Es una práctica común el uso despiadado de elementos disociadores que son distribuidos por redes sociales. Muchas veces emanan no solo de conceptos de gestión individual, sino que, como calcomanías repetidoras, las personas citan supuestos sitios o portales de noticias que basan sus contenidos en fake news, un anglicismo y tecnicismo asumido hoy día y que resume literalmente su traducción: noticias falsas.

En nuestro caso “cubano”, tenemos que añadirle a esa fabulosa gestión de marketing motivacional el hecho de que incluyan autores como Martí, Guillén y, recientemente, a Pablo Milanés. Imagen: Jorge Villa / Arte por Excelencias

Pero, ¿es casual, espontáneo e inocente el bombardeo fake que muchos publican en las redes? ¿Podríamos utilizar acaso la misma adjetivación anterior para referirnos a los sitios que originan esas noticias? Creo que no, lógicamente. Quizás la publicación de citas y/o frases de autores melosos desde una posición de generación de contenidos motivacionales pudiera funcionar, incluso refrendada por una industria macabra que bien utiliza los resortes psicológicos y físicos de una sociedad imbuida en pantanos de soledad, hastíos y carencias, pero que, aunque nos parezca raro, funcionan y brindan notables dividendos. Así hallaremos constantemente en redes sociales fotos, frases, palomas y atardeceres empalagosos con supuestas palabras de Paulo Coelho, Joaquín Sabina, Antoine de Saint-Exupéry, Jesucristo, el Papa o la Madre Teresa de Calcuta. Y, hay que reconocerlo: son mecanismos de mercado que funcionan y condicionan, sobre todo basados en términos de consumismo y lagunas existenciales.

En nuestro caso “cubano”, tenemos que añadirle a esa fabulosa gestión de marketing motivacional el hecho de que incluyan autores como Martí, Guillén y, recientemente, a Pablo Milanés, teniendo como trasfondo su deceso hace pocas semanas.

No pretendo cuestionar el gusto ni mucho menos las intenciones de quienes, desde una mirada admirativa, adornan frases de poetas y músicos al amparo de las bondades y libertades que brindan las plataformas digitales. En cambio, sí quiero establecer puntos de reflexión sobre lo que significa, en y desde la comunicación, sacar de contexto una canción, una frase, una foto o cualquier hecho artístico con toda intencionalidad, sobre todo cuando ello redunda en oportunismos políticos.

Algo similar ocurre a diario con supuestas frases de José Martí para describir situaciones de disgusto hacia nuestro sistema cultural, económico, social o político, e incluso se ha llegado a tal punto que descontextualizan por completo ideas y conceptos antimperialistas para convertirlos en dardos contra la Cuba de hoy. Y digo supuestas citas porque ya ha sido esclarecido por expertos y estudiosos de la obra martiana el uso de frases inexistentes cuya autoría le atribuyen, pero no como descuidos o inocentes deslices, sino como malévolas maneras de sembrar el caos psicológico y la inestabilidad política en momentos de crisis.

En el caso de nuestro Pablo, comenzó una verdadera avalancha de fragmentos de canciones con similares rumbos. Una de ellas es esta estrofa:

… Lo que brilla con luz propia
nadie lo puede apagar,
su brillo puede alcanzar la
oscuridad de otras costas…

La misma es un extracto de la Canción por la unidad latinoamericana”, incluida comercialmente en el LP de 1976 La vida no vale nada. Si analizamos la dramaturgia textual de la canción, va recorriendo un camino que se inicia tomando como referencia lo desgarrador de las luchas de emancipación latinoamericanas y las maniobras (advertidas tempranamente por Martí) para socavar toda unión entre nuestros pueblos. De hecho, la estrofa escogida se refiere a Cuba como faro y puerto seguro de igualdad social que la Revolución brinda, sobre todo a otros pueblos de América. Por tanto, el contexto de la canción y del fragmento específico distan diametralmente del nuevo marco utilizado en redes sociales.

Otro ejemplo de burda descontextualización ha sido el siguiente:

…Y unido al que hizo mucho y poco
Al que quiere la patria liberada
Dispararé de las primeras balas
Más temprano que tarde sin reposo

Retornarán los libros las canciones
Que quemaron las manos asesinas
Renacerá mi pueblo de su ruina
Y pagarán su culpa los traidores…

Estas estrofas pertenecen a la canción Yo pisaré las calles nuevamente”, del LP ya mencionado, y está dedicada al pueblo chileno y no con citas subliminales ni imaginativas, sino con todo el peso lírico y directo que el autor le imprimió a la canción. Curiosamente, aunque nada casual, esta elipsis comenzó a hacerse viral en redes en Cuba a partir del 11 de julio de 2021, con la total descomposición poética y circunstancial de dos realidades distintas, y profanando el espíritu de una descomunal canción destinada a un pueblo que sufrió muy de cerca al régimen asesino de Pinochet: miles de muertos en las cunetas, otros más lanzados al mar desde aviones (el macabro Plan Cóndor por todo el cono sur que omiten descaradamente quienes hoy tratan de reprimir pero desde la virtualidad) y muchas más atrocidades. Reacomodar ese fragmento específico para emparentarlo con la realidad cubana a partir de una fecha determinada constituye una falta de ética cuestionable, incluso se les podría reclamar por difamación o plagio. El intento de readaptación de universos específicos mediante pedazos de canciones es, a mi juicio, un Frankenstein musical de mal gusto, pero que cumple el mismo objetivo que lo expuesto al principio de este trabajo, que no es otro que confundir y descontextualizar una determinada obra creativa gestada bajo un relevante y único hecho histórico.

“… sí quiero establecer puntos de reflexión sobre lo que significa, en y desde la comunicación, sacar de contexto una canción, una frase, una foto o cualquier hecho artístico con toda intencionalidad, sobre todo cuando ello redunda en oportunismos políticos”.

Otro caso de canción que ha sufrido igual suerte es No ha sido fácil”, específicamente con el siguiente extracto:

…Yo vine creciendo y me forjé
Cual mi generación
Distinta a la de ayer…

No ha sido fácil tener
Una opinión que haga
Valer mi vocación
Mi libertad para escoger…

Estos dos fragmentos también son recurrentes teniendo en cuenta recientes eventos en la vida política del país, pero en el sentido contrario a aquel para el que fueron concebidos como parte de la canción que pertenece al disco Comienzo y final de una verde mañana, de 1984, uno de los más extraordinarios trabajos discográficos de Pablo. En el disco también se incluye otra titulada Ya se va aquella edad, que tiene a su vez una singularidad, y es que, junto a No ha sido fácil, tuvieron como punto de partida el de ser escritas especialmente para la serie de TV Algo más que soñar, muy popular por aquellos años. La serie fue producida por los Estudios Fílmicos y de TV de las FAR, bajo la dirección del desaparecido Eduardo Moya, teniendo como eje central el conflicto armado en África y la participación de tropas internacionalistas cubanas en dicha contienda.

La trama se basa en la vida de varios jóvenes que, a partir de sus diferentes visiones y de las contradicciones personales y familiares que se derivan en cada caso, deciden irse a la guerra. Las canciones en cuestión son un eslabón de continuidad generacional, pero apegadas al compromiso de defender las ideas y las utopías sembradas por la Revolución cubana ante una causa justa, en total comunión objetiva y autoral con la serie televisiva. En ningún caso las canciones vulneran o dinamitan el proceso revolucionario cubano, ni tratan acríticamente lo ocurrido en África, sino todo lo contrario. A través de una narrativa consciente y muy coherente, exponen las preocupaciones dialécticas de la juventud cubana de entonces, de manera profunda y entendible, llegando a la convicción del sacrificio individual de la mano del concepto martiano de que Patria es humanidad. El mismo objetivo dramatúrgico ideado por los guionistas Eduardo Moya, Eliseo Altunaga, Enrique de la Uz y Roberto Díaz fue bien absorbido por Pablo en ambas canciones, aunque el tono más virtuoso fue alcanzado sin dudas en el tema principal, No ha sido fácil”.

Ya se va aquella edad, junto a No ha sido fácil, tuvieron como punto de partida el de ser escritas especialmente para la serie de TV Algo más que soñar. Imagen: Tomada de Internet

En todos los casos expuestos en este abordaje, es visible el intento por descalificar y desvirtuar una serie de canciones escritas bajo determinadas circunstancias históricas, y con conocidas líneas de la militancia de Pablo en aquellos años. Basta escucharlas completamente para darse cuenta de ello y comprender que son absurdas las lecturas descontextualizantes al respecto. Por citar solo el primer ejemplo, la Canción por la…” termina con la siguiente estrofa:

… Bolívar lanzó una estrella
Que junto a Martí brilló, Fidel la dignificó
Para andar por estas tierras…

¿Sería entonces posible descolocar totalmente una determinada línea de una canción dedicada a la Revolución, para relanzarla entonces como un ataque hacia ella? ¿Por qué utilizar fragmentos de canciones específicas? El hecho de mover esas estrofas de su contexto original tiene el mismo objetivo que el de erosionar, de manera light y muy lentamente, una amplia parte de la obra musical de cantores que tienen, o tuvieron, un fuerte compromiso político con Cuba y su Revolución. Conducirnos al abismo de la desmemoria musical como consecuencia directa del apoliticismo en el arte y la tenebrosa tesis de su supuesta esencia neutral, es una de las mejores formas de seducción cultural del capitalismo actual. Los ideólogos que nos adversan tienen muy claros sus objetivos, y los trazan a sabiendas del impacto idiotizante del coloniaje digital; saben que un pueblo que desconozca su propia historia está condenado a claudicar y a ser esclavo de su ignorancia. Pero también lo advertía preclaramente Martí: ser cultos es el único modo de ser libres.

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