El 17 de enero de 1958 Alicia conquistó el Bolshoi con su Giselle, acompañada por Vladilén Semiónov,[1] la prensa moscovita no escatimó elogios para su actuación.

A decir de Fernando Alonso, “Alicia, invitada a bailar en los principales escenarios de la Unión Soviética, obtuvo la primicia de representar a la escuela americana y, a la vez, convertirse en la primera bailarina clásica de América invitada a bailar en ese país”.

Alicia Alonso y Vladilén Semiónov. Fotos: Cortesía del autor

Ambos habían arribado a Moscú a finales de diciembre de 1957 tras un difícil itinerario: Habana-México en una aeronave de Cubana de Aviación; de México a París, en un vuelo de Air Canadá; de París a Praga en Air France y de Praga a Moscú en Aeroflot. La primera actuación de Alicia tuvo lugar en el Teatro de Ópera y Ballet de Riga, capital de Letonia, el 31 de diciembre de 1957, con Giselle, junto al primer bailarín Harold Rittenbergs, y después, en otra actuación, bailó El lago de los cisnes. Esa noche, pese a las bajas temperaturas invernales reinantes, el teatro acogió a un público expectante que abarrotó el recinto para ver danzar a la cubana, y Alicia no los defraudó. Su interpretación de Giselle fue aclamada unánimemente, y una gran cantidad de flores cubrió el escenario. El propio cuerpo de baile la llevó en hombros hasta su camerino y, cuando salió del teatro, una multitud de admiradores la estaba esperando para acompañarla hasta su hotel.

Según señaló A. Viltsin: “Ya por el primer espectáculo de Giselle se puede decir que Alicia Alonso es un caso insólito en el arte contemporáneo del ballet. La bailarina cubana domina con su técnica precisa y virtuosa y con su ligereza y temperamento escénico extraordinarios. En la escena de la locura produce una enorme impresión, alcanzando una gran fuerza dramática. Seguir la actuación de Alicia Alonso desde el principio hasta el fin del espectáculo es disfrutar de un sincero goce artístico”.[2]

“La imagen de Giselle creada por Alicia Alonso es, en varias maneras, rara, pero al mismo tiempo, adorable y convincente”.

En Leningrado —actual San Petersburgo—, el debut tuvo lugar el 7 de enero de 1958, en el célebre teatro Kírov —actual Mariinski—, el maravilloso coliseo de butacas de terciopelo azul y profusos adornos dorados donde debutaran Anna Pávlova y George Balanchine. Como homenaje, que Alicia agradeció con la mayor emoción, le asignaron el mismo camerino que había utilizado la Pávlova, cuyo espíritu, de seguro, se regocijó por la feliz decisión.

Alicia volvió a ser Giselle en la ciudad del Neva (San Petersburgo), acompañada por Vladilén Semiónov, primer bailarín de la prestigiosa compañía leningradense, y no solo el público asistente la aplaudió emocionado, sino también el cuerpo de baile en el escenario. Bailarines, músicos y funcionarios acudieron a su camerino a expresarle su admiración, y, de nuevo, pese al intenso frío, cientos de leningradenses la esperaron a la salida del teatro para saludarla.

Para Tatiana Vecheslova, “La imagen de Giselle creada por Alicia Alonso es, en varias maneras, rara, pero al mismo tiempo, adorable y convincente. Ella logró conmover y apoderarse del espectador. Lo que nos sorprende es la forma peculiar con la que la Alonso nos ha mostrado una imagen perfeccionada hasta en los más mínimos detalles. Ella percibe la vibración de la música. Este es el más alto elogio que puede darse a un artista de la danza”.[3]

El éxito se repitió con el doble rol de Odette-Odile en El lago de los cisnes, para cerrar así el capítulo lenigradense, nuevamente la estación de trenes se abarrotó de sus seguidores que acudieron a despedirla.

La propia Alicia cuenta cómo fue el regreso a Moscú en el crudo invierno de inicios de 1958: “En el Bolshoi me asignaron un frío camerino bajo tierra, con el espejo roto y los muebles tapizados de morado. En el tocador, un vaso con rosas amarillas: los dos colores tradicionalmente de mala suerte para los bailarines”.

“Alonso (…) percibe la vibración de la música”.

No obstante, la noche en que llegó al ensayo programado, se sorprendió al encontrar una enorme cantidad de público allí presente: el Bolshoi en pleno quería tener el privilegio de verla ensayar su gran creación. “La Giselle de Alicia Alonso emocionó y cautivó plenamente a los espectadores”, fue uno de los titulares más difundido por los diarios culturales.

Tomó clases con Asaf Messerer,[4] Alexandra Fedórova junto a Galina Ulánova y Maya Plisétskaia, entre otras.

En el magno coliseo moscovita conoció a Maris Liepa, con quien bailaría años después. En el Bolshoi de Moscú, Maris Liepa era adorado como una de sus grandes y legendarias estrellas masculinas.

Además del Teatro Bolshoi, donde fue condecorada con su prestigioso emblema y tuvo que dejar un par de zapatillas como recuerdo de sus actuaciones, Alicia se presentó en la Sala Tchaikovski y en el Teatro del Palacio de los Congresos del Kremlin de Moscú.

Con las actuaciones en Moscú se suponía que concluyeran sus presentaciones, pero las autoridades culturales le pidieron extender la gira hasta Kiev, la capital de Ucrania.

Ekaterina Furtseva, ministra de Cultura agasaja a Alicia en el camerino del Bolshoi.

“Alexandra Fedórova, la más importante profesora que he tenido, me hablaba del pasado en Rusia, del gran esplendor que tenía el ballet en la época imperial y que ya no existía. Yo encontré todo lo contrario: un desarrollo extraordinario del ballet, en cada centro de trabajo. Además, me hablaban con gran respeto y admiración de Fedórova. Cuando regresé, yo le conté todo esto a ella”, así Alicia de algún modo resumió lo impresionada que había vuelto de su primer viaje a la Unión Soviética:

 (…) no alteré mi caracterización —de Giselle— cuando bailé en la Unión Soviética (…) Tampoco allí me fue requerido, pues una de las principales razones de presentar a una artista invitada es la de proporcionarle al público la oportunidad de tener la experiencia de la interpretación particular ofrecida por la bailarina visitante, y para aquella ocasión los artistas soviéticos modificaron, hasta cierto punto, sus interpretaciones para acoplarlas con la mía. Sin embargo, observé nuevos aspectos en la interpretación de otros roles —particularmente la madre de Giselle—, y los tomé en cuenta al montar mi versión de la obra para el Ballet Nacional de Cuba.


Notas:

[1] Vladilén Semiónov, destacado bailarín y profesor de ballet. Fue bailarín solista del Ballet de Kirov entre 1950 y 1972.

[2] Revista Letonia Soviética, Riga, 1957.

[3] Revista Cultura Soviética. Leningrado, enero de 1958

[4] Asaf Messerer, bailarín, coreógrafo y profesor, comenzó a enseñar en la escuela del Bolshoi en 1923. Es uno de los coreógrafos de ballet rusos más altamente respetados y reconocidos. Hoy es recordado como uno de los grandes pedagogos del ballet ruso.