En este minuto acude a mi mente una frase popular referida a quienes posan de amigos o partidarios de tu misma causa, y, sin embargo, con sus palabras y acciones no solo terminan por mostrarse en sincronía con el interés enemigo, sino, asimismo, prestando un valioso servicio a la causa de aquellos y refrendando aquel consabido refrán de “con amigos así, no hacen falta enemigos”.

Citado en extenso por el medio contrarrevolucionario Cibercuba, a partir de una publicación suya en su perfil de Facebook, el historiador y ensayista Julio César Guanche nos dice, entre otras opiniones, que “Un pueblo convocado por el Estado, y apoyado por todas sus instituciones, incluidas las militares, no es ‘el pueblo’ combatiendo la contrarrevolución”. 

Nos dice que se trata de “una parte del pueblo apoyado por el Estado combatiendo juntos una protesta social que tiene larga incubación, causas conocidas, demandas perentorias, urgencias muy claras y necesidades profundas”. Nos dice que: “De los estallidos sociales se conocen sus causas, y son conocidas las consecuencias de una ‘orden de combate’, pero nadie puede calcular las consecuencias de un estallido ni de las formas policiales y paraestatales de contenerlo”.

¿Pero qué nos está diciendo Guanche? ¿Acaso que no es legítimo el llamado a defender la Revolución que hiciera el Presidente de la República y Primer Secretario del Partido Miguel Díaz-Canel? ¿Significa que el pueblo cubano no salió en apoyo de su Revolución, sino coaccionado por un régimen autoritario? ¿Un pueblo preservando calles, plazas e instituciones con su presencia son “formas policiales y paraestatales”?

Hoy ya se tienen pruebas concretas de que estos desórdenes y disturbios fueron causados por una
operación que se prepara desde hace tiempo y se haya descrita en conocidos manuales de
“golpes blandos”. Foto: Cortesía del autor

Curiosa manera de coincidir con el lenguaje y el punto de vista de los enemigos de la Revolución. Casi nos dice lo mismo que Biden: “El pueblo cubano exige su libertad de un régimen autoritario”.

Solo en un breve momento de su post, Guanche trata de recordarnos que es un historiador y no alguien que gratuitamente coloca en su texto palabras como: “terror”, “represaliados” o “estallido social”: quizá por ello cita a Tucídides. Ciertamente, por ese padre de la historiografía científica sabemos que “solo la política posibilita y da la vida en común”; pero también fue Tucídides quien legó el concepto de “enemigo interior”, una expresión que hoy conocemos como “quinta columna”.

¿Le parece a Guanche que quienes salieron a protestar lanzando piedras, volcando autos policiales, agrediendo a transeúntes y robando tiendas —según hemos podido ver en imágenes de la televisión— tienen demandas legítimas desoídas por las autoridades, y debe establecerse un diálogo político con ellos? ¿Le parece que estos representan al pueblo cubano?

Ciertamente, en las protestas participaron personas que pudieron ver en estas una vía para expresar frustraciones o demandas que consideran legítimas; pero aquí todos sabemos lo que es terror, represión y estallido social. No son estas las palabras que se pueden vincular a la Revolución, sin que detrás asome la mala fe.

Por causa del terror y la represión del régimen batistiano fue que tuvimos una Revolución. Recientemente, en este último año, hemos visto lo sucedido en Chile y Colombia. ¿Por casualidad ha visto Guanche en la Cuba de hoy asesinatos de obreros y campesinos, o personas torturadas como en tiempos de Batista? ¿Vio protestas salvajemente reprimidas donde cientos de manifestantes perdieron ojos o fueron asesinados como en Chile y Colombia?

Quien detuvo este acto deliberado, coordinado y financiado por, y desde los Estados Unidos, no fueron paramilitares, sino el pueblo, acompañando a las autoridades y agentes del orden. Si no tuviéramos este pueblo consciente de lo que se juega, así como de las causas que provocan sus dificultades, hoy las calles no expresaran orden.  

Quizá sucede que nuestro historiador dedica demasiado tiempo a estudiar la historia de la república burguesa neocolonial, y muy poco a la historia de nuestra Revolución.

¿Así que un pueblo pasivo, ajeno a la agresión imperial, alejado de su historia y de sus líderes? Fantasías como estas merecen pedir prestado a Shakespeare el título de una de sus comedias: Sueño de una noche de verano.

Quien detuvo este acto deliberado, coordinado y financiado por, y desde los Estados Unidos, no fueron paramilitares, sino el pueblo, acompañando a las autoridades y agentes del orden. Si no tuviéramos este pueblo consciente de lo que se juega, así como de las causas que provocan sus dificultades, hoy las calles no expresaran orden.  

No hay nada como un día tras otro, y hoy ya se tienen pruebas concretas de que estos desórdenes y disturbios fueron causados por una operación que se prepara desde hace tiempo y se haya descrita en conocidos manuales de “golpes blandos”. El guion de lo ocurrido en Cuba esta semana ya ha sido ensayado en otros países: hay suficiente información sobre ello, no voy a repetirlo. Se conoce quienes las financian: supongo que Guanche esté al tanto de qué son la NED, la Usaid o la Open Society, organización esta última que se vinculó al “laboratorio de ideas” Cuba Posible del que fue directivo.

Los detalles puntuales han ido saliendo a la luz: cómo se usaron herramientas de alta tecnología, y se crearon miles de cuentas falsas en Twitter y otras redes sociales, con el objetivo de coordinar acciones. Fue una operación de un despliegue extraordinario. Además de las redes sociales, se emplearon organismos internacionales, presidentes de gobiernos, medios de comunicación, influencers, spin doctors, manipuladores de la información, personajes públicos y todo aquel que estuviera dispuesto a divulgar la narrativa creada para el momento: la supuesta lucha por la libertad y contra la opresión de una dictadura cruel. En esa narrativa no cabía la realidad de un pueblo que masivamente defiende su Revolución.

Se lo gastaron todo porque este era el “ahora o nunca”, dada la situación puntual con la pandemia, el desgaste de combatirla por más de un año, así como el conocido endurecimiento del bloqueo; pero cuyos peores momentos en breve podían quedar detrás, dada la creación de vacunas propias y la masiva campaña de inmunización.

Era la oportunidad perfecta luego de casi un año de intentarse reiteradamente lo mismo sin éxito alguno, y donde también Guanche tuvo protagonismo como parte de los organizadores de la llamada Articulación plebeya. Entonces, como ahora, se acudió al lenguaje sibilino, impropio del análisis y la reflexión crítica de un intelectual, para mediante eslóganes, espines semánticos y técnicas propias de la ingeniería social, colgar culpas al gobierno cubano, deslegitimar la Revolución y confundir a solidarios amigos residentes en otras geografías.

Pero una vez más no pudieron. La Revolución está viva. Tiene un pueblo que la defiende y no una masa desmovilizada como se quisiera, para regresarnos a los tiempos donde no había apagones, porque el 56 % de las casas no tenía electricidad; donde no había colas, porque solo el 4 % de los campesinos podían comer carne.

Los métodos que hemos visto para denigrar nuestro proyecto revolucionario avergüenzan hasta a la mismísima indecencia. Desde luego, siempre habrá gente lista para vestir de princesa a la impudicia y servir de abogado al caos; pero Tucídides también nos dijo: “Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje”. Y este es un pueblo libre, y tiene tanto coraje que no le cabe en los calzones.

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