Cubadisco: entre el espanto y la locura

Emir García Meralla
11/10/2018

“… el pasado no perdona… hoy cúrate llorando…”
Rubén Blades

Ya no tiene el nivel de convocatoria cultural y social de sus primeros diez años. A sus principales actores no les interesa estar presentes y, si esto no bastara, se manifiesta como todo un acontecimiento elitista y habanocentrista, con alta dosis de clandestinaje. Ciertamente, se trata del Cubadisco, que ya no es Feria ni fiesta de la música cubana.

Escribo el párrafo anterior desde la soledad del observador pasivo, del actor anónimo que ve como se diluye uno de los más significativos acontecimientos de la música cubana. También lo escribo tras releer —veinte años después— aquella entrevista que diera Adalberto Álvarez al periodista Bladimir Zamora y que fuera publicada en la revista El Caimán Barbudo, bajo el título: “Están matando la música cubana”; y que levantara tanta polémica entre sus colegas músicos. Tal parece que cada una de aquellas reflexiones se convierte en regla para estos tiempos. Solamente han pasado los años y cambiado los actores, que hoy no son precisamente músicos.


Foto: Ministerio de Cultura

 

Leí, con similar pasión, algunas reseñas y publicaciones que, sobre el Cubadisco de entonces, había y han aparecido en diversos medios; algunos de los cuales hoy no existen (¡oh, aquellas revistas de música!). El variopinto cúmulo de opiniones recogidas en esas páginas contaba, en toda su amplitud, cada momento importante del acontecimiento, sus actores y el impacto social y cultural que dejaba el evento. Ciertamente eran otras las condiciones y realidades económicas.

Cubadisco era entonces un acontecimiento en toda la extensión de la palabra, y además una bolsa comercial y cultural para la que se preparaban todos los actores relacionados con la música cubana, en la Isla y en muchas latitudes; ello incluía periodistas, promotores y músicos nuestros, residentes en Cuba y en el exterior. Aunque no pueda creerse hoy, es una realidad que algunos compatriotas viajaban en el mes de mayo a esta ciudad para vivir la fiesta que se desataba y muchas veces en sus alforjas traían proyectos interesantes.

Era también una sucesión de conciertos que acercaba al público y a los músicos cubanos a sus similares de Europa, de Latinoamérica y otras latitudes. Pero eso fue el pasado. Un pasado que gravita como espada de Damocles sobre un evento que, en vez de ser la cabeza de una acción cultural, amenaza con ser el pariente pobre de Primera Línea.  


Un evento que, en vez de ser la cabeza de una acción cultural, amenaza con
ser el pariente pobre de Primera Línea. Foto: Cubadebate

 

Este Cubadisco ha estado signado por la apatía y la desidia de una parte importante de músicos y productores cubanos ante sus tantas incongruencias y veleidades conceptuales. Ante tal constatación, me urge formular varias preguntas:

¿Por qué Cubadisco está divorciado de sus principales gestores, dígase músicos y productores?

¿Por qué esa voluntad elitista y excluyente que hace que los cubanos de a pie desconozcan qué está ocurriendo y no les interese, y que para muchos importantes músicos cubanos sea motivo de discrepancias con sus casas discográficas?

¿Por qué su proyección actual es habanocentrista hasta la médula? ¿Dónde están los músicos y promotores del resto de la Isla?

¿Por qué todo indica que Cubadisco será una sucursal de Primera Línea y no a la inversa?

¿Por qué tal profusión de categorías, premios especiales y comodines y tanto desvelo por no herir susceptibilidades?

¿Dónde está la voluntad de aplicar y utilizar las nuevas tecnologías para acercar las producciones discográficas, al menos durante estos días, a grandes grupos sociales en espacios diversos? Una acción que la industria de la piratería nacional sabe cómo ejecutar y recibe pingües dividendos en detrimento de la industria y los derechos morales y patrimoniales de los músicos y los sellos discográficos.

¿Por qué se desaprovechan espacios de la ciudad para convocar a los artistas interesados en compartir con el público en general?

Mi rosario de preguntas sería infinito, soy de los muchos a los que les duele el derrotero que está tomando no solo este evento, sino otros que involucran a la música y a los músicos cubanos, que prefieren apostar a sus parcelas y no verse como parte de un todo. Tal vez esa parcelación cultural, musical y social, responda a otros factores; tal vez sea falta de confianza en instituciones o en sus actuales dirigentes. ¿Acaso estaremos legitimando un maratón donde prima más el yo que el nosotros? Lo cierto es que hay preguntas que responder y acciones que tomar y dar, si realmente queremos recomponer el sistema.

Yo prefiero dar media vuelta y seguir pensando que cierta luz llegará, y que estas líneas no son más que malcriadeces y pedanterías de este redactor. Mientras eso está por ocurrir, me mantendré en mi rincón, aferrado a la memoria.