De vuelta a una semilla hecha canción

Ivón Peñalver
1/7/2019

Sigue siendo la canción uno de los géneros favorecidos dentro de la cultura cubana para hacer “responder” sobre esas interrogantes que cada quien hace suyas. De muchas maneras la canción se las ingenia para darle tono y color a todas las que aparecen de aquí y de allá, solo que estas adquieren especial significado cuando el interrogador (entiéndase cantautor en este contexto), luego de marcadas experiencias fuera de casa, regresa a ella cargado de nuevos por qué y suma los que nunca dejó atrás.

Con el beneplácito de reencontrar a este tipo de interrogador, el público amante de la canción podrá seguir compartiendo con un singular intérprete que a inicios de los noventa apostó por una manera otra de decir: su nombre es José Luis Estrada, uno de los integrantes del conocido dúo Cachivache.

Con este él dialogamos para acercarnos a lo que ha sido su más reciente tránsito por la canción, y de qué va este regreso a Cuba, acompañado de un disco en solitario que ha dado en llamar Avril, como mismo se nombra su pequeña.

Fotos: Cortesía de la autora
 

Jaranero, desprovisto de falsas poses, amante del café, Estrada, a la vez que permeado de la llamada música del mundo, afortunadamente no ha perdido su idiosincrasia de isleño. Es por eso que con marcada naturalidad apunta al hecho de recordar hoy lo que fue Cachivache.

“Cachivache fue una prueba de fuego, una experiencia muy feliz dentro de mi carrera. Todos los arreglos y la mayoría de los temas que  interpretábamos eran míos; ahora estoy trabajando solo y se mantiene la misma condición, de hecho los temas actuales son propios, así que siento que en un 93% el concepto sigue siendo el mismo. Lo que sí varía un poco es la adaptación, porque son otros instrumentos: Cachivache era un dúo, con una guitarra y unos cajones de percusión; ahora tengo saxofón, trompeta, además de bajo y percusión menor. Hay momentos en que la cuerda se aprieta, hay momentos en que se afloja, pero la realidad es que soy el mismo personaje diciendo cosas, cosas que siento que brotan, fluyen y tal como las siento me gusta expresarlas, con la misma sinceridad que las experimento”.

Partiendo de esa sinceridad, es que Estrada define su accionar actual. Al respecto comenta: “Sigo haciendo el freejazz, trova con timba, con son y funk, esas continúan siendo las líneas conductoras de mi propuesta artística. Y estas líneas han sido mis resortes de expresión, incluso antes  de estar con Cachivache, así que ahora con mi banda, qué mejor. Antes (en tiempos de Cachivache) la sonoridad la lograba con la boca; ahora, el hecho de haber introducido estos instrumentos me permite explorar zonas antes no visitadas. Pero en esencia continúo cantándole al amor y procuro que una vez que salgo al escenario lo que reciba el público sea eso, amor, regalado a mi manera. Por eso creo que si el tema se va a pegar lo hará, si no, no lo hará; pero la comunicación, la conexión con el público, es lo que privilegio ante todo y para ello la máxima es regalar amor. Necesito que mi corazón siempre vuele hacia el público. Mira ahora mismo este estribillo que estoy preparando:

El corazón se me escapó/ yo no lo vi cuando se fue

Cuando volvió lo regañé/ lo castigué y lloró

Y me dijo que se volvería a escapar

Cuando volviera a aparecer…

Coro: Yo ando con todo el mundo, no me importa quién…

“Esa es un poco mi filosofía; lo que me importa, me sostiene e inspira es cantar. Por eso hasta temas como ‘Cáscara de mandarina’, entre los más conocidos, son hechos desde el amor y para él. No me detengo en nada más”.

La mejor prueba, diría yo, es que este, su primer disco, se nombra como su hija, Avril. Por cierto, es un fonograma que ya ha despertado el interés de muchos seguidores, de disqueras cubanas como Bis Music, y que ostenta una nominación al Cubadisco en la categoría de trova, y dos premios en el Festival Cuerda Viva, uno en el apartado figura del año y el otro con el videoclip junto a Waldo Mendoza.

“El disco fue hecho con la productora francesa EMIANARA Productions e intervinieron en el proceso de grabación Studio Scorpio y Estudios Chiquitica Records, gracias a la cooperación de mi hermano Waldo Mendoza.

“Como experiencia además de musical, humanamente fue muy rica. Intervinieron Joel Hierrezuelo en la guitarra, percusión y coros; Luis Manresa, bajo; Inor Sotolongo, percusión; Julito Padrón, trompeta; Yoel Moreira, saxofón; Carlos Hueso, güiro; Roldán González en uno de los temas, al igual que Waldo Mendoza; Pedro Carmona, guitarra tres; Alejandro Falcón, piano; Elijah Hierrezuelo, percusión, y Alejandro González Parrondo, piano. Todos músicos cubanos.

 

“Es un disco que muestra todos los caminos (géneros) que me gusta transitar. Lo integran 12 temas, entre los que encuentras canciones más líricas y otras explosivas, diríase un tanto locas. Es un disco que echó a andar muy rápido y desde hace ratico también en Cuba. Por cierto, aquí tuvimos un espacio en el Centro Cultural Fresa y Chocolate que se repletaba; en Fábrica de Arte ya hemos presentado muchos temas, y ha tenido igualmente buena acogida.

“Fuera de Cuba tal vez para septiembre ruede un videoclip con Waldo Mendoza, de uno de los temas del disco, y en París debo grabar un clip con Roldán, con el tema ‘Los amigos’, también del disco. Hay posibilidad, además, de participar en un festival de jazz en República Dominicana muy pronto. Estos son algunos proyectos inmediatos, pero cualquiera de ellos y otros que puedan sobrevenir me hacen muy feliz porque son resultado de un trabajo que viene del corazón”.

Y ese corazón José Luis Estrada lo ha expuesto a un público europeo, esencialmente francés, por eso me asaltaba la interrogante de cómo asumir lo cubano dentro de esas fronteras, y cómo salir de ellas, sin perder las esencias. No obstante, la duda fue saldada de inmediato.

“No es difícil porque todo el mundo tiene un novio (a), uno canta y si a alguien le gusta se saldó cualquier deuda. No tiene que ver el idioma, la música no tiene fronteras y lo único que no se puede quedar en casa es el corazón. Trato de universalizar los sentimientos, eso sí, pongo al amor como pretexto de todo lo que diga o haga.

“Más allá del contenido, desde lo formal he tratado, y con este trabajo lo confirmo, que el disco contenga imágenes que vayan más allá de la palabra. Por ejemplo, encuentras sonido del mar, del viento, hay un coche que va para Bayamo… Recuerdo que cuando estábamos casi terminando el trabajo hablé con Joelito y le dije que aún le faltaba, pues necesitaba insertar las imágenes que cada historia me venía pidiendo, y así fue. En estos momentos preciso que la música tenga imágenes y no quiero dejarle esa última responsabilidad solo a la palabra. Es una especie de “onda cineasta” en que he me ido involucrando. Esto es lo que realmente le pone el punto final a lo que siento”.

José Luis Estrada, creador habanero, ciudadano del mundo musical que lo ha abrigado, considera estar transitando por la etapa más feliz de su carrera; hay una madurez personal que inexorablemente lo conduce hacia la música, y el orgullo de ser y sentirse cubano, lo hace adquirir una responsabilidad inmensa.

Como todo reencuentro, luego de haber paseado el mundo y residir por largos períodos en Francia, crea algunas expectativas, aun cuando el reencuentro sea con lo que siempre le perteneció. Hay un público que le recuerda y que de alguna manera lo acompañó, y están los más jóvenes que no conocen su trabajo; para unos y otros, su expectativa es: “Entrar en la olla musical que se cocina en la Cuba de estos días, formar parte de esa olla artística que es abierta, diversa, intergeneracional, pero sobre todo auténtica. Si mañana hay que ir a Inglaterra se va, pero la expectativa es ser conocido en mi país”.

Para José Luis Estrada, graduado del Pedagógico Enrique José Varona en Cuba, exaspirante a ser profesor de enseñanza artística y quien obtuvo dos discos de Oro como percusionista de Orishas —otra etapa valiosísima de su carrera—, se inicia otro ciclo en su Isla, que se llama Avril. Una propuesta discográfica con la que se puede reír, al escuchar “Un pescaito al otro”, o “Mi Fotingo”, al tiempo que se sublima el sentimiento con el tema “Los amigos”, se abre una brecha de esperanza con “Avril, mamá y papá”, y en la que no se deja de “guarachar” junto al tema “Flavia”: un amplio espectro de posibilidades que propone y que, contra cualquier pronóstico, anda de vuelta a una semilla hecha canción.