La quinta columna mercenaria de Estados Unidos (EU) en Cuba está convocando a una marcha cívica, supuestamente pacífica, para el 15 de noviembre en varias ciudades de la isla. Se trata de otro paso en el camino del golpe blando y el cambio de régimen que sigue el patrón de los textos de Gene Sharp y de los manuales de operaciones especiales de EU. El mismo de las guarimbas en Venezuela, de los tranques en Nicaragua y de las revoluciones de colores en Siria y países de Europa del este.

Yunior García Aguilera y Manuel Cuesta Morúa destacan como convocantes y son también firmantes de un documento dirigido a las autoridades de ocho provincias de la isla para informar de la marcha. De inmediato recibieron el aval de altos funcionarios gringos, de los infaltables legisladores cubanoestadounidenses, de medios hegemónicos y de terroristas de origen cubano radicados en Miami. Entre ellos, muy notablemente, los archicriminales Ramón Saúl Sánchez y Orlando Gutiérrez-Boronat, cuyas organizaciones reciben cuantiosos fondos del erario estadunidense. Todo esto ha sido documentado por Cuba. Sánchez es uno de los operadores de García en Miami. Nadie informado puede creer las invocaciones de estos personajes a la libertad y la democracia, que Cuba conquistó por primera vez y en definitiva cuando la revolución suprimió la dominación imperialista sobre la isla. Tampoco sus llamados a la liberación de mal llamados presos políticos que, en realidad, son feroces enemigos aceitados con fondos yanquis, del orden constitucional socialista ratificado en 2019 por más de 85 por ciento de los electores. O vándalos que cumpliendo con las consignas de odio desenfrenado que emiten constantemente las numerosas bocinas mediáticas anticubanas de Miami, agredieron a policías y destruyeron propiedad pública aprovechando el río revuelto del 11 de julio.

El colmo, Juan González, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca para el hemisferio occidental, ha amenazado con que EU actuará si los convocantes son procesados, en obvio reconocimiento de quién es el que realmente está detrás de la organización y financiamiento de la marcha. Añádase el frenético activismo de la embajada de EU en La Habana, cuyos funcionarios realizan andanzas que nunca ese país admitiría en su territorio a un diplomático extranjero, y de Brian Nichols, subsecretario de Estado para el hemisferio occidental, tuitero de la marcha.

“Es perfectamente comprensible que La Habana impida con la ley en la mano esta burda incitación de la contrarrevolución subordinada a Washington, en violación de la Constitución y del orden que democráticamente se han dado los cubanos”.

El pueblo cubano es ejemplo de resistencia, portador de profundos sentimientos patrióticos, valores morales y principios políticos, ahondados en la etapa revolucionaria con el magisterio inigualable de Fidel. Sabe que los mercenarios del imperio viven y viajan por el mundo a todo tren mientras millones soportan estoicamente los crueles rigores del bloqueo, ultra reforzado por Trump durante la pandemia, y mantenido intacto por Biden contrariamente a lo que prometió en campaña. Sabe que los mercenarios claman por el reforzamiento del cerco yanqui y conoce su complicidad con quienes descaradamente piden desde Florida la intervención militar en Cuba un día sí y otro también. Sabe que carecen de ideales y no tienen otro proyecto que destruir la revolución y los sentimientos de solidaridad y fraternidad con los pueblos del mundo que ha sembrado, barrer sus conquistas de justicia social, educación, salud y disfrute de la cultura y la recreación para todos, liquidar la soberanía y la independencia lograda con la sangre de generaciones. Restaurar, en suma, el capitalismo neocolonial mafioso imperante hasta el triunfo revolucionario, con sus indignidades, que ahora se teñirían del putrefacto neoliberalismo miamense.

La marcha es ilegal puesto que viola varios artículos de la Constitución. Quienes la citan no solicitaron el permiso de las autoridades, como establece el estado socialista de derecho, se limitaron a informarlo en abierta provocación. Es perfectamente comprensible que La Habana impida con la ley en la mano esta burda incitación de la contrarrevolución subordinada a Washington, en violación de la Constitución y del orden que democráticamente se han dado los cubanos.

Según el Cuba Money Project, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional otorgó a finales de septiembre unos 6 millones 669 mil dólares para proyectos subversivos en Cuba, de un total de 18 millones que puede destinar hasta 2023. Entre los principales beneficiarios están el Directorio Democrático Cubano, dirigido por Gutiérrez Boronat, que ha recibido 617 mil 500 dólares, y los medios creados para la campaña mediática contra Cuba. Un total de 170 millones de dólares fueron dedicados por Trump a la subversión contra la isla, sin contar los fondos secretos de la llamada comunidad de inteligencia y del Pentágono para ese fin. El presidente Díaz-Canel ha sido categórico: “no vamos a legitimar el accionar imperialista en la política interna”.

Tomado de La Jornada

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