania Bruguera

Jorge Wejebe Cobo
26/2/2021

En el presente debate sobre la posición política de la artista de la plástica Tania Bruguera se suelen manejar dos enfoques. Uno de ellos parte de los que consideran que la creadora asume el enfrentamiento a la Revolución desde sus propias concepciones éticas, profesadas con independencia; punto de partida que es, cuando menos, una ingenuidad que desmienten los padres fundadores de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), quienes sustentaron como principio para sus campañas de manipulación que “el tipo de propaganda más efectiva” es aquella en la que “el sujeto se mueve en la dirección que uno quiere por razones que piensa que son propias”. (Frances Stonor Saunders: La CIA y la Guerra Fría Cultural, Editora Política, La Habana, pp. 17 y 18).

Es improbable que la artista que comparte el mismo adversario —el socialismo cubano— con la nación norteña escape de esa fuerza de gravedad hacia el control y el hegemonismo que ejercen las poderosas agencias oficiales estadounidenses en sus campañas de guerra cultural contra Cuba desde el propio triunfo de la Revolución en 1959.

“En el presente debate sobre la posición política de la artista de la plástica Tania Bruguera se suelen manejar dos enfoques”. Fotos: Internet
 

Por otro lado, juzgar a la artista y etiquetarla, sin más, como el Frankenstein creado por las agencias oficiales de Estados Unidos es una simplificación que no contribuye al análisis y denuncia de la compleja operatoria de las acciones contra la cultura nacional que realizan los órganos de subversión estadounidenses contra la Isla. 

Formación en Cuba y Estados Unidos

Tania Bruguera egresó de la Academia San Alejandro y de la Universidad de las Artes (ISA) y transitó con éxito por el sistema institucional —también creado por la Revolución—, el cual le facilitó su proyección internacional, básicamente en la Bienal de La Habana, espacio que la dio a conocer en los circuitos internacionales del arte contemporáneo desde la década de 1990.

Se convirtió en una figura del performance y se especializó en sus orígenes y sus tendencias y aplicación renovadoras; conocimientos que impartió como profesora en el ISA al frente de la Cátedra de la Conducta, creada bajo su iniciativa. Además, fue laureada en 2001 con la Distinción por la Cultura Nacional, que entrega el Ministerio de Cultura de Cuba (MINCULT).

Su proyecto de vida lo dividió entre largas estancias en Estados Unidos y la continuación de su vida artística en la Isla y sus clases en el ISA, sin ser afectada por las limitaciones impuestas por Estados Unidos al intercambio cultural entre ambas naciones, sobre todo durante las administraciones del presidente George W. Bush.

En ese contexto de inicios de este siglo, sus performances críticos, al margen de algunas incomprensiones puntuales, no fueron enfrentados por campañas de persecución institucionales que rememoraran una especie de resurrección del realismo socialista sepultado años atrás junto con los restos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, como hubieran querido algunos veteranos de las victoriosas cruzadas culturales contra el socialismo real europeo. Para entonces, en su país la artista tendría garantizada una larga carrera hasta la madurez y más allá, divulgando y ejerciendo el arte conceptual. Como se demostró, ese destino no estaba dentro de sus planes.

¿Rompimiento inducido?

Tania participó durante la Décima Bienal de La Habana (2009) en el Centro Wifredo Lam con la obra “El susurro de Tatlin”. Como es habitual, la institución apoyó la producción, que incluyó el préstamo o contratación de una tribuna oficial de las utilizadas en los grandes actos del país, que sería el centro del simbolismo inverso que la artista imprimió al proyecto. 

Esta vez no se embarcó en exposiciones de metáforas más o menos implícitas, y convirtió literalmente el espacio del Wifredo Lam en retablo para que miembros de organizaciones contrarrevolucionarias atacaran el proceso revolucionario, como oradores desde el estrado alegórico, con la complacencia de un grupo de estudiantes y jóvenes artistas que participaron en la acción; hecho que anticipó el plantón frente al MINCULT once años después, el 27 de noviembre de 2020.

Bruguera realizó su intervención, enmarcada en un período muy sensible que empezó el 30 de julio de 2006, al anunciarse la grave enfermedad del máximo líder cubano Fidel Castro y su alejamiento del poder, lo que puso a prueba el corolario de la política de Estados Unidos contra Cuba. En ese momento el imperio aseguraba que, en esas condiciones, era inevitable que comenzara la cuenta regresiva de la Revolución, lo cual constituyó un desafío para la comunidad de Inteligencia de Estados Unidos, dispuesta a no esperar con los brazos cruzados.

Las provocaciones se comenzaron a forzar el mismo 30 de julio, cuando unos  diplomáticos espías de la embajada estadounidense en La Habana recurrieron al líder de un grupo de jóvenes intelectuales, el escritor y profesor Raúl Capote —en realidad agente de la seguridad cubana— para que se lanzara a la calle y moviera su organización, junto a los grupúsculos, hacia la confrontación en el sector cultural, estudiantil y profesional, y así desestabilizar la sociedad por medio de una línea de actuación tomada al pie de la letra de los manuales de las llamadas “revoluciones de colores”.

Revolución de colores en Jibacoa

Mientras que el “susurro” terminaba en escándalo mediático, otra alucinante operación avanzaba secretamente desde 2006 bajo la dirección de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), instrumento de la CIA. Montada sobre un festival musical anual realizado en la zona de la playa Jibacoa, con el nombre de La Rotilla, esta implicaría a sectores de la juventud en una sublevación antisocialista con la colaboración directa de activistas serbios y enviados estadounidenses y latinoamericanos, quienes en el terreno intentaron incitar otra movida contrarrevolucionaria desde el evento, para lo cual compraron, reclutaron, confundieron y manipularon a jóvenes y artistas, incluyendo al propio líder del proyecto, el productor Michel Matos.

Los detalles de este intento fueron publicados extensamente en 2014 por una investigación de la agencia de noticias AP, de fácil consulta en Google, que se fundamentó como una crítica al mal manejo de la operación por parte de la USAID.

“Las autoridades cubanas no se dejaron provocar y el asunto solo fue expuesto en los medios de prensa nacionales, como ejemplo de los métodos de subversión estadounidenses contra la juventud cubana”.
 

Permanece la incógnita sobre esta denuncia: ¿Acaso se permitió hacer pública la investigación para que se aplicaran acciones penales contra los implicados y sirvieran como víctimas propiciatorias, tan necesarias para escalar las campañas mediáticas y operaciones agresivas? Las autoridades cubanas no se dejaron provocar y el asunto solo fue expuesto en los medios de prensa nacionales, como ejemplo de los métodos de subversión estadounidenses contra la juventud cubana.

No obstante, ese legado de acciones encubiertas no se perdió del todo, y Michel Matos repitió la experiencia como uno de los líderes fundadores del llamado Movimiento San Isidro, junto a Tania Bruguera. Ambos trasladaron a sus seguidores las prácticas de cuando el primero colaboraba con la USAID y la CIA, y fue dejado colgado de la brocha por la AP; y la segunda fungió como dama de ceremonia en aquel escándalo con tribuna incluida.

Estos tres ejemplos de intentos provocadores —“El susurro”, protagonizado por Tania; la organización del profesor Capote, y el Festival La Rotilla, de Matos— resultaron réplicas de una misma estrategia que adoptaron las agencias oficiales estadounidenses y sus subordinados de siempre, la derecha anticubana y la contrarrevolución interna.

Desde entonces, las acciones subversivas principalmente en el sector de la cultura no parecen regirse por planes de largo aliento, y son inspiradas en un febril síndrome de actuación para presentar desafíos al Estado cubano, a como dé lugar, en aras de obtener resultados en tiempo real y vía Internet y contribuir al supuesto desmontaje del sistema cubano.

A la derecha del Chevrolet de Obama

En 2014 Tania Bruguera subió nuevamente a la cresta de la ola mediática con otra versión de “El susurro de Tatlin”, pero esta vez en la Plaza de la Revolución, el 30 de diciembre de ese año; fecha para la que conminó a tomar las calles y sublevarse contra el sistema, pocos días después de hacerse públicos, el 17 de diciembre de 2014, los acuerdos del dialogo secreto entre Cuba y Estados para normalizar las relaciones bilaterales.

Fue otro proyecto de la artista que coincidió con la ultraderecha de Miami y la interna, que tildaron las conversaciones poco menos que de una traición, y ratificaron su filiación a la línea de la confrontación y el apoyo al bloqueo económico, comercial y financiero para provocar la desesperación y el hambre en el país, y como vía para la generación de disturbios sociales.

Es conocido que el presidente Barack Obama consideró obsoleta esa política y, para ese cambio de estrategia, invocó todos los métodos del llamado soft power, que se orientan esencialmente hacia el terreno de lo cultural, la propaganda y lo simbólico, en complicidad con los artistas e intelectuales afines, cambio que sorprendió a Tania Bruguera, muy comprometida ya con la vieja escuela.

Durante el corto deshielo en las relaciones Cuba-Estados Unidos se llegó en tiempo récord a la reapertura de las respectivas embajadas en Washington y La Habana. En la capital cubana, como parte de la ceremonia de la sede estadounidense, se alardeó con el uso de los símbolos y se incluyeron en performance elementos como vistosos autos Chevrolet de los últimos años del período prerrevolucionario, colocados en lugares de privilegio para las cámaras, para enaltecer la nostalgia por los “buenos tiempos” que acabaron con el triunfo de la Revolución.

El espectáculo era completado con la presencia del anciano marine, portador de la bandera estadounidense que sería izada en la sede, la misma que custodiara en el momento del rompimiento y que ahora devolvía con sus manos a su lugar original en el asta del edificio. 

“Donald Trump lo simplificó todo al ratificar la línea dura, la cual llevó a niveles sin precedentes, para satisfacción de los fósiles de Miami y sus extensiones en la Isla”.
 

Sin embargo, no hubo tiempo para muchos conflictos de intereses en Tania Bruguera, porque el sucesor de Obama en la Casa Blanca en 2017, Donald Trump, lo simplificó todo al ratificar la línea dura, la cual llevó a niveles sin precedentes, para satisfacción de los fósiles de Miami y sus extensiones en la Isla. En ese contexto, Bruguera continuó con sus acciones de influencia y promoción de organizaciones y agrupamientos llamados independientes entre jóvenes creadores, para debilitar la influencia del sistema institucional en la cultura.

En 2016 inauguró INSTAR (Instituto de Artivismo Hannah Arendt), con consignas relativas a la restauración del sistema burgués en Cuba y con el fin de cerrar filas en el espacio de la tradicional contrarrevolución organizada, atendida y dirigida por los diplomáticos estadounidenses en La Habana, aunque ella se autodenomina de izquierda.

Sin embargo, mantiene como su principal campo de acción los sectores de la joven creación cultural, donde a pesar de su radicalización logra espacios de influencia gracias a su capacidad de manipulación de problemáticas del sector, a partir de su condición de artista.

La triangulación de la Fundación Nacional para la Democracia (NED), Tania y la conexión colombiana

En 2018 la NED, otra extensión de la CIA para repartir apoyos de todo tipo a operaciones encubiertas, destinó 55 000 dólares para promover el cine independiente en Cuba, y Tania Bruguera, poco después, tomó su cheque de rebote y convocó ese mismo año a un concurso de cortometrajes, con 15 000 CUC de fondo y con el objetivo de promover también a jóvenes cineastas opuestos al sistema cubano. En consecuencia, realizó un concurso el 7 de marzo 2019 y entregó por primera vez los premios para el Audiovisual Cubano 2019, consistentes en 5 000 CUC destinados a las obras contra el sistema cubano, y anunció la celebración de eventos similares de forma anual.

Coincidentemente, en octubre de 2018 se creó el Programa Cuba de la Universidad Sergio Arboleda de Colombia, de tradición derechista y, según la página digital de esa institución, se dirigió una solicitud de colaboración a la NED “para la creación de un programa que defendiera y promoviera la libertad y la democracia en Cuba”. Esta acción fue apoyada por la mencionada institución con 85 000 dólares.

También en 2019, la Sergio Arboleda llevó adelante por primera vez un Festival de Cine por la Democracia, orientado al desarrollo de los cineastas independientes en Cuba. 

En noviembre de 2020 se realizó de forma virtual, a causa de la pandemia, la segunda edición del evento, con la participación de Ricardo Figueredo, Carlos Lechuga, Miguel Coyula y José Luis Aparicio, quienes también integran el proyecto de Tania Bruguera.

Sobre el sector de la joven cinematografía se desarrolla un sistema de influencia para que algunos de sus integrantes asuman posiciones de liderazgo cada vez más alejadas de la política cultural de la nación. En el terreno son apoyados por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt y su promotora, mientras que la Universidad Sergio Arboleda los promueve y estimula, todo bajo la atenta supervisión de la NED, que con su dinero es el factor principal de este circuito, sin contar otras instituciones acopladas al gran aparato de guerra cultural estadounidense empleado contra la cultura cubana.

El Decreto Ley más insólito del mundo

Ya para 2018 era bastante difícil actualizar como matriz de las campañas contra la política institucional la bandera del llamado quinquenio gris,  tratado hasta el cansancio en debates y publicaciones, y rectificado durante cerca de medio siglo de trabajo institucional.

Ese fantasma volvería a sobrevolar el entorno ahora, magnificado por las campañas mediáticas, cuando se da a conocer el Decreto Ley 349, que buscaba enfrentar la ofensiva de mal gusto, indecencia y corrupción que se manifestaba en algunas expresiones artísticas, especialmente en la música, con regulaciones y ciertas prohibiciones. Esto fue suficiente para que, de una malintencionada interpretación del texto, se generalizara la aviesa versión de que esa iniciativa legal perseguía poner unas mordazas a la creación intelectual, inspirada en un tardío realismo socialista.

El Decreto Ley 349 buscaba enfrentar la ofensiva de mal gusto, la indecencia y la corrupción que se manifestaba en algunas expresiones artísticas.
 

Para Tania Bruguera fue el momento oportuno para asumir la denuncia del supuesto programa represivo y convertirse en el centro de la campaña mediática que se levantó con fuerza de ciclón para desacreditar al país.

No bastaron para amainar aquel vendaval el desmontaje de varias mentiras por parte del MINCULT, proceso que se realizó de forma prácticamente personalizada en todo el gremio; la explicación detallada de las verdaderas intenciones del Decreto, y el reconocimiento de imperfecciones en su elaboración, ni siquiera que la iniciativa terminara en un letargo jurídico para su aplicación, algo insólito de concebir si realmente se tratara de una voluntad estatal centralizada para imponer una política represiva, según lo presenta la propaganda que aún hoy airean a los cuatro vientos Tania y su equipo.

Aquella corriente contra el Decreto 349 sirvió, por el contrario, como uno de los pretextos para la creación del llamado Movimiento San Isidro, formado por algunos creadores y muchos elementos antisociales, todos bajo la batuta de Tania Bruguera.

El capitán araña de la “tormenta perfecta”

Durante 2020 se incrementó el bloqueo a Cuba, afectando los planes de desarrollo y como soporte de una ofensiva subversiva sobre el medio cultural, en un contexto de sensibles procesos de transformaciones del Estado cubano y de renovación de los máximos cargos del Estado y el gobierno. Nuevamente, como en el difícil 2006, el viejo fundamento de la imposibilidad de la existencia del proyecto socialista cubano más allá de la vida de sus fundadores movilizaba las esperanzas del imperio hacia una restauración capitalista en la Isla.

Apareció además un aliado inesperado, la pandemia de la Covid-19, que se sumó a esos planes y paralizó por causas obvias la principal entrada de divisas al país con el cierre del turismo y de otras fuentes esenciales. Al propio tiempo, el Estado debió asumir grandes gastos y hacer notables esfuerzos para salvar al país de la terrible enfermedad.

Ese fue el momento de lanzar todas las fuerzas de la contrarrevolución al escenario de la cultura y conformar un frente amplio para avanzar en la vieja aspiración de extender los tradicionales grupúsculos al medio intelectual, como primer paso a su generalización en la sociedad.

De Miami vinieron los mensajes y convocatorias de personajes impresentables que claman por la violencia, el ultraje a símbolos patrios y los actos vandálicos con paga mercenaria, consigna reproducida entre integrantes del llamado Movimiento San Isidro, que públicamente apoya una invasión de Estados Unidos a Cuba.

Así, un vocinglero de la televisión de Miami, como capitán araña, la emprendió públicamente contra Tania Bruguera por, según él, romper con el acuerdo de seguir con la provocación el 27 de noviembre pasado y “mandar a la gente para la casa” después de dialogar en el MINCULT, sin ocultar en el responso el tono de la ultraderecha contra los que tildan de “dialogueros con el régimen comunista”. Al parecer la disciplinada artista no aportó más motivos para otro llamado a la atención, quizás en aras de la “unidad” del movimiento.

La principal lección

Esta forma de evidente subordinación de esos reales o supuestos creadores a la línea terrorista hizo añicos la teoría que propugnaba una “tercera opción”, equidistante de los extremos de Miami y La Habana, y  protagonizada por componentes de la intelectualidad crítica y otros sectores capaces de servir como una “oposición leal” al sistema cubano.

Hasta el propio agente de la CIA, Carlos Alberto Montaner, en la década de 1990, promovió esa tesis siguiendo indicaciones de la estrategia del momento  y trató de ganar espacio entre la intelectualidad para que jugara un supuesto papel de garante en la “transición civilizada” al capitalismo en la Isla, opción que evitaría los excesos de la ultraderecha de Miami, la  cual  clamaba por días de licencia para matar, cuando creía inminente la caída de la Revolución tras la desaparición de la URSS.

En pocos días del accionar de los nuevos intentos provocadores se hizo evidente que quien manda a la contrarrevolución que pretende establecerse en la cultura es la camarilla de siempre, dirigida desde Washington y Miami, y ante la que sus servidores instruidos se subordinan sin sonrojo, por haber quedado reducido su papel al de marionetas segundonas.

“Sus servidores instruidos se subordinan sin sonrojo, por haber quedado reducido su papel al de marionetas segundonas”.
 

En consecuencia, la lección más importante que arrojan los acontecimientos de protestas frente al MINCULT es que solo existen dos campos: los que actúan para devolver a Cuba, a como dé lugar, a su condición de semicolonia del imperio, y los que luchan por mantener una patria libre e independiente de su adversario histórico; premisas únicas para definir la posición de cada quien, al margen del talento, formación académica y prestigio artístico que posean, cualidades con las que puedan defender a la patria o ejercer con más eficiencia en el bando de sus enemigos, y que evidencian con demasiada elocuencia a quién realmente sirve la artista de la plástica Tania Bruguera.

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