Cuba espectacular y sus contrapuntos

Lázaro Benítez Díaz
27/9/2018

Cuba espectacular es el título que recibe la última coreografía de Assen Dance Habana, compañía que propone aggiornar el Music Hall. Mezcla las ideas del show business, cabaret, café musical, Broadway e incluso Bollywood. Esas son las primeras ideas que manejan las Notas al programa, antes de comenzar nos van ubicando en los estilos danzarios que figurarán durante la representación.

Los intérpretes reciben a los espectadores como estatuas, cuerpos inanimados, estáticos, que en un apagón caen al suelo para iniciar el espectáculo con un cuadro yoruba. Detrás, una pequeña orquesta con seis instrumentistas y dos solistas que llevan el ritmo de algunas escenas e incluso, comparten el protagónico con los bailarines en determinados cuadros.


Entre tantos agregados y fusiones, no es posible discernir cuál género marca la pauta. Foto: Cubaescena

 

El espectáculo se estructura en dos partes, divididas por una suerte de pequeño intermedio. En la primera, podemos suponer una historia que comienza con las culturas prehispánicas, colonización y la construcción de una identidad nacional, donde desfilan los bailes de salón como el chachachá, mambo, etc. Dentro de esta secuencia también aparecen algunas intromisiones culturales traídas con los temas “Bulería” y “Only you”. Este collage, lejos de marcar una línea clara, coherente, termina siendo cargado, enredado, porque las ideas solo se esbozan y no son trabajadas a profundidad.

Es complejo tratar de entender la línea dramática, o tal vez tratar de encontrar en ellos alguna esencia, que no poseen, porque su objetivo —lo explican en las Notas al programa— es divertir al público. Sin embargo, el espacio de la sala Tito Junco del Bertolt Bretch atenta directamente contra la propuesta del montaje. El espacio se concibe como teatro a la italiana, los espectadores están ubicados en sus sillas durante toda la función y esa convencionalidad establecida no permite, tal vez, ese disfrute que Alejandro Assen —director artístico de la compañía— y Ernesto Tamayo —director general— concibieron para su espectáculo.

Es complicado eliminar, transformar el espíritu propio del lugar. En esa misma sala, durante el Mayo Teatral, presencié la obra L@s hij@s de la Bernarda, del grupo puertorriqueño Tojunto, que se desarrollaba con el mismo formato de músicos e intérpretes. Su compacta médula argumental y escénica permitían que la convencionalidad de un teatro a la italiana funcionara para la puesta. Reafirmaba la necesidad de relegar al espectador a su sitio, a su postura de observador para que, al finalizar, los sacaran a bailar y purgaran todas esas energías contenidas.

En ese mismo lugar, en el 2017, el Cuban Coffee by Portazo Corporative, bajo la dirección de Pedro Franco, rompió la convencionalidad. Reutilizó el espacio y lo transformó en lo que ellos defienden como Café Teatro, donde el público entra a una zona provocativa. Desde que se entra ya sabes que vas a bailar, reírte, llorar. Esto se matizaba con camareros que a ratos pasaban por tu mesa para atender el pedido del espectador-consumidor.

L@s hij@s de la Bernarda y El Portazo han sabido jugar con ese espíritu, construyendo un nuevo escenario de representación, jugando con las convencionalidades, configurando un lugar propio para las particularidades de sus puestas.

Cuba espectacular queda en el transitar por diversos géneros cubanos y foráneos sobre la escena, todos fusionados, teniendo como base, casi imperceptible, cada uno de esos géneros. Digo casi imperceptible porque, entre tantos agregados y fusiones, no es posible discernir cuál género marca la pauta. Entonces, cuesta determinar si es una fusión o confusión de géneros y estilos, aparejados a la poca investigación que se realiza ante cada montaje, la no exigencia del regiserato, dada las imprecisiones de algunos bailarines en escena

El vestuario tampoco apoya la idea de espectacularidad, son simples en su diseño, pero respetan las convencionalidades que se han impuesto, donde el vestuario resalta enfáticamente la sexualidad de los intérpretes. Cuba espectacular puede ser una amplia revista musical, que trata de acomodar dentro de su tiempo de duración todos los géneros posibles, con el único fin de que el espectador disfrute. Bastante poco es el tiempo para la diversidad de géneros y estilos que se tratan de representar, pues quedan la mayoría superpuestos, semejantes a un mosaico de botellas rotas.

El único cuadro que logran concretar es el del tango. Por fin, el espectador puede apreciar un diseño coreográfico, concebido de manera orgánica con el género tradicional, aunque se transforma. Se presencia un vestuario que conjuga sensualidad con la seriedad. Los intérpretes lo disfrutan, se ven cómodos danzando los diversos compases del tango. Existe, en la breve coreografía, contraposición de tiempo en las frases, por tanto, es un cuadro dinámico, rítmico. Aún recuerdo el tango, una sencillez que dimensiona la escena, logrando una verdadera espectacularidad. Son las pequeñas cosas bien puestas y pensadas las que hacen que Cuba sea un verdadero paraíso espectacular.