Correo desde la Isla de la Dignidad. Actividad insurreccional contra la dictadura entre 1952 y 1954

Eloísa M. Carreras Varona
10/6/2020

Al terminar el año 1952, la actividad insurreccional de Armando Hart se había incrementado a tal punto que ya estaba fichado como peligroso por las fuerzas represivas de la dictadura. Entre las innumerables acciones en las que participó, puedo destacar su relevante intervención el 27 de noviembre de 1952 junto al Dr. Rafael García Bárcena en un acto en el Teatro Milanés de Pinar del Río, para repudiar el régimen y rendir homenaje a los estudiantes de Medicina que habían sido fusilados en 1871. Por esa misma fecha escribió el artículo “El hecho y el Derecho”.

 El líder Eduardo Chibás fundó el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) en 1947. Fotos: Cortesía de la autora

El 15 de enero 1953 se convirtió en uno de los protagonistas de la protesta que realizaron los jóvenes cubanos contra la profanación al busto de Julio Antonio Mella, la cual fue brutalmente reprimida, y como consecuencia de la violencia cayó mortalmente herido el joven estudiante de arquitectura Rubén Batista Rubio, quien se convirtió en el primer mártir estudiantil en la lucha contra la dictadura.

Con orgullo Armando recordaba su participación en aquella mítica primera Marcha de las Antorchas en homenaje al Apóstol de la libertad de Cuba, el 28 de enero de 1953.

El ilustre profesor universitario Dr. Rafael García Bárcena, su maestro y mentor; fue un destacado activista y líder político de la Revolución del 30. Era un martiano convencido, patriota de ideas democráticas y antiimperialistas. Luchó contra Machado y Batista en los años treinta y cuarenta y, se destacó particularmente en el combate insurreccional contra la dictadura de Gerardo Machado y su prórroga de poderes. Desde 1930, ocupó su puesto en la lucha nacionalista de nuestro pueblo por el rescate de la libertad perdida. Al constituirse el nuevo Directorio Estudiantil, se hizo miembro de este. De igual modo, se integró activamente a todo el proceso que vivió la nación, y que condujo a la Convención Constituyente de 1940, en la cual intervinieron todas las fuerzas políticas del país. El valiente profesor se mantuvo en activo y desde el primer instante denunció la corrupción, el oportunismo y la traición de cada uno de los gobiernos de turno. Se opuso a las corrompidas administraciones de Grau y de Prío. Tomó parte en la fundación del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), liderado por Eduardo Chibás, en 1947. Llegó a ser candidato a la gobernación de La Habana en representación de ese partido en 1948; pero finalmente se separó del mismo. Bárcena es considerado como uno de los más importantes filósofos cubanos de la época. Fue un intelectual dedicado con total acierto al estudio y análisis del pensamiento filosófico en nuestro país; también fue el fundador de la Sociedad Cubana de Filosofía en 1946 y asimismo, creó y dirigió hasta editar el número 10, su órgano de expresión: la Revista Cubana de Filosofía. Por su trabajo “La estructura del mundo biofísico”, recibió el Premio Nacional de Filosofía en 1950.

Ejerció como Profesor de Lógica e Introducción a la Filosofía en el Instituto de La Habana y también fue profesor de Filosofía Moral adscrito a la Cátedra de Filosofía en la Universidad de La Habana. De igual modo, se desempeñó como profesor de Psicología Militar en la Escuela Superior de Guerra del Ejército, cargo al que renunció después del golpe de Estado.

El 5 de abril de 1953, con el apoyo de numerosos grupos estudiantiles y juveniles, el Dr. García Bárcena protagonizó la primera conspiración cívico-militar e intento insurreccional contra la dictadura que tuvo lugar tras el golpe de Estado; la cual fue abortada por una delación. Ese día, centenares de estudiantes y jóvenes se concentraron en diversos lugares, con el propósito de asaltar por la posta 13 a la primera fortaleza de la tiranía, el Campamento Militar de Columbia, en Marianao. Este hecho pasó a ser conocido como la Conspiración del Domingo de Resurrección. Hubo una amplia redada policial que hizo fracasar los planes y el Dr. García Bárcena fue detenido en la casa de una de sus más allegadas colaboradoras. Asimismo, el profesor resultó encausado como el principal responsable por los sucesos ocurridos el citado 5 de abril. 

 En el orden religioso el profesor García Bárcena está ubicado dentro de la línea
de pensamiento del padre Félix Varela.

Aunque el abogado Armando Hart era solo un joven de 22 años de edad y acababa de terminar sus estudios universitarios, el jefe del MNR lo nombró su defensor en este proceso. Bárcena se mantuvo firme y no admitió las presiones que le hicieron para que aceptara a otro letrado de experiencia que lo defendiera. Esa fue una de las excepcionales oportunidades en la que el joven letrado Armando Hart ejerció como abogado y precisamente fue capaz de denunciar la ilegalidad del régimen de Batista. Con su alegato de defensa no solo fue capaz de sostener los fundamentos jurídicos de la acción insurreccional contra la tiranía como un principio irrenunciable, sino también logró convertir aquel juicio y aquella causa en un verdadero proceso político contra la dictadura, tal como lo había deseado el propio Bárcena. Así, en el local conocido como La Estrella, en el Castillo del Príncipe, convertido para ese momento en Sala de Justicia, pues la tiranía no quiso trasladarlo a la antigua Audiencia Provincial; Hart no solo denunció la ilegalidad del régimen, sino también el derecho a conspirar contra Batista.

No obstante, la argumentada y valiente defensa del Dr. Hart, al profesor le impusieron dos años de prisión. La revista Bohemia publicó en su sección “En Cuba”, una extensa información con el título “Tribunal de Urgencia”, donde explicaba los hechos y el papel que había desempeñado Hart como defensor del líder del MNR.

 Armando cuando protagonizó la histórica defensa de su Maestro.

Estos acontecimientos dieron a conocer al joven abogado en todo el país. La argumentación jurídica del discurso fue bastante extensa y obviamente se basó en la legislación vigente en el país, pero para Armando eso no era lo más importante. Para él la esencia de la tesis de su defensa era la fundamentación política y, específicamente, la que se refiere al derecho de rebelión y a la caracterización del delito político. Eso demuestra que a partir del mismo 10 de marzo, en los más amplios sectores de la sociedad cubana de entonces, había un consenso político acerca de la legitimidad que existía para defender los fundamentos jurídicos de la acción insurreccional contra la tiranía hasta su derrocamiento, como un principio irrenunciable. Por su importancia, entrego algunos de los fragmentos del valioso alegato de defensa que pronunció el Dr. Hart en aquel histórico juicio:

“¡Qué honrosa y difícil es nuestra misión esta mañana, porque más allá de toda apreciación que hagamos de la ley penal, estará sin duda alguna la sana pasión a una doctrina, la fervorosa admiración a un hombre, y el gran afecto y respeto a un Maestro! Quizás si haya sido esta la única razón por la cual tengo el honor de representarlo ante la Sala. Pero, señores magistrados, mi tarea es bien fácil si logro llevar al ánimo de ustedes la situación real en que están colocados.

Este es, sin duda alguna, el juicio de mayor contenido histórico de la etapa que se iniciara hace más de un año con el derrocamiento del régimen de derecho que el pueblo se diera en la Convención Constituyente de 1940.

Este es, sin duda, el proceso judicial con que se inicia de manera patente un régimen opresor de los derechos ciudadanos, ya que hasta ahora todavía podía parecer a unos pocos como encubierto en ciertas esperanzas de paz y de concordia. De aquí en adelante, señores Magistrados, a Cuba le vienen días tristemente trágicos. Las torturas han comenzado. El bárbaro atropello a la integridad física ha dado su inicio. Ha llegado el instante en que es necesario a los hombres de decoro dormir fuera de sus casas para que los agentes de un sistema de opresión no puedan saciar sus cóleras. No lo decimos por acto de teatralismo político, lo consignamos por el hondo dramatismo que domina nuestro espíritu desde que conocimos los sucesos de la madrugada del 6 de abril en las oficinas del Servicio de Inteligencia Militar […]

Estudioso de la historia de mi Patria, estoy en el deber de decir a la Sala que no es solo ante la opinión pública actual que está pendiente de este proceso, sino ante la propia historia de Cuba, que habrá de responder si dicta un fallo fuera de lo que esa historia ha de interpretar como correcto […], no se juzgue este caso con criterio legalista solamente, sino que se actúe como quien está haciendo historia. No miren pues este juicio como quien condena o absuelve a un ciudadano todos los días; aprécienlo por el prisma que debieron observarlo los Tribunales coloniales que juzgaron a José Martí, o a los estudiantes de medicina en 1871 […]

En lo que respecta a su encumbrada posición política, la Historia lo recogerá en sus páginas, como la única figura nacional del presente momento de perfiles netamente históricos, porque es la única figura nacional de primer orden que tiene en su mente y en su acción la verdad socio-política del devenir cubano. Y a nadie ha de extrañarle que sea efectivamente Rafael García Bárcena, el único político de primera categoría que se dé cuenta perfecta del drama cubano ¿No fue acaso él quien único denunció públicamente, siete u ocho meses antes de producirse, la rebelión del 10 de marzo? ¿No fue él el único cubano que, desde a mediados de 1951, comentaba ante la indiferencia de una sociedad confiada, en las páginas de la revista Bohemia lo que pasó […] en este artículo que muestro ante la Sala en donde decía: “Un nuevo 4 de septiembre no corregido sino aumentado constituiría, a la altura de los tiempos que vivimos, una verdadera catástrofe nacional?”[1][…]

Y nos preguntamos para terminar ¿Tendrá alguien conciencia para condenar a este hombre? ¿Podrá alguien, de acuerdo con su conciencia, creer que este hombre ha delinquido? ¿Podrá alguien, cuando someta al Dr. García Bárcena, al dictado de su última pasión interna, condenar a quien representa, quiérase o no, créase o no, pero a quien efectivamente representa nuestro más profundo sentimiento de voluntad política como nación? ¿Podrá alguien, sin que lo castigue el Juez Supremo de su conciencia, sancionar a quien durante 25 años de vida pública ha marchado por la Historia con paso firme, frente alta y espíritu dispuesto a todos los sacrificios porque se cumpliera la soberana voluntad histórica de su Patria y porque la tierra que lo vio nacer emprendiera al fin el camino de su superior destino? ¿Podrán en fin ustedes, señores de la Sala, condenar a la más noble y gallarda figura de la Revolución cubana en esta etapa sombría de su historia? ¡No! y ¡No!, porque el porvenir está esperando ansioso que salga de sus conciencias un fallo absolutorio, porque se podrá engañar a un hombre, se podrá engañar a un pueblo, pero lo que nunca nadie ha logrado es engañar a la historia […]” [2]

Los cubanos debemos recordar a la entrañable figura del Dr. Rafael García Bárcena, quien fue un universitario puro y honesto, que nunca aceptó premios, honores ni cargos de la reacción y dedicó sus esfuerzos a la educación para guiar a los jóvenes por el camino de la lucha revolucionaria, enseñándoles los fundamentos de la revolución y la postura cívica del ciudadano probo, en los tiempos en que era más difícil comprender lo moral, porque se amparaba lo mezquino. Varios de los jóvenes que fueron sus discípulos y se adscribieron a su Movimiento Nacionalista, con posterioridad crecieron revolucionariamente a las órdenes de Fidel, como miembros del Movimiento 26 de Julio. Gracias una vez más al profesor García Bárcena, por su rectitud ética, por su pasión y legado patriótico, por su antiimperialismo radical, y por su martiana vocación de servicio a la Patria. Ante su sagrada memoria renovamos el compromiso de ser fieles a la obra redentora de la Revolución Cubana, de la cual él es uno de sus distinguidos precursores.

Ya a partir del mes de mayo de 1953, Armando compartió con Fidel durante los encuentros que sostenían los jóvenes ortodoxos, en el local de ese Partido situado en Prado 109; acerca de este hecho afirmó en sus memorias: “Del local del Partido Ortodoxo, salí junto a él (Fidel). Recorrimos varias calles; con su brazo sobre mi hombro me estuvo insistiendo en varios temas. Me sorprendí cuando se interesó en el hecho de que yo visitaba las oficinas de la FEU con un grupo de compañeros para aprender el manejo de las armas. Después del asalto al Moncada, al conocer que el responsable estudiantil del adiestramiento de jóvenes que tenía esa institución, Pedro Miret, fue uno de los participantes en aquel hecho heroico, me percaté de que Fidel conocía a través de él, a los que íbamos a las oficinas de la organización estudiantil con intenciones insurreccionales después del golpe de Estado.”

A propósito del 26 de Julio de 1953

Como bien conocemos el domingo 26 de julio de 1953, ocurrieron los históricos sucesos del Moncada que estremecieron al país y marcaron para siempre los destinos de nuestra patria. Armando y su hermano Enrique, desde el mismo instante que conocieron que algo grande había acontecido contra la tiranía, comenzaron a investigar lo que sucedió, con el propósito de adherirse y colaborar en lo que fuera necesario. Es conocido, asimismo, que el régimen trató de ocultar la noticia.

Con relación al 26 de Julio, también resulta de interés resaltar el viaje que Armando realizó a la ciudad de Santiago de Cuba, en enero de 1954, invitado por la Universidad de Oriente, para dictar una Conferencia sobre el Apóstol. Aunque las autoridades académicas sostenían una invariable postura contra el régimen, la actividad fue suspendida porque al perseguir un claro objetivo oposicionista contra la tiranía ponía en riesgo a la institución. Por esas razones no pudo participar en el citado acto universitario, pero el recorrido le fue muy provechoso para sus propósitos revolucionarios e insurreccionales de más largo alcance, porque logró establecer contacto directo con el asaltante al cuartel Moncada Abelardo Crespo, de igual modo, logró reunirse con Cayita Araújo y su hijo, el profesor Max Figueroa Araújo, quienes le contaron sobre la esencia martiana de los ideales de los asaltantes del 26 de Julio.

Incluso recibió de primera mano el Manifiesto de Fidel, donde describía los sucesos del Moncada y denunciaba los crímenes cometidos. Por eso Armando pudo afirmar en sus citadas memorias:

“Si en La Habana había admirado la hazaña, en Santiago comprendí que aquellos héroes y mártires trasmitían un profundo mensaje que dejaría una huella permanente en la historia de Cuba. Me percaté de que había surgido un movimiento de gran trascendencia ética y política. El asalto a la segunda fortaleza militar del país significó la réplica necesaria a las implicaciones del golpe de Estado. La heroicidad y la audacia de los combatientes repercutieron decisivamente en la situación política y social del país”. [3]

 Caricatura sobre el canal Vía Cuba.

El gobierno de Fulgencio Batista había impulsado el nefasto proyecto del canal Vía Cuba, con el cual pretendía construir un canal que atravesara el país para el tráfico marítimo, el que pasó a ser conocido como el “canal rompe Cuba”. Armando se unió a la protesta pública de la FEU contra este plan, hasta que el pueblo cubano logró evitar la ejecución de esta locura por el Dictador.

De igual modo, junto a Faustino Pérez, Rafael Dujarric, Eloy Abella y Fermín T. Portilla firmó el texto en el que confirmaron el nacimiento de los Grupos Doctrinales de la Revolución Nacional a partir de los Grupos de la Propaganda Doctrinal Ortodoxa. 

Con su hermano Enrique y otros destacados jóvenes rebeldes, comenzaron a actuar como un grupo muy unido dentro del MNR. Ellos lograron un fuerte vínculo con revolucionarios de otras provincias, que tenían como su objetivo principal llevar adelante la insurrección a todo el país. Entre las destacadas acciones que este grupo realizó, las que fueron ampliamente divulgadas por la prensa de la época, se pueden citar los conocidos sucesos de la calle Salud 222. A consecuencia de los cuales, el 10 de octubre de 1954, Armando fue detenido junto a sus más cercanos e intrépidos compañeros de lucha del MNR —Faustino Pérez, Pepe Prieto, Eloy Abella, Mario y Bebo Hidalgo— al protagonizar estos célebres sucesos. 

El propio Rafael Salas Cañizares delincuente y asesino, jefe de la Policía de Batista
fue quien dirigió el registro de la Calle Salud 222.

Los hechos de la calle Salud 222 tuvieron lugar cuando, al mediodía de ese día, la policía irrumpió en el inmueble del Colegio de Maestros de La Habana, situado en Malecón 411, donde los jóvenes del MNR se encontraban reunidos para discutir las acciones que llevarían a cabo en todo el país para combatir el sainete electoral batistiano de noviembre de ese mismo año. Los guardias registraron sus casas y, justamente en esa dirección, Salud 222, en la que se encontraba el laboratorio de análisis clínico del Dispensario Médico Presbiteriano, que dirigía Faustino Pérez, hallaron armas y municiones, por lo que todos los participantes en aquella reunión quedaron bajo arresto. 

Armando el primero por la derecha junto a sus compañeros del MNR, cuando ya se encontraban
detenidos en el Buró de Investigaciones. 

Luego de la detención, fue conducido de inmediato al temible Buró de Investigaciones del régimen, para luego ser trasladado al Vivac de La Habana, radicado en El Castillo del Príncipe. Hasta que fue puesto en libertad, después de que se celebraron las amañadas elecciones de Batista en noviembre de 1954. De hecho, esta detención se convirtió en el primero de los innumerables arrestos en las cárceles de la tiranía que él sufrió consecutivamente. 

Tras su salida de la cárcel, a principios de noviembre, sostuvo un decisivo contacto con Melba Hernández y Haydée Santamaría, lo cual le permitió conocer mucho mejor a Fidel, su programa y posiciones revolucionarias. Por ello, aseveró en sus memorias: “entonces llegué a la conclusión de que la unidad de las fuerzas que apoyaban a García Bárcena, los estudiantes y los moncadistas, podrían llegar a constituir una importante base para el desarrollo de la Revolución a que aspirábamos, bajo el liderazgo indiscutible de Fidel”.


Notas:

[1] Hart recuerda que uno de los momentos más emocionantes de la vista aconteció, cuando el mostró un ejemplar de la revista Bohemia, de julio de 1951, en la que García Bárcena, con suficiente antelación, había denunciado los trajines conspirativos en los que andaba Batista preparando el golpe de Estado.

[2]Tras el triunfo de la Revolución cubana, en febrero de 1959, Bárcena fue designado embajador de Cuba en Brasil, cargo que desempeñó con eficacia hasta mediados de  1961, cuando regresó a La Habana donde falleció, el 16 de julio de ese año.

[3] Aldabonazo, 1997, p. 45.

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