De palacete burgués a museo: 55 años por las artes decorativas en Cuba

Saylin Hernández Torres
22/7/2019

Como un mueble deteriorado al que restaron importancia, pues casi no lo describió para no pagar los altos impuestos de su importación, María Luisa Gómez-Mena, Condesa de Revilla de Camargo, entró a Cuba uno de los secreteres que usó la reina María Antonieta en su Palacio de Versalles, sin que pudiera alguien advertir que lo que entraba al país era una reliquia del siglo XVIII, y nada menos que uno de los únicos tres ejemplares de este tipo de la monarca francesa que quedan en el mundo.

La majestuosidad del inmueble se puede apreciar desde su propia entrada. Fotos: Julio Larramendi
 

El secreter, que hoy se encuentra en muy buen estado de conservación, es la pieza más valiosa que posee el hermoso Museo Nacional de Artes Decorativas, emplazado en el majestuoso palacete de 17 y E, en el Vedado, donde tuviera su residencia hasta 1959 la Condesa de Revilla de Camargo, miembro de una de las familias más acaudaladas de la Isla en aquel entonces, explica Juan Manuel González Rondón, director de la institución.

“María Luisa Gómez-Mena fue una anticuaria muy avezada, y decoró su casa con las reliquias que obtenía de marchantes de arte, como muebles franceses de las centurias XVIII y XIX, y otros valiosos objetos que ahora integran el muestrario del museo, el cual se nutrió también con las pertenencias de coleccionistas y personas adineradas que igualmente abandonaron el país al triunfo de la Revolución”.

 La Condesa de Revilla de Camargo solía esconder joyas y porcelanas en paredes falsas de la casa
cuando se ausentaba de la misma por mucho tiempo.

 

Haciendo historia…

“El inmueble pertenecía al hermano de María Luisa, José Gómez-Mena, quien ordenó su construcción en 1924 pero, al ser terminado en 1927, nunca lo vive, lo regala a su hija Lillian Gómez-Mena de Fanjul, quien tampoco reside en él por mucho tiempo porque resultaba muy costosa su mantención. Es por ello que, cuando la condesa enviuda en 1939, regresa a Cuba y lo alquila a su sobrina.

“La casa está construida con piedras de capellanía, y para su edificación no se escatimaron gastos y se emplearon costosos materiales de importación, como mármoles italianos para los pisos, adoquines de Bélgica y herrajes de bronce con toques de oro, traídos los principales de París, siendo la caoba de la carpintería interior, el único material cubano que se utilizó.

 En la construcción del inmueble se emplearon costosos materiales de importación, siendo la caoba de la
carpintería interior el único material cubano que se utilizó.

 

“La obra, así como su decoración, se encargó a profesionales de la Casa Jansen de París, muy famosa en la época por su éxito en la decoración de palacetes y palacios en Europa”.

Según el director del museo, la condesa vivió en el inmueble hasta 1959, cuando se va y lo deja al cuidado de su sobrino, quien permanece en él hasta 1961, cuando igualmente sale de la Isla para nunca regresar.

“Ella tenía idea de volver, por lo que guarda en los sótanos con paredes falsas la platería y joyas, como siempre hacía cuando viajaba, ya que pasaba de seis a ocho meses en Europa, en la Riviera Francesa, Italia, Estados Unidos o España, y solo en los meses de invierno regresaba a Cuba, momento en que hacía sus famosas fiestas”.

De mansión a museo por 55 años…

“Este es el museo por excelencia de las artes decorativas en Cuba y ha sido destacado por sus visitantes, dada la calidad y el buen estado de sus colecciones, entre las mejores de América. Para nosotros es un orgullo que se haya mantenido por 55 años”.

La institución conserva, a decir de su director, la estructura original con la que abrió sus puertas por primera vez al público como museo, un 24 de julio de 1964: 12 salas permanentes, dos transitorias y una de actividades; el departamento técnico-metodológico, que se encarga del proceso de conservación, documentación y archivo de las piezas; y el área de administración del centro, que cuenta con un total de 32 trabajadores.

Entre sus 40 puertas acoge actualmente entre 33 mil y 34 mil piezas de diferentes manufacturas y materiales, divididas en mobiliario, piedras duras, porcelanas, marfiles, vestuario y textiles.

Componen el catálogo de la institución, piezas de manufacturas de culturas y
marcas de diferentes partes del mundo.

 

Desentrañando el mito del descubrimiento de unas pinturas de gran formato, escondidas detrás de unas cortinas, muchos años después de inaugurado el museo, González Rondón explica que todo se trató simplemente de eso, de un mito.

“Eran unos frescos de Hubert Robert, un afamado pintor francés que destacó durante el reinado de Luis XVI con su recreación de escenas costumbristas y pastoriles. Durante un tiempo las obras se taparon con cortinas de tela roja para montar en la sala en que se encontraban, que era una de las transitorias, una exposición que nada tenía que ver con lo representado en las pinturas. Pero siempre se supo de su existencia”.

De la sombra de la Helms-Burton y los retos futuros…

Ante las posibilidades ofrecidas por la actual administración estadounidense, con la aplicación del título III de la Ley Helms-Burton, a los presuntos perjudicados por las nacionalizaciones de la Revolución cubana a bienes foráneos, de establecer disputas judiciales contra el país en tribunales norteamericanos, el directivo explica.

“Nunca hemos encontrado ningún documento ni hemos sabido que la condesa expresara incomodidad hacia la Revolución. Lógicamente debió sentirse molesta por todo lo que dejó atrás, pero creo que cada persona decide su vida y si ella no hubiera abandonado la casa hoy pertenecería a su familia.

“Hasta este momento nadie ha venido a reclamar nada, e incluso nos han visitado sobrinos nietos de ella que jugaron de niños en esta casa y que se van maravillados y emocionados con su nivel de conservación”. Mas la sombra de la extraterritorial legislación sí se ha hecho sentir en la institución capitalina, en la disminución de los visitantes extranjeros que llegaban al país a través de los cruceros, lo cual ha ocasionado también bajas en los ingresos del museo.

Pese a todo, el Museo Nacional de Artes Decorativas ha acumulado durante sus 55 años una labor admirable en el trabajo de conservación del patrimonio cultural cubano, y parte de ese esfuerzo ofrece frutos:

“El año pasado se creó la Red de Museos de Arte de Cuba, donde este es el centro metodológico que tributa al resto. Ha sido muy importante esta iniciativa, pues a través de ella hemos aportado nuestra ayuda a otras instituciones homólogas del país.

“En el ámbito internacional logramos buenas relaciones con el Museo Castillo de Peralada, España, pues su director, Jaime Barrachina, ayudó a catalogar nuestra colección de vidrios catalanes, la cual resultó ser una de las mayores colecciones de este tipo del mundo y que hoy, gracias a dicha colaboración, formará parte de un catálogo de vidrios españoles en proceso de confección.

“También tenemos vínculos con Francia, Inglaterra, Estados Unidos, México y China, donde especialistas cubanos han realizado estudios para ampliar conocimientos sobre nuestras propias piezas”.

 El Museo de Artes Decorativas posee 12 salas de exposición permanentes y dos transitorias,
además de una sala de actividades.

 

Es así que, plena de retos y objetivos, Juan Manuel González Rondón comenta que la institución concentrará su empeño en vincular más a la comunidad a sus actividades culturales, organizadas para diferentes grupos etarios, a través de un programa de peñas, talleres y proyectos que organiza cada mes, con especial énfasis en el verano.

“Debemos continuar trabajando, además, en el conteo y reinventario de todas nuestras piezas, un proceso en el que estamos inmersos. También nos proponemos continuar insistiendo en la restauración del inmueble, próximo a cumplir sus cien años”.

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