Del Cubadisco y otras nominaciones

Yansert Fraga León
8/5/2017

Lo más esperado del espectro musical cubano en el último año se dará cita del 13 al 21 de mayo cuando se celebre la 21 edición del premio Cubadisco 2017. Dedicado esta vez al movimiento de la Nueva Trova y al 150 natalicio de Sindo Garay, viene con una variedad de propuestas de rica factura e incuestionable calidad musical.

Resaltan nuevamente las principales casas discográficas cubanas que, como ya es costumbre, copan las principales nominaciones. La Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), con 39 títulos nominados, encabeza una lista en la que también aparecen Colibrí con 37, Bis Music con 27, y Abdala con 9. Es de destacar el número cada vez más creciente de producciones independientes, sobre todo, en las categorías de Rock, Música Urbana y Música Electrónica; y la incursión de una disquera extranjera, Tumi Music, que presenta el disco Miky y Repa, de La Reyna y la Real.


Miky y Repa, uno de los discos nominados.

No por esperado, el principal galardón de la industria musical cubana deja de generar opiniones encontradas; sobre todo, por la manera en que año tras año se hacen las nominaciones y se organizan las categorías a premiar.

Me constan los esfuerzos del comité organizador por dar al certamen la notoriedad que por derecho propio se merece y, muy especialmente, la labor de que quien ha fungido durante años como presidente del evento, el músico y promotor cultural Jorge Gómez; quien ha trabajado arduamente por consolidar la gestión entre casas disqueras, productores, instituciones culturales, artistas. Sin embargo, aún persisten deslices organizativos que lastran el óptimo desarrollo y dejan sabores amargos tanto en los músicos como en los melómanos más reticentes.

Primero, el maremágnum musical que genera el Cubadisco no encuentra un asidero promocional respetable: hasta el momento, apenas una mención de su gala de nominados en la prensa plana diaria (Juventud Rebelde) y algunas entradas muy específicas en sitios web (Suenacubano, La Demajagua, Opus Habana y algunas emisoras de radio) no es representativo, como tampoco lo es el hecho de que a estas alturas la televisión no se haya hecho eco del festival ni los nominados estén en los principales espacios culturales televisivos.

Veo como uno de los grandes desaciertos haber convocado la gala-conferencia de nominados el 28 de abril, en medio de la jornada por las celebraciones del Día Internacional del Jazz; un evento que, por su importancia, se robó la mirada de especialistas y la prensa toda esa semana. Lastrada por el incumplimiento del horario previsto, la monotonía argumental de un guion sin provocaciones mayores, donde los propios nominados apenas asistían fríamente a recibir su estatuilla; y por el desliz de casi no haber música en un evento de la música (con todo respeto de mis amigos Mauricio Figueiral y Adrián Berazaín, creo que debió programarse un talento que mostrara la diversidad genérica y musical que convoca el premio donde participaran los nominados; incluso si la idea era mostrar la trova como género al cual se dedica esta edición), son algunas de las carencias mayores del diseño nominal.

Por otra parte, saltan a la vista varias incongruencias al encontrar un programa por momentos inexpresivo, que presenta muchas cosas de manera general y pocas especificaciones. En el Pabellón Cuba, por ejemplo, sede del recinto ferial, ocurrirán “cosas” desde el 16 de mayo: “conferencias, presentaciones, ventas discográficas y otros productos culturales”, sin especificar horarios, títulos a presentar, novedades de los stands… Lo mismo ocurre con otros espacios como el Cidmuc, donde sucederá el Simposio Internacional Cubadisco, o con las programaciones artísticas de la Casa de la Música de Miramar, La Piragua o los Jardines de La Tropical, cuyas descripciones apenas refieren “música bailable”; en otros casos, como en los Jardines del Mella, solo puede encontrarse a “artistas nominados en Cubadisco 2017”. Esto, lejos de contribuir a la promoción del evento y a orientar la jerarquización de los públicos, deja la impresión del bosque donde no se distinguen los árboles.

El programa, integrado por galas y conciertos trascendentales como la de Premiación el propio 13 de mayo en el Astral, o la de Clausura, homenaje a Sindo Garay, el 21 de mayo en el Teatro Nacional de Cuba, deja fuera, sin embargo, otros momentos importantes como el concierto de La Colmenita los días 20 y 21 de mayo en el Karl Marx.

Y lo acoto porque tanta calidad musical reunida merece una mejor atención; si no, baste una mirada general a las principales categorías y sus nominados. De las 140 producciones nominadas en 29 categorías, sobresalen muchas donde la calidad debe provocar decisiones divididas del jurado. A mi juicio, las más reñidas se encuentran en Trova, Música Popular Bailable, el Jazz (tanto solista como ensembles) y la Música de Cámara.

En Trova están nominados Más, de Frank Delgado; Flores del futuro, de Pablo Milanés y Miguel Núñez; Te doy otra canción, de Nelsón Valdés; Que se haga la luz, de Tony Ávila (todos de Bis Music); y Como si fueran mías, de Eduardo Sosa (Colibrí). En la categoría Música Popular Bailable (Maestros) se presentan Más duro, de El Niño y la Verdad; ADN, de Alain Pérez; Made in Habana, de Issac Delgado; Mis 21 años, de Gerardo Piloto y Klímax (todos de la EGREM); y Changanero, de Yumurí y sus hermanos (Bis Music).


Yissy García, el único nombre que se repite en La voz del autor.
Foto: Raúl Enrique Medina Oramas

Por su parte, en Jazz, dividido en solistas y Jazz Ensemble, se presentan Última noticia, de Yissy y Bandancha; Omío, de Fidel Morales; Real Proyect, del proyecto del mismo nombre (por la EGREM); Andino, de Jorge Luis Pacheco y Javier Zalba; Valdés Brother’s, de Leyanis y Jessie Valdés (por Colibrí); y The grand concourse, de Dayramir y Habana Entrance (Independiente). Mientras, en Música de Cámara optan por el premio Navidad en el Caribe, de Ars Longa; Alma con alma, de Frank Fernández; Música catedralicia de Cuba, del Coro de Cámara Exaudi, la Orquesta del ISA y la Camerata Vocale Sine Nomine; y Elegía al saxofón, de Javier Zalba y Saxos Cuartet, todos del sello Colibrí. Como se aprecia, un abanico interesante y con suficientes atributos para extasiar al más exigente de los melómanos.

Individualmente destacan Yissy y Bandancha, quien además de sus nominaciones en Jazz suma las distinciones en Ópera Prima y Espectáculo Musical Audiovisual con Descarga, de Manuel Ortega. Esta última categoría, por cierto, es otra que se las trae, ya que reúne también los espectáculos The Arango’s World. Eugenio Arango, de Mayra María García; Luna Manzanares en vivo, de Enrique Carballea y Mildrey Ruiz; 50 de 22 Pablo Milanés, de Juan Pin Vilar; Repercusiones. Ruy López-Nussa; y Abbilona. Cantos Afrocubanos. Osaín del Monte, ambos de José Manuel García.  Los “eléctricos” de Homagno, Los Papines con Rumbeando a mi manera; y Buena Fe con su última producción Sobrevivientes, destacan también entre los proyectos con más de una nominación.

La variedad de propuestas musicales va de la mano en esta edición de la variedad generacional, algo que se viene notando desde hace al menos dos años. En esta ocasión, el empuje de los jóvenes talentos se impone en casi todas las categorías, excepto en aquellas en que se ha dividido para lograr la “paridad competitiva”, como en la de Música Popular Bailable. Además de Yissy García (cuatro nominaciones), resaltan la juventud y el talento de Osaín del Monte, Leonardo Gell, Real Proyect, los hermanos Valdés, Luis Franco, Andy Rubal, Roniel Alfonso, todos los djs de Música Electrónica y Electroacústica, entre muchos otros.

Mención especial merecen las alianzas entre disqueras y organizaciones de creadores que tantos frutos dieron en el Cubadisco 2016. Este año se destacan en ese sentido los fonogramas Pa´ que te sosiegues, de Toques del Río; El que busca encuentra, de Andy Rubal, ambos de la relación AHS-EGREM; y Te doy otra canción, homenaje del trovador Nelson Valdés a los 30 años de la Asociación Hermanos Saíz, bajo el sello Bis Music.

El movimiento de la música electrónica en Cuba, como en el resto del mundo, viene tomando fuerza desde hace años. Ya va siendo hora de que las principales disqueras cubanas presten atención a este género, que en la Isla tiene innumerables seguidores y ha consolidado un sello propio con la mezcla de la música cubana con otros géneros universales y remixes de temas antológicos del patio. Lo mismo ocurre con el rock y el hip hop, donde se presentan esta vez, de manera independiente, bandas de excelente factura como Ánima Mundi, The Shepal y Tesis de Menta, en el caso del primero; y exponentes del underground cubano de reciente trayectoria como La Reyna y la Real o D’ Mente.

Poco seria, a mi juicio, es la división entre Música Urbana y Hip Hop, como si la última no formara parte de la primera. Meter en un saco salvador no va a resolver el problema de la promoción de determinados géneros. Hasta donde mis menguados y poco especializados conocimientos recuerdan, la música urbana integra todos los géneros del complejo cultural rap-hip hop. Si no queremos priorizar la promoción del reguetón, ¿por qué permitimos que compita? Si compite, ¿cuál es el temor a llamarlo por su nombre? Si hay un ganador en esa categoría (lo cual implica poseer valores musicales), ¿por qué entonces después no se promueve? Muchas preguntas; algunas aún no tienen respuestas.

Nelson Valdés, uno de los artistas no capitalinos con mayor presencia en los medios de difusión masiva. Foto: Internet

Sigue faltando, dentro de las categorías, la de Productor Musical, labor fundamental que repercute en la calidad y sello de cada uno de los fonogramas que se presentan. Cubadisco debiera reconsiderar esta idea y sumar un incentivo más para dignificar el trabajo a veces anónimo de un grupo de profesionales cubanos que esgrimen todo su talento y se comprometen cada año con los productos que tienen bajo su cargo. A mi juicio, no basta con agasajar la trayectoria vitalicia de una u otra figura, también debiera reconocerse el mejor desempeño al productor en uno de los fonogramas nominados.

¿Carencias?, los especialistas, musicólogos, productores, casas discográficas y músicos podrán señalar algunas. Considero, no obstante, que ha sido diverso en un diseño que, por supuesto, debe perfeccionarse. Si me preguntan, creo que Toques del Río, la banda de jóvenes pinareños, debió estar también nominada en Ópera Prima con su fonograma Pa´ que te sosiegues; que el disco Raíz, del Septeto Santiaguero, debió estar en Música Popular Tradicional, no en Raíces Soneras y Campesinas, donde llegan novedades como los discos del Coro de Claves y el Septeto Espirituano, verdaderos aportes al rescate de nuestras raíces musicales. En fin, esas son solo sugerencias de un amante de la música cubana, no de un especialista.

En esa diversidad musical deben destacarse también las categorías Compilación y Música con los títulos de la Colección Memoria, De mi viejo Santiago, y De la trova un cantar (todos de EGREM); Cantando a Sindo Garay (Colibrí), y Colección 40 Años de Música José María Vitier (Abdala). En Tradición Afrocubana resaltan, junto a los ya mencionados discos de Los Papines y de Eugenio Arango, Patrimonio, de El Millo e Iyerosun; The suite abakuá, de Kevin Barreto & Afrocuba de Matanzas; y Mujeres en la rumba, del Team Cuba de la Rumba.


El pronóstico de Yansert Fraga. Ilustración: La Jiribilla

Cubadisco 2017 promete seguir siendo el festival insignia de la música cubana. La variedad y calidad de sus propuestas así lo certifican. Su organización, siempre perfectible, es la muestra de cómo el trabajo mancomunado entre las disqueras, los artistas y las instituciones de la cultura, debe seguir perfeccionándose para lograr que la industria musical se vanaglorie de contar con la manifestación más encumbrada de la cultura cubana.