El arte de la ilustración: un alto para reflexionar hacia el futuro

Carina Pino Santos
27/4/2020

En un periodo de necesario aislamiento social por la pandemia de la Covid-19 en esta primavera inolvidable por adversa del 2020,  escritores, artistas, músicos y otros creadores de las más diversas manifestaciones, nos concentramos en dedicar más tiempo a la actividad intelectual o artística que solemos realizar, generalmente, de forma independiente e individual. Es, de paso, un momento provechoso para aproximarnos más a los lectores e internautas, con textos capaces de motivar al examen sobre diversas temáticas que, no por escasamente abordadas,  dejan de ser significativas como sucede con la ilustración artística y los ilustradores cubanos.

Al inicio de año, una muestra titulada Ilustreichon nao, ofrecía una selección de la ilustración contemporánea cubana donde podía hallarse una selección de obras de artistas cubanos que han cultivado la manifestación desde un concepto abierto y expansivo, exhibición que, por cierto, abrió el programa expositivo y de proyectos en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales (CDAV).

El título de la muestra colectiva nos remitía a la famosa serie de volúmenes Illustration Now, publicados por Taschen, que integra amplias selecciones de ilustradores de decenas de países, donde una puede hallar tanto los más afamados, como otros menos conocidos; ediciones, en verdad, bellamente ilustradas con fotos a color de obras y proyectos que de paso sirven como plataforma promocional para posibles editores interesados a nivel internacional. De ahí que Elisa González, la curadora de la exposición y especialista del CDAV, realizó una alusión, no exenta de humor, al titular la exposición así, de modo que remitía a esa posibilidad editorial anhelada por muchos ilustradores en el mundo.

Cartel: Internet
 

Según nos expresó en entrevista el día de la apertura, su propuesta curatorial partió de considerar la ilustración como un lenguaje visual contemporáneo en que los creadores mantienen “esa cualidad descriptiva y encanto narrativo que la hace tan seductora”. Además, acotó que no se centró en la ilustración editorial, publicitaria o cartelística, sino al tema del sueño y lo onírico, a manera de un ejercicio de introspección para el ejercicio de cada participante.

Artistas de la gráfica como Raúl Valdés (Raupa), Edel Rodríguez (Mola), Nelson Ponce, Fabián Muñoz, Michele Miyares, Marla Albo, Pablo Montes de Oca, y una docena más fueron incluidos por la especialista en esta selección.

El repertorio de imágenes era estilísticamente variado, aunque naturalmente, siendo tan vasto el espectro del concepto de ilustración empleado, aun pudiesen haberse presentado otros creadores. En esta dirección, la curadora subrayó que su invitación fue extendida a más artistas, incluso a aquellos que no se hallan en Cuba, mas el hecho de que su solicitud incluía que la obra no fuera digital, considera que también pudo influir en la limitación para enviar sus obras desde el exterior.

“La ilustración ha estado marcada por el encargo editorial o publicitario, y en este caso, es el de una exposición en sí. Además, hay ilustradores que trabajan instalativamente, incluso en libros infantiles, que generan maquetas, de modo que la ilustración, en mi opinión como curadora, es un lenguaje estético-artístico” —me expresó en aquella oportunidad la especialista.

Algunos de nuestros más popularmente conocidos ilustradores como Mola y Nelson Ponce, saltaron la línea convencional de la  bidimensionalidad, para asumir la instalación o el objeto tridimensional. A la vez que otros como Raupa, Renier Quer (Requer), Fabián Muñoz, Marla Albo, Michele Miyares, nos dejan en sus cuadros bidimensionales, imaginarios que develan la temática solicitada en sus estilísticas propias y estéticas por las que solemos identificarlos. Vale recordar también, que varios de los artistas incluidos son cultivadores, además, del video arte, el cartel, el diseño gráfico, la instalación, y la obra gráfica artística, entre otras manifestaciones.

Más allá de ello, la exposición fue significativa por cuanto impelía a reflexionar sobre la ilustración artística en sus muy diversos soportes, expresiones y fines profesionales, así como en el contexto que rodea a los ilustradores artistas cubanos en la actualidad.

Mi consideración es que como bien proponía en su tesis curatorial Elisa González, la ilustración no queda al margen, sino que en la contemporaneidad se integra a la renovación y expansión de las disciplinas artísticas, en un panorama signado por la hibridación de artes diferentes, así como, agregaríamos, surcado por la presencia de las tecnologías digitales.

En ese sentido, pudiera decirse que la historia es demostrativa de cómo la imagen en tanto ilustración es inseparable del desarrollo cultural en sí, ha tenido una finalidad estética y comunicativa y por tanto se halla a través de los siglos, relacionada con el texto o el mensaje. Asimismo, no debemos olvidar que en este siglo XXI, donde se verifica la virtual y vertiginosa diseminación de conocimientos, la transversalidad entre los saberes, el surgimiento de nuevos públicos y otros modos de acceder a la lectura y las artes, y máxime, el predominio de la imagen visual, el arte de la ilustración adquiere cada vez más importancia.

Sin embargo, entendida aquí como arte, no se nutre solo de su propia evolución, sino también de fuentes imprescindibles que contribuyen a su legitimación.

Si nos referimos a nuestro país, por ejemplo, ahora mismo existen varias promociones de ilustradores cubanos con una calidad artística y técnica reconocidas en el país e internacionalmente. Mas apenas se le otorga un examen a este tema por parte del sector de la crítica especializada, y tampoco es usual hallar que se promocionen obras de recientes ilustradores y que estos sean tan conocidos por su quehacer como otros creadores visuales.

En Cuba somos poseedores de una cultura sedimentada de este arte a lo largo de la historia, pues el arte de ilustrar posee una memoria relevante apreciable en los álbumes de nuestro siglo XIX colonial, así como a través del papel protagónico de la manifestación artística en la República neocolonial, cuando fue un arte introductorio de la modernidad y de las vanguardias artísticas del siglo XX.

No obstante, nuestros limitados recursos en la coyuntura actual, y otros factores que sería extenso abordar aquí, no están favoreciendo, por cierto, un panorama debidamente alentador para nuestros ilustradores. Centros como la Editorial Gente Nueva que posibilitaron dar a conocer obras de maravillosos artistas cubanos, y donde luego emergiera el Grupo Nueva Gente (2009); instituciones como la Vitrina de Valonia, en que también se han realizado talleres y publicaciones sobre historietas, han sido emblemáticos en su incidencia para el desarrollo de la ilustración cubana. Sin embargo, hoy se observa insuficientes espacios y publicaciones, curadurías e investigaciones, trabajo promocional y recursos para su producción.

Ciertamente la ilustración y sus cultivadores demandan una atención curatorial, editorial, pedagógica y de divulgación más intensa que se revele en curadurías, dé a conocer a los artistas, considere propiciar mejores condiciones para que los expertos y críticos de arte contribuyan con nuevas miradas e investigaciones y posibilite ampliar el marco de superación, mediante cursos y talleres que puedan viabilizar herramientas prácticas y conceptuales para todos aquellos con vocación de ilustradores, aunque no sean estudiantes de San Alejandro, el Instituto Superior de Diseño o la Universidad de las Artes.

En relación a este último aspecto, debo resaltar que ya hay proyectos significativos como El Laboratorio de Soluciones del Proyecto de desarrollo social integral y participativo de los adolescentes en La Habana Vieja, A+Espacios Adolescentes de la Dirección de Gestión Cultural, Patrimonio Cultural, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, donde se incita la imaginación creativa de los adolescentes y jóvenes, y en general a sensibilizarnos sobre el papel de la ilustración como vía para comunicar imaginarios literarios y plásticos.

De cualquier modo y pese al contexto poco favorecedor ahora mismo, la ilustración artística ha mostrado su resiliencia frente a dificultades especiales en el contexto de un país bloqueado y con escasos recursos, ello se evidencia en la emergencia constante de promociones de ilustradores cubanos que han sido reconocidos por la calidad de su obra nacional e internacionalmente. Mas, subrayo, ello no es óbice para señalar que son insuficientes los espacios, publicaciones, así como la creación de condiciones eficientes para la producción artística, sin olvidar aquellas otras para el decursar de la crítica de arte sobre el tema.

De ahí que sería sustancial, incluso diría, urgente, contar con un catálogo amplio y especializado de nuestros ilustradores, cual registro y selección que proporcionara una divulgación eficiente y asimismo memoria donde se dieran a conocer sus obras, información técnica y exégesis crítica.

Si bien enfrentamos en estos momentos limitaciones poligráficas, ello no debe ser impedimento, sino más bien por el contrario, puede compulsarnos a buscar eficientes respuestas o soluciones capaces de colaborar en la vida creativa de los ilustradores, sin olvidar su ineludible promoción, y algo no menos importante, establecer vías que propicien la investigación de historiadores del arte y críticos, pues el diseño gráfico y la ilustración son también producciones, cuyos resultados se revelan en la evolución del desarrollo cultural y el incremento de la economía creativa en una actualidad internacional, donde su presencia denotativa es transgeográfica y adquiere cada vez más relieve.