El líder más genuino

Piero Gleijeses
21/11/2017

¿Qué representa Fidel para mí? Imágenes sueltas, pedazos de frases que conozco de memoria. Las palabras de un amigo, Nelson Mandela, cuando estuvo en La Habana en julio de 1991: “Venimos aquí con el sentimiento de la gran deuda que hemos contraído con el pueblo de Cuba. ¿Qué otro país tiene una historia de mayor altruismo que la que Cuba puso de manifiesto en sus relaciones con África?”.
 

“Fidel, el líder revolucionario más genuino de todos los tiempos”. Foto: Internet
 

Y las palabras de un enemigo, Henry Kissinger, en sus memorias, cuando se preguntaba por qué Cuba envió sus soldados a Angola a fines de 1975, desafiando a Brezhnev, que estaba en contra; desafiando a Sudáfrica, que había invadido Angola; y desafiando a EE.UU., que estaba en impúdico contubernio con Pretoria. Kissinger apuntaba que Fidel “era tal vez el líder revolucionario en el poder más genuino de aquellos momentos”. Fidel envió sus soldados porque sabía que la victoria del Eje del Mal —Washington y Pretoria— hubiera significado la victoria del Apartheid, el reforzamiento del dominio blanco sobre los pueblos de África Austral.

Cuando empecé a investigar hace 25 años sobre la política cubana en África ya tenía una imagen muy positiva del papel de Cuba, pero pensaba que, al revisar los documentos, encontraría algunas cosas que no me gustarían, aspectos negativos, por pequeños que fueran. Y pasó lo que nunca me hubiera imaginado. Después de revisar 16 000 páginas de documentos cubanos, decenas de miles de páginas de documentos estadounidenses, sudafricanos, británicos y de muchos otros países terminé aún con más admiración que cuando empecé, en aquel lejano 1994.

Cualquiera que sea la grandeza de su pensamiento, un comandante en jefe necesita de ayudantes y de todo un pueblo para llevar a cabo sus ideales. Cuando pienso en Fidel pienso en Raúl, pienso en Polo Cintra Frías, pienso en mi hermano y maestro Jorge Risquet, y pienso en los cientos de miles de internacionalistas cubanos —los batallones de Fidel Castro–, soldados y civiles que tanto ayudaron a los pueblos del Tercer Mundo. Y pienso en el pueblo cubano que los respaldó.

No conozco ningún otro país para el cual el altruismo haya sido un componente tan clave de su política exterior. No conozco ningún país más que Cuba que por tantos años, contra vientos y mareas, haya demostrado tal generosidad y valentía en su política exterior. Esto es lo que Fidel representa para mí.