Cuba y Estados Unidos, mirar a fondo

Liset García
28/9/2018

¿Qué ha cambiado en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos?, es la pregunta que se hizo el periodista y profesor canadiense Arnold August, para llegar a conclusiones, o quizás, a aproximaciones acerca de esa compleja cuestión, por cierto, de larga historia. Las respuestas podrán hallarse en su texto más reciente, Relaciones Cuba-Estados Unidos. ¿Qué ha cambiado?, ya en librerías, y que tendrá varias presentaciones en universidades y otros espacios, a partir del Sábado del Libro, del 22 de septiembre pasado, en la calle de Madera de La Habana Vieja.


 Portada del Libro
 

Al iniciar el recorrido del autor y su libro por la capital del país, ante un público conocedor, el ensayista Luis Toledo Sande afirmó que leerlo aporta luz sobre la permanencia esencial del imperialismo como sistema afanado en dominar al mundo, ya acuda —no solo si de Cuba se trata— a rejuegos engañosos, como la línea representada por Barack Obama, o a la desfachatez con que Donald Trump encarna la vertiente más groseramente agresiva.

Con prólogo de Keith Ellis, Profesor Emérito de la Universidad de Toronto, este libro es uno de los que el activo escudriñador de la realidad nacional —en los últimos veinte años de su vida ha hecho frecuentes viajes a la Isla— ha publicado aquí y en el extranjero. Otros como Cuba y sus vecinos: democracia en movimiento (Editorial Ciencias Sociales, 2014), y Democracy in Cuba and the 1997-98 Elections (Editorial José Martí, La Habana, 1999), forman parte de su copiosa obra, que incluye numerosos artículos, fruto de sus investigaciones.

Publicado por la Editorial Oriente, Relaciones Cuba-Estados Unidosfue traducido por la escritora Aida Bahr, y en el prólogo el experimentado intelectual y político Ricardo Alarcón adelanta que “poner fin al engaño, rescatar la verdad y ayudar a que los demás la comprendan es un desafío que debe ser asumido con rigor académico e integridad intelectual. A ese empeño contribuye este libro de Arnold August, quien antes nos había entregado otros textos esclarecedores y valerosos, sobre el sistema político cubano y su comparación con el de sus vecinos, incluido Estados Unidos. Los trabajos de August lo diferencian radicalmente de la mayoría de los autores que han abordado estos temas (…) porque (algo que otros ni siquiera intentan) August analizó la experiencia cubana desde dentro, viviendo en Cuba como un cubano más…”.

Entre otros capítulos, el lector tendrá a su alcance “Desafíos para Cuba en 2017 y después”, “El bloqueo: de Obama a Trump”, “Entrevistas con cinco de los principales expertos en relaciones Cuba-Estados Unidos” y “Fidel y la guerra cultural relámpago encabezada contra la ‘dictadura’”, cuyos alcances hablan del riesgo que asumió el autor al desafiar la opinión hegemónica sobre tales escabrosos asuntos.


Arnold August. Foto: Internet
 

Periodista febril, llega incluso a disculparse con sus lectores porque, al estar imbuido en las indagaciones para lograr esta edición cubana, se vio obligado a “suspender mis artículos regulares sobre las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Esto fue una decisión difícil para mí pues sentía que estaba abandonando a mis leales lectores, tanto hispanos como angloparlantes”, y ahora confía en que “esta nueva publicación compense tal interrupción”.

Como casi todo su tiempo lo dedica a examinar, armar su rompecabezas de información y procurar que no le falte ni una pieza, para él ningún dato es menor o pueril. Por eso busca y encuentra para tejerlos con precisión. Su olfato de investigador acucioso, su visión política, su honradez, y hasta su bondad, lo guían. “Trabaja como un buen cubano”, diría otro amigo sincero de esta nación, Keith Ellis.

En su persistente búsqueda, asume todos los riesgos, incluso el de ser considerado intruso. Más allá de su “atrevimiento”, lo beneficia el hecho de tener acceso a fuentes que muchos estudiosos nacionales no hallan fácilmente; las toma para estudiar, comparar, valorar.

En todo caso, el público cubano tendría que agradecer su “intromisión”. Si entre ellos hubiera ingenuos, el autor los ayuda a desentrañar lo que no siempre se presta, a simple vista, para su cabal entendimiento. Quienes juegan en otras posiciones aquí hallarán miradas que abren un camino al diálogo y al razonamiento. A eso invita August, a quien, sin dudarlo, habría que pedirle, además, que siga al lado de Cuba. Aunque él se encarga de probar que no es necesario pedírselo.

Quien recibió la Medalla de la Amistad en julio del pasado año, otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba, a propuesta del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, afirma: “En un momento en que la Revolución Cubana está librando una batalla decisiva para defender su dignidad, su soberanía y su cultura socialista ante las presiones estadounidenses, es una necesidad imperiosa para los cubanos identificar la mentalidad que ayuda a Washington a introducir sus nuevas tácticas, seguidas por Trump, por supuesto, para obtener el mismo objetivo de cambiar el régimen. Esta perspectiva distorsiona las relaciones entre Cuba y Estados Unidos inclinando la balanza hacia este último”.

Acerca de su interrogante inicial, la respuesta sería fácil para quienes dentro del país, sobre todo los nacidos luego de 1959 —cerca del 80 por ciento de la población—, no han conocido otras realidades que las provocadas por el cruel bloqueo estadounidense. No ha cambiado nada, dirían. Y los acontecimientos del 17 de diciembre [1] , y los posteriores a esa fecha de 2014, tampoco han modificado sus vidas. La lectura de este libro podrá acercar más de una respuesta acerca de los cambios planeados y los que se pretenden.

Mas como Arnold August, desgajando mentiras, estratagemas, tácticas intencionalmente programadas por el imperio en su guerra cultural contra Cuba, está atento a cómo capitalizan las circunstancias quienes saben de qué lado del pan está la mantequilla; abre en su reflexión final el mayor signo de interrogación del libro: ¿cuál será el veredicto del pueblo cubano? Responder es un desafío a la inteligencia de oráculos y de quienes quisieran virar al revés la historia nacional. Es un hecho que la pregunta queda abierta, desafiante, para el autor y los públicos que lo lean.