PALABRAS DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO DESDE MI HABANA DE LA PERIODISTA KATIUSKA BLANCO

Desde mi Habana

Fidel Antonio Orta
29/10/2019

Presentar el libro Desde mi Habana, cuando todos sabemos que nuestra ciudad arribará en noviembre a sus primeros 500 años, le otorga a este lanzamiento un singular toque de distinción. Pero si La Habana no estuviera por cumplir esa edad, tendríamos que realizar la presentación con el mismo entusiasmo que hoy nos convoca, pues se trata de páginas que no fueron concebidas para conmemorar una fecha cerrada. Lo que aquí nos reúne y seduce es una capital de columnas, portales y balcones invisibles, una urbe construida hacia adentro, como si su autora, dejándose caer desde la piel hacia el alma, nos permitiera un nuevo acercamiento a su yo más profundo, muchas veces oculto tras la fuerza de una luz indudablemente necesaria.

Cubierta del libro Desde mi Habana de Katiuska Blanco, con ilustraciones del artista de la plástica Ernesto Rancaño.
Fotos: Flor Nodal, Casa del ALBA Cultural

Desde mi Habana también pudo llamarse Desde mi sueño, la verdad de un mundo interior donde las olas traen los versos, donde voy a vivirme, donde un fonógrafo se convierte en fascinación eterna, donde una fina violeta puede volar bajo la lluvia hasta transformarse en ave blanca. He ahí la esencia cardinal de este libro, todo un horizonte de sensibilidad y ternura, abrazos repetidos, y árboles, y lámparas, y turbiones de recuerdos que apenas le dejan espacio al movimiento.

Presentación del libro Desde mi Habana. En la mesa se encontraban Katiuska Blanco, autora del libro, Fidel Antonio Orta y el director de la Editorial Verde Olivo Rigoberto Santiesteban.

Puedo asegurar que el lector interesado no encontrará aquí vocablos impuestos o barroquismos inservibles. Ni mensajes pasajeros, ni líneas en fuga, ni fríos ornamentos, ni recursos experimentales que no tengan sentido. Desde mi Habana, cuya fina publicación estuvo a cargo de la editorial Verde Olivo, es un libro que aporta alegría estética, aunque algunas de estas crónicas, escritas en diferentes momentos, guarden en su fondo la poderosa corteza del rocío, capaz de enfrentar y vencer tempestades.

Hace un momento mencioné la palabra “crónicas”, cuyo alcance, por regla general, siempre se ve asociado a trabajos periodísticos. Entonces debo hacer un paréntesis para decir que estas crónicas de Katiuska Blanco (La Habana, 1964) marcan la diferencia entre el periodismo de ocasión y la verdadera literatura. Desde mi Habana es un libro escrito con mano maestra, donde la prosa poética, e incluso la propia poesía, cabalgan con elocuencia junto al acto narrativo de contar la historia, hasta entregarnos finalmente la plenitud espiritual de un texto limpio, libre por completo de simulaciones y golpes de efecto.

Desde mi Habana, que para mayor fortuna incluye en su cuerpo ilustraciones del gran artista Ernesto Rancaño, es el libro de las pequeñas cosas, dictado tal vez por un duende que habita en el alma de su autora, una mujer que observa la vida desde un mirador profundo y asume la acción de vivir con cristales de aumento; los mismos cristales que luego le permiten detenerse en detalles que casi nadie ve, escucha, siente o palpa con asombro sobre la piel del viento.

Público asistente a la presentación.

En la propia introducción del libro, ya de por sí una delicadísima ventana inicial, aparecen dos líneas que tocan fondo y señalan la raíz: “Es imposible repasar la papelería de Katiuska Blanco sin deslumbrarse ante la magia que impregna a todo cuanto escribe”. Y en ese paisaje real-íntimo-maravilloso, que con virtud de primera mano le abre las puertas a los bordes del mundo, van apareciendo disímiles rostros: Enrico Caruso, José Martí, Pablo Neruda, Rodrigo de Triana, Sherlock Holmes, Dulce María Loynaz, Eliseo Diego, Robin Hood, Fina García Marruz, Miguel de Cervantes, Diego Rivera, Jorge Luis Borges, Volodia Teitelboim, Rafael Alberti, Gabriela Mistral, Oswaldo Guayasamín, Antonio Gades, Julio Cortázar, César Vallejo, Carlos Gardel,Alejo Carpentier, Fidel Castro y alguien que para la autora continúa siendo un punto de partida: Guillermo Cabrera Álvarez. Pero todo ello haciéndose eco de una máxima aristotélica de vital importancia: la finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas.

No exagero si ahora afirmo que el inicio de cada una de estas crónicas, sinceras e imaginativas de principio a fin, puede ser perfectamente el inicio de un cuento o de una novela. Por ejemplo:

“El hombre se incorporó, tomó el catalejo del velador y alzó la vista más allá del cristal de la habitación…Luego acercó la mirada a los rompientes. De súbito, el hombre fijó el lente en la cresta de las olas que acercaban y alejaban un madero con persistencia obstinada. Se volvió hacia Matilde, aún perdida entre las sábanas, y le dijo: el mar me ha traído un escritorio…”

La autora dedica uno de los libros.

Katiuska Blanco deja de ser aquí la renombrada periodista que todos conocemos y asume con altísimo vuelo su condición de escritora, ya conocida y elogiada por algunos, muy especialmente a partir del año 2003, cuando dio a conocer su imprescindible Todo el tiempo de los cedros. Sin embargo, con Desde mi Habana, la autora logra fragmentar en pedazos el extenso silencio de ser ella misma y se nos presenta sin afeites, demostrándole al todavía dudoso que el buen periodismo y la buena literatura pueden caminar juntos por un mismo camino.

Tiempo al tiempo, pues estoy seguro que en otro mes de octubre, y quizá entre las paredes de este mismo recinto, presentaremos en el futuro una novela de Katiuska Blanco, o un libro de cuentos, o un cuaderno de poemas, o un ensayo histórico de indudable valía.

Entrega a la autora el Director de la editorial el Sello 60 Aniversario
de la Editorial Verde Olivo, a propuesta del MINFAR.

Lo dijo Lezama Lima hace ya varias décadas: cada palabra tiene preludios. Sea, pues, Desde mi Habana, la obertura de aquello que vendrá, impulsado por el encanto que tiene su autora para convertir en milagro el perfil intangible de lo cotidiano y volar, volar bien alto, como si todo el cielo formara parte de una sinfonía.