Corredor Cultural de Calle Línea: Proyecto de Acupuntura Urbana

Maya Quiroga
29/4/2019

Dentro del programa de la XIII Bienal de La Habana se reflexionará y pensará acerca de la ciudad que queremos habitar de cara al aniversario 500 de la fundación de la Villa de San Cristóbal.

 El lanzamiento oficial del Corredor Cultural de Calle Línea se produjo mediante
un gran festival artístico desde la calle L hasta la entrada del Túnel de Línea.
Fotos: Maité Fernández

 

Cómo lograr una ciudad sustentable desde el punto de vista ambiental, social, económico y cultural son algunos ejes a debatir en el evento teórico con participación internacional titulado Corredor Cultural de Calle Línea. Un proyecto de Acupuntura Urbana para La Habana que se desarrolla en esta capital desde el 29 de abril al 3 de mayo, organizado por la galería Lab 26, sede del Proyecto Espacios, que lidera la arquitecta Vilma Bartolomé.

El lanzamiento oficial de este proyecto conceptual se produjo mediante un gran festival artístico desde la calle L hasta la entrada del Túnel de Línea, donde participaron, entre otros, la Compañía de teatro infantil La Colmenita, Carlos Díaz y Teatro El Público, la compañía Acosta Danza, Nelda Castillo y El Ciervo Encantado, los artistas visuales Milton Raggi y Glenda León junto a un grupo de DJs.

“Siempre digo que la ciudad está herida y la cultura puede contribuir a sanar esas heridas. Vamos a ir haciéndolo poco a poco según los recursos y las posibilidades que tengamos”, sentenció Bartolomé.

Un grupo multidisciplinario comandado por la arquitecta pretende poner el foco de atención en los espacios públicos de un área con aproximadamente unos tres kilómetros de extensión, que abarca desde el río Almendares hasta la inmediaciones del Malecón habanero y que se ha bautizado como Corredor Cultural de Calle Línea.

“Es un proyecto de renovación urbana visto desde la perspectiva de la cultura. Está pensado para una arteria muy importante que es la calle Línea, cuyo trazado original es de alto valor patrimonial pero tiene cierto deterioro acumulado. Trata de unir una veintena de instalaciones (teatros, galerías y estudios de artistas) e intenta volcar ese talento local hacia el espacio y los servicios públicos.

“Se dirige al rescate de todos los parques, el arbolado, los centros culturales, gastronómicos, peluquerías, bodegas, farmacias e instalaciones deportivas para que ostenten una alta calidad y valores estéticos elevados. Estamos hurgando en nuestras tradiciones, en lo mejor de nuestra identidad y trayéndolo a la contemporaneidad porque la ciudad cuenta con nuevos usuarios que tienen necesidades diferentes. La sociedad ha cambiado y debemos adaptar los espacios a los nuevos usos y las nuevas inquietudes”.

Para ese proyecto autosustentable en el tiempo se han aunado muchas voluntades, entre ellas la del gobierno de la capital, el Ministerio de Cultura y la Unión Europea. No se va a hacer todo de una vez porque como afirma la arquitecta es un proyecto de acupuntura urbana y la sumatoria de 72 intervenciones generará una gran intervención. Una parte se materializará para el aniversario de la ciudad y el resto se debe completar en alrededor de tres años.

Compañía Acosta Danza.
 

“Este proyecto tiene dos dimensiones: la construcción de los espacios físicos y la otra es el montaje de toda la nueva política cultural con incidencia sobre la espiritualidad de las personas. Si logramos organizar una programación coherente a partir de una aplicación informática que te informe de lo que está pasando en esa arteria, ya tenemos un corredor cultural”.

En opinión de Vilma, la arquitectura es la más social de las artes: “Es imposible hacer una obra que no sea pensada para los demás. Hemos invitado a estudiantes de las Facultades de Matemática y Física porque queremos que algunos pavimentos de los parques contengan series matemáticas, ya que la sociedad del conocimiento forma parte también de la cultura. Si poseemos un clima que nos permite disfrutar de los espacios públicos, hacia allá debemos dirigir nuestra mirada”.

La creadora del proyecto advierte que los residentes de Línea deben percibir el proyecto como algo que mejorará su calidad de vida y que, por tanto, es algo a cuidar entre todos. Para ello es vital que exista una gran disciplina.

“Estamos presentando una manera de vivir y de entender la ciudad. El diseño tiene que ser funcional y llegar a todos los grupos etarios desde un objetivo: qué queremos con esos espacios. Abogamos porque todos los ciudadanos sean parte activa y así se beneficien económicamente para que se pueda mantener lo hecho luego del proceso de inversión.

“Como se conoce, Plaza de la Revolución es el muncipio más envejecido del país y debemos llegar a todos los públicos. Por ejemplo, alrededor de una farmacia estamos sembrando plantas medicinales para los adultos mayores”.

En el corazón del Corredor Cultural

Para Vilma una de las acciones más ambiciosas del proyecto será la reconversión de una gran edificación industrial —ubicada en la intersección de las calles Línea entre 18 y 20, donde antiguamente radicaba una fábrica de ómnibus y luego, otra de bicicletas—, en un nuevo centro cultural. Toma su nombre de la barriada del Carmelo de la calle Línea, que data de mediados del siglo XIX y era atravesada por un tranvía.

El Centro Cultural “El Carmelo” integrará el diseño, las artes visuales y la arquitectura. Se trata del verdadero corazón del Corredor Cultural de Calle Línea porque será el lugar más contemporáneo y más grande de la arteria.

Desde hace unos meses se encuentra en fase de reparación y en un futuro próximo se convertirá en un sitio de amplio espectro y con una mirada muy flexible, donde quepan todas las alternativas y cuyo objetivo será la celebración de eventos culturales como ferias de artesanía y literatura.