Distraernos en el arte de Cordero

Violeta Hormilla
10/12/2019

Una palabra puede escribirse de tantas formas, tamaños, colores… En mis ratos de limbo puedo pasar horas formando letras a partir de puntos alineados, a ratos esas uniones llegan a convertirse en términos, incluso, cuando ese estado casi místico se alarga, los puntos sobre el blanco llegan a ser frases extensas y cargadas de un poder que, no por desconocerlo deja de ser real.

Fotos: Andy Romero García

A kilómetros de mí, alguien dedica horas completas a formar, también, palabras a partir de puntos perfectos. Distamos no solo en espacio, sino en lo que perseguimos con nuestras creaciones. Por mi parte la inercia rutinaria me lleva a esa especie de trance. Él, sin embargo, busca replantearse una realidad no absolutamente suya, sino compartida. Lo hace en forma de arte, a partir de grandes cuadros que llevan sobre sí una carga de esperanza (si esta palabra puede acuñarse como tal) y reflexión.

De ese alguien llamado Raúl Cordero (La Habana, 1971) reunamos sus obras en la serie Arte para una mente distraída. Esta muestra encontró el sitio justo para conversar con quien, al contemplar estos cuadros, encuentre un oasis y que su vida (poco importa si distraída o no) tome, al menos, un matiz distinto. El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana resulta un santuario para estas personas amantes del buen arte y la metamorfosis del alma.

Cordero es un pintor cubano de la generación artística de los 90 en la Isla. Comenzó a exponer su trabajo en Europa y Estados Unidos. Sus obras forman parte de la colección de diversos museos, como el Museo Nacional de Arte Moderno Centro Pompidou, el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (LACMA), el Museo Extremeño Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC), entre otras instituciones ilustres del arte contemporáneo internacional.

“Cordero ha creado a lo largo de los años un universo muy personal que conecta tradiciones estéticas como la pintura de referencia fotográfica y el arte conceptual basado en el texto. Elementos que emergen de sus pinturas se convierten luego en instalaciones de textos, esculturas y videos, entre otros medios usados por este artista”, explica el programa de la expo.

Esta serie presentada en el Museo Nacional de Bellas Artes se inauguró el 29 de noviembre y estará expuesta hasta el 2 de marzo del próximo 2020. La curaduría estuvo a cargo de Niurka Fanego, quien comenta en el catálogo de la exposición que “con una obra sostenida desde la interdisciplinaridad, los lenguajes múltiples y la constante búsqueda de los discursos, Cordero deviene filósofo del tiempo al presentarnos un volumen importante de asuntos sobre los cuales especular”.

La muestra la conforman nueve grandes cuadros con la técnica del acrílico, específicamente para las palabras formadas por puntos dorados sobre pinturas que varían en los tonos: claros y (o) brillantes azules y rojos, con la constante de presentar el fondo desde el desenfoque, en pos de no interferir en el texto que es la columna vertebral de las obras. Cuenta también con una instalación, a la entrada del museo, con letrero lumínico, así como un video de Cordero durante el proceso de creación de una de las obras.

Arte para una mente distraída resulta la posibilidad de dialogar con nuestras realidades que van desde la política hasta la espiritualidad. Es hallarse frente a un “agujero negro” y viajar, a través de puntos dorados que devienen palabras tanto en inglés como en español, al interior de nuestro ser y hacer.