Cuando al disco llegó el son

Sigfredo Ariel
29/6/2018

1.

Cuando los años veinte apenas comenzaban, el Sexteto Habanero ya tocaba en academias de baile de la playa de Marianao, con frecuencia en la Pompilio, una de las más concurridas de la periferia, en la cual se pagaba diez centavos por aprender a bailar ritmos de moda. Todavía los soneros no habían logrado acceder a las academias —“escuelitas de baile”, solían llamarlas—, situadas en el entonces centro de la capital, como Marte y Belona, Galatea o Rialto. En esta última actuaría con frecuencia desde 1926, el Sexteto Occidente de María Teresa Vera, por el cual pasarían, entre otros, años después, muy jóvenes, Frank Grillo “Machito” y Miguelito Valdés.

 Sexteto Occidente. 1926. Fotos: Cortesía del autor
 

En el arranque de los años veinte, tampoco los soneros habían conquistado cabarets como Edén Concert o El Infierno, los cuales contaban con orquestas para interpretar valses, fox-trots, pasodobles, shottis y danzones que, muy pronto, cuando arribaran los sextetos, iban a alternarse entre son y son. Por cierto, uno de los violinistas de la orquesta de El Infierno fue, por un tiempo, Amadeo Roldán, casi adolescente.

El núcleo originario del Sexteto Habanero fue el Cuarteto Oriental, que en febrero de 1917 grabó para la firma Columbia “Los aliados te quieren ganar”, “Pare motorista —identificado como son santiaguero—, “Amor de caridad” y “Elena me botó. Aunque tres de sus integrantes eran nacidos en La Habana, la dirección estaba a cargo del santiaguero, ejecutante del tres, Ricardo Martínez, de ahí lo de oriental del nombre, o para subrayar lo novedoso de su estilo “venido de las lomas”. Es preciso situar estas grabaciones, hasta hoy perdidas, entre las brumosas iniciales de son cubano. Al ampliarse, el cuarteto se convirtió en Sexteto Típico Oriental, que no dejó testimonio grabado.[1] Al retirarse Martínez, entró Carlos Godínez como director. El grupo adquirió su nombre por un tiempo y el adjetivo “habanero”.

Sexteto Habanero
Una de las primeras fotos del Sexteto Habanero, 1924
 

En las seis grabaciones de sones que realizó el Sexteto Godínez, en una habitación del Hotel Inglaterra con un equipo portátil para la firma Victor, tomaron parte María Teresa Vera y Manuel Corona.[2] Desde siempre, trovadores y soneros andan juntos. De esos registros fonográficos, al menos cuatro —los que he escuchado— constituyen un sencillo estribillo repetido por la voz guía en alternancia con el coro, sin variaciones, segmento que precede a una segunda parte de ritmo más vivo: “Rosa qué linda eres, “Mujer bandolera (“Soy soltero y me quiero casar”, en que asoma la marcha rítmica del changüí) y “Amalia Batista”, que concluye con la cantinela: “Despoja, despoja el bongó”. Algo más elaborado resulta “Mi nena”:

Juégale a mi gallo si quieres ganar.

Juégale a mi gallo si quieres ganar.

Mi gallo canelo, lo llevo a la valla:

picó, mató.

Se acabó mi gallo blanco.

Hace tiempo que no te veo,

mi nena, mi nena.

En esta grabación, de 1918, se escucha a alguien exclamando, como para disipar cualquier duda acerca de su origen: “¡Esto no es bobería, caballero: son de Oriente!”. Me gusta suponer que esa es la voz de Corona.

2.

María Teresa Vera y Rafael Zequeira comenzaron a cantar juntos en 1914 y hasta 1924 realizaron un número sorprendente de registros acústicos de boleros, canciones, claves, bambucos, guarachas, rumbas y sones, hoy considerados legendarios.[3] En las placas de esos años —en caso de que se consignara el género musical en el sello del disco, cosa que no sucedía siempre—, hay sones que aparecen etiquetados como “rumbas”. Cristóbal Díaz Ayala ha apuntado varias veces que, a partir de ese momento, o incluso antes, comenzó una extensa confusión en las denominaciones de estos y otros géneros, que persistirá por muchas décadas en la fonografía cubana.

María Teresa Vera y Rafael Zequeira en 1916
 

María Teresa y Zequeira, con Manuel Corona como guitarrista y voz de coro, hicieron al menos tres impresiones gramofónicas de sones en 1919 en Nueva York: “La mora”, “Si muero en la carretera —motivos de conocidos danzones homónimos firmados por Eliseo Grenet—[4] y “Ráscame chambelona”, que aunque aparece con la firma de Corona, en realidad se trata de una versión lenta, “soneada”, de la vieja —y al parecer incombustible— conga liberal “La chambelona”. Esta versión, re-editada en 1921 por la casa discográfica con el crédito de Terceto Habanero, posee un texto picaruelo que comienza: “Señores oigan qué lío que yo tuve con Ramona / que me echó cuarenta hombres / porque enamoré a Petrona”, y tras una inesperada línea alusiva a la primera conflagración mundial (“Los aliados en la guerra dieron la nota monona”), anuncia: “Este son tan melodioso María Teresa lo entona. / Zequeira toca los palos y la guitarra, Corona”. Sin embargo, si aguzamos el oído, descubrimos que también participó un bongó.

En 1920, el dúo incluirá de nuevo “La chambelona en el son-popurrí “El triunfo de la chancleta” (“No voy a mi pueblo querido porque me dan con la goma”), también con la firma de Corona, que incluye parte de “Dónde andabas anoche, una conocida rumba de Ignacio Piñeiro. En cuanto a una letra “chambelonera” con intención política, recuerdo que varias veces, de niño, en Santa Clara, escuché a una tía bisabuela de un amigo mío de la escuela primaria, entonar estas inconveniencias del tiempo de José Miguel Gómez: “La mujer de Menocal dicen que está barrigona / y le achacan la barriga a Enrique José Varona”, y también “Nosotros los liberales nos comimos la lechona”, con la música de esa tonadilla, que según algunos nació en Camajuaní.

La paternidad de “La chambelona”  ha sido desde siempre motivo de duda y controversia. El Sexteto Habanero la grabó el 21 de marzo de 1927 para la firma Victor, identificada como son, con la voz prima Abelardo Barroso y la trompeta de Enrique Hernández. Fue la primera vez que el famoso grupo, al menos en grabaciones, utilizó el instrumento. En esa ocasión apareció, en la etiqueta del disco, Rolando Leyva como autor. En 1948, ya como septeto, el Habanero volvió a grabar el dichoso número para rca Victor, cantando Gerardo Martínez “El Príncipe. En esa versión se imprimió con la firma de Felipe Neri Cabrera, y son-conga como género musical.

 

 

Track

  1. Mi nena. Sexteto Godínez
  2. Ráscame chambelona. María Teresa, Rafael Zequeira y Manuel Corona
  3. El triunfo de la chancleta. María Teresa y Rafael Zequeira
  4. La chambelona. Sexteto Habanero
 
Notas:
 
[1] Tras contrastar varias fuentes y según el testimonio de Pedro Ibáñez, el tresero Ricardo Martínez formó el Cuarteto Oriental en 1916 con Guillermo Castillo, botija; Gerardo Martínez, El Príncipe, voz prima y claves, y Felipe Neri Cabrera, voz segunda y maracas. Hacia 1918 se convirtió en Sexteto Típico Oriental al pasar Castillo a tocar la guitarra y entrar al grupo Antonio Bacallao (botija) y Oscar Sotolongo (bongó). En noviembre de 1920 se inscribió el grupo como Sexteto Habanero, con Guillermo Castillo como director.
[2] Debo la escucha de las grabaciones del Septeto Godínez y otras de la época a mi buen amigo Gino Curioso Solís.
[3] Viajaron en siete ocasiones a Nueva York para grabar. En 1918 hicieron una corta temporada en el teatro Apollo, de esa ciudad. Existen raras grabaciones de María Teresa y Manuel Corona, sin Zequeira, como el son Dónde estabas anoche, prieta, la guaracha Santa María y el bolero Mi religión.
[4] En una página dedicada a Sones Santiagueros del catálogo de grabaciones Columbia de 1921 —la cual advierte que este es incompleto— aparece la referencia de una placa de 10 pulgadas que contiene La mora y Si muero en la carretera interpretados por María Teresa-Zequeira-Corona, y a seguidas, el anuncio de otro disco con los mismos números interpretados por un enigmático C. García.