Convento de Santa Clara, los misterios que no imaginabas

Elaine Caballero Sabugueiro
28/2/2020

Existen lugares cargados de misterios, sitios a los que el tiempo no ha manchado los secretos y que se transmiten de generación en generación como un canto de sirena. El antiguo Convento de Santa Clara, ubicado en el centro histórico de La Habana, es una de esas obras arquitectónicas donde los enigmas han sabido calar hondo.

La agrupación Ensemble Vocal Luna actuó en el primer encuentro del espacio Entre puntales y esperanzas.
Fotos de la autora

 

Inaugurado en 1644, el recinto religioso, el primero de su tipo para las mujeres, acogió la orden de clausura conventual de las Hermanas Pobres de Santa Clara, conocidas como las Clarisas. Una vez dentro, las jóvenes no volvían a tener ningún contacto con el exterior. Una vida intimidante. Pero como toda regla tiene su excepción, hubo una muchacha que huyó en 1801 con la ayuda de la madre Sor Inés, y se convirtió, años más tarde, en fundadora de la literatura insular escrita por mujeres.

Foto histórica de las Clarisas.
 

Se trata de la Condesa de Merlín, María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo, escritora y novelista nacida en 1789 en una familia de la aristocracia habanera. En su libro Mis doce primeros años recrea la vida del claustro, así como la fuga que protagonizó. Escribe la Condesa en sus memorias que odiaba todo del convento, menos el momento del coro. De ahí podemos asumir la belleza de los cánticos interpretados en la rutina eclesiástica del siglo XVIII.

Durante años, ningún cubano pudo visitar la edificación, por lo que se originaron numerosas ficciones a lo largo del tiempo. Así lo confirma el especialista del Gabinete de Arqueología, Eduardo Martell Ruíz, en el primer encuentro de un nuevo espacio cultural llamado Entre puntales y esperanzas, inaugurado —tendrá frecuencia mensual— en este inmueble: “estaba la famosa leyenda del tesoro de los ingleses, se dice que las monjas lo habían traído hasta aquí. Hay un caso particular donde se hallaron 103 enterramientos de niños. Aquí estuvo la Reconcentración de Weyler y el lugar funcionó como hospital de sangre. Los niños pueden estar asociados a ese hecho”.

Con el tiempo, las Clarisas fueron trasladadas hacia un nuevo convento de igual nombre en el reparto Lawton, ahora la secundaria básica Camilo Cienfuegos Gorriarán. Ya para 1922, el centro tuvo nuevos usos, entre ellos, fue sede del VI Congreso Nacional de Medicina, además de acoger la Exposición Internacional de Higiene y la exhibición Comercial e Industrial.

Un año más tarde, en 1923, ocurrió uno de los escándalos más sonados de la época, con la compra de la obra arquitectónica por 2 millones 350 000 pesos, un precio superior al original. Este suceso dio origen a la Protesta de los Trece, encabezada por el intelectual cubano Rubén Martínez Villena. Las memorias visuales que se encuentran en el lugar recuerdan que la compra del Convento se realizó de todos modos y “a pesar del fraude, irónicamente el edificio se salvó de la pica demoledora que afectó a otros similares de la ciudad”.

Cerámicas encontradas en las excavaciones arqueológicas en el antiguo Convento.
 

Entre sus múltiples funciones, el Convento brindó sus espacios a la Secretaría de Obras Públicas y luego al Ministerio de Obras Públicas hasta 1959. Al triunfar la Revolución tuvo otros usos hasta acoger el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM). Al respecto comentó Martell Ruiz en la primera convocatoria de Entre puntales y esperanzas: “Con la aprobación de la Unesco se restauraba el patrimonio en diferentes soportes, textil, metal, cerámica”.

Santa Clara, centro docente de patrimonio

En estos momentos, la edificación recibe una remodelación capital, ya que servirá como Centro de Formación Académica en Artes y Oficios de la Restauración y Conservación de Cuba, el Caribe y las Antillas. La nueva institución, dirigida por la experta en patrimonio inmaterial Gladys Collazo Usallán, tendrá un programa de estudios para los niveles medio y superior.

Dividida en cuatro claustros, el primero, en palabras de la inversionista de la edificación Norma Pérez-Trujillo, será dedicado a la docencia, mientras que el segundo, donde se encuentra la otrora Casa del Marino, habrá salas de exposiciones, “así como un pequeño alojamiento para profesores invitados”.

Maqueta del otrora templo religioso.
 

La Casa del Marino es ahora el Museo de Sitio, donde se muestran objetos extraídos de las excavaciones arqueológicas y de otros museos de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, como el caso de los muebles exhibidos en la planta superior.

Con respecto al claustro tres, este espacio tendrá una arquitectura moderna “y el cuatro, al decir de Eusebio Leal, será un bello jardín con los criterios de aprovechamiento de los recursos naturales y de sostenibilidad. Se piensa que en ese jardín haya plantas medicinales y comestibles”, afirma Pérez-Trujillo.

Plano de los cuatro claustros del Centro de Formación Académica en Artes y Oficios de la Restauración y Conservación de Cuba, el Caribe y las Antillas.
 

De la historia del Convento de Santa Clara puede arribarse a una conclusión: no importa el tiempo o la desmemoria, los sitios tienen vida propia y, en su justo momento, recuperarán el valor arquitectónico y funcional que merecen.

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