Con el propósito de reconocer, visibilizar y estimular a las manifestaciones tradicionales que cumplen aniversarios importantes durante 2021, homenajeamos a una agrupación que celebra 40 años de existencia; de estirpe caribeña, específicamente franco haitiana, orgullo para su comunidad y donde se realiza anualmente uno de los eventos más significativos de la cultura popular tradicional del país organizado por un municipio, con la participación de más de 300 portadores pertenecientes a las comunidades reconocidas como de procedencia haitiana existentes en la geografía nacional. Nos referimos al grupo portador de tradiciones franco haitianas Naggó.

El grupo portador de tradiciones Naggó surge a partir de las primeras organizaciones músico danzarias generadas por los inmigrantes haitianos.

Cuando hablar de comunidad portadora de tradiciones en Cuba en un lugar privilegiado se trata, hay que mencionar a Primero de Enero, conocida desde antaño como Central “Violeta”. Cuál fue mi asombro cuando la visité por primera vez en los años 90 del siglo pasado y desde entonces ha significado en lo personal un referente inigualable en la salvaguardia y viabilidad de los sellos identitarios como legado inquebrantable e inextinguible en la cultura cubana; logrado gracias a la certera previsión de sus habitantes en la formación del entretejido etnodemográfico generado por décadas, donde cada cual desde su rol se encuentra comprometido con su cultura y su raíz de estirpe franco haitiana. Si nos detenemos en su composición poblacional, más del ochenta por ciento de sus habitantes son descendientes de haitianos, lo cual demuestra las potencialidades como escudo cultural en el afán de mantener viva una tradición que les pertenece por herencia y resistencia cultural.     

Naggó es una agrupación fundada el 14 de octubre de 1981, que al igual que los grupos portadores La Gran Familia y Okay fueron parte del proceso llevado a cabo por la confección del Atlas Etnográfico de Cuba: Cultura Popular Tradicional, devolviendo la tradición a la comunidad luego de encontrarse prácticamente en el olvido.

Esta comunidad es un escudo cultural en el afán de mantener viva una tradición que les pertenece por herencia y resistencia cultural. Fotos: Cortesía del autor

Este grupo portador se localiza en la zona azucarera de Primero de Enero, perteneciente a la provincia de Ciego de Ávila, territorio que constituyó una plaza importante para las migraciones en la primera mitad del siglo XX. A esta localidad llegó un grupo considerable de inmigrantes de la región del Caribe, mayormente de Haití y Jamaica, que prefirieron establecerse en esa región al encontrar la esperanza que los hizo venir a Cuba: emplearse como fuerza de trabajo. En parte cumplieron sus expectativas, aunque a decir verdad no del todo; integraron los listados de obreros asalariados para los cortes de caña en tiempo de zafra azucarera y del cultivo y recolección del café.

La comunidad de Violeta fue uno de los tantos lugares que sirvieron de asentamiento para aquellos inmigrantes venidos específicamente de Haití. Estos hombres y mujeres, luego de cada jornada de trabajo, se reunían para disfrutar de sus cantos, toques y bailes aprendidos y manifestados en su tierra natal; tanto los de carácter laico como los religiosos y rituales. De esta manera se comenzaban a construir los procesos de asimilación a través de la práctica del patrimonio que trajeron consigo, como sus creencias, costumbres del culto a sus deidades y, sobre todo, la celebración de la Semana santa haitiana (el bandé-rará) como genuina y máxima expresión de su cultura.

“Estos hombres y mujeres, luego de cada jornada de trabajo, se reunían para disfrutar de sus cantos, toques y bailes aprendidos y manifestados en su tierra natal”.

El grupo portador de tradiciones Naggó surge a partir de las primeras organizaciones músico danzarias generadas por los inmigrantes haitianos. En sus inicios solo representó la manera de festejar o hacer honor a las celebraciones que realizaban en Haití, y de las que sentían nostalgia. Estas reuniones tenían sus momentos cumbres en la Semana santa (bandé-rará), donde el grupo salía a visitar a otros barrios de asentamientos haitianos que festejaban a la par. Sus puntos de congregación eran guardarrayas, bateyes, cuatro caminos y otros lugares, con un propósito común: cantar, bailar y conmemorar al ritmo de los tambores las costumbres, saberes, así como arraigos traídos por los inmigrantes.

“En su repertorio el grupo cultiva toques, cantos y bailes reconocidos por la comunidad franco haitiana, como el gagá, el vodú, el ibó, congó, merengue…”

Así, con el decursar del tiempo, se crea uno de los espacios de intercambio, confrontación y diálogo de la cultura popular tradicional más reconocidos en el país; nos referimos al evento de raíces haitianas Eva Gaspar In memoriam, donde acuden anualmente cientos de cultores practicantes pertenecientes a las diferentes manifestaciones y comunidades de haitianos y sus descendientes existentes en toda la Isla. Su celebración coincide siempre con la fecha de la Semana santa. Se hace impresionante el desarrollo del baile del “gagá” o “bandé-rará”; mientras no faltan el arte culinario de tradiciones haitianas y la adoración de sus santos, su bebida popular conocida como “tifey”.

El grupo portador de tradiciones franco haitianas Naggó es orgullo de su comunidad.

En su repertorio el grupo tradicional cultiva toques, cantos y bailes reconocidos por la comunidad franco haitiana, como el gagá, el vodú, el ibó, congó, merengue, obra a papá quede, obra a papá levá, entre otras.

La agrupación tradicional de origen franco haitiano Naggó es invitada permanente y fundadora de la Feria Nacional de Arte Popular, ha participado en diversas ediciones del Festival del Caribe, ostenta el Premio Gueba Crellor y el Memoria Viva, ambos otorgado por el Instituto Nacional de Investigaciones de la Cultura Cubana Juan Marinello, así como la Placa Heredia, entregada en el contexto de la Fiesta del Fuego en el año 2007.