¿Cuántas gotas de agua forman un charco? ¿Cuántos granos de arroz hacen falta para tener un montón? ¿Cuántas islas conforman un archipiélago? En fin, para que podamos hablar de marcha —en el sentido político del término—, ¿cuántas personas se necesitan? Según la sexta acepción del término del Diccionario de la Real Academia Española, esta es un “desplazamiento de personas para un fin determinado”.

He aquí, sin embargo, que Yunior García Aguilera se equivoca al revisar el diccionario, y en vez de referirse al sexto acápite, nos da como significado de marcha política lo que aparece en el número cuatro: “Modo de caminar del hombre y algunos animales”. Ahora nos dice que el día 15 no marchará en montón —o en archipiélago—, según avisaron todas esas etiquetas generadas por los abnegados bots, sino que lo hará en solitario el 14 de noviembre.

“¿Cuántas islas conforman un archipiélago?”

Cualquiera diría “marcha por marcha es marcha”, más aún cuando se trata de Yunior García. Ya sabemos que este caballero es un maestro de lo que Galeano llamó “cultura del envase”: a él le importa más el funeral que el muerto; la boda más que el amor; la misa más que Dios. El problema es que el envase, en este caso, parece tener un agujero y por él se escapan los granos. De la tal marcha se han ido saliendo uno tras otro sus más visibles promotores, y hoy amanecimos con Otaola dándole un cruel mañanero a Saily González —versión de Yunior en Santa Clara—, porque esta también se equivoca al revisar el diccionario de lengua española y ha decidido escoger la octava definición de marcha: “Ánimo o ambiente de diversión y juego”.

Ahora Saily dice que solo marchará presuntamente, pues ya fue advertida por la presunta policía debido a una presunta harina que compró de presunto contrabando. Así que, si marcha, lo hará en su lugar preferido: el bulevar de Santa Clara, para allí tomar una bola de helado de vainilla como acción simbólica. Sabido es que nuestros gastronómicos nunca dotan de redondez perfecta el helado, más bien suelen extraerle algunos fragmentos para su propia “lucha”, y de ese modo la bola de vainilla siempre parece una rosa blanca en el plato.

De otras regiones del Archipiélago, con mayúscula y minúscula, llegan noticias de nuevas retiradas gloriosas. Tal es el caso del guantanamero Leinier Cruz, quien mediante una directa de Facebook nos informa que por el Guaso ya no tiene a quién liderar, lo cual sería asunto de mucho embarazo para un líder como él. Prefiere escoger entonces la décima definición de marcha: “Cada una de las posiciones motrices en un cambio de velocidades”, y simplemente embraga y pone la marcha atrás.

“De la tal marcha se han ido saliendo uno tras otro sus más visibles promotores”. Imagen: Tomada de Pixabay

Entretanto, por La Habana es noticia que el “archipielaguista” conocido por Danielito Tri Tri se ha llevado la arrancada olímpica. Este muchacho —quién sabe si por aquello de la unidad y lucha de contrarios, o por la otra ley dialéctica de negación de la negación— ha decidido competir con su maestro, y para ello escoge el noveno significado de la palabra marcha: “En atletismo, carrera que consiste en caminar rápidamente con uno de los pies siempre en contacto con el suelo”. En esta suerte de marcha a granel, Danielito simplemente ha conseguido adelantarse a todos, y marchó ayer día 12, en solitaria y apacible caminata por El Vedado. Relata que fue andando desde la intersección de las calles 11 y M hasta 27 y N, para terminar en 11 y J, y luego, en post de Facebook, ha hecho énfasis en el simbolismo que entrañan esos mojones.

En fin, así va la gran marcha: no es una marcha cualquiera, sino una como corresponde —o resulta lógico— a unos marchantes que saben cuidar de su mercadería.  

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