“El mundo está al revés”

Estrella Díaz
15/4/2020

A pesar de la pandemia que vive hoy la humanidad, el artista visual cubano Andy Rivero continúa apegado a sus pinceles y a sus lienzos porque “en algún momento, cuando todo el planeta regrese a la normalidad”, expondrá en la prestigiosa y habanera galería Villa Manuela —de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba— una muestra personal titulada BNR.

En conversación exclusiva —vía telefónica— con La Jiribilla, Andy (La Habana, 1965), reveló que BNR significa Blanco, Negro y Rojo con lo que da “continuidad y cierre” a una etapa que viene trabajando desde hace unos cuatro años: “hay dos exposiciones que la preceden y en ambas los colores usados son, justamente, esos”. Esos colores simplifican la gama que ha venido trabajando hasta ahora y cuando usa el blanco contra el negro —al ser opuestos contrastantes—, el blanco se hace más blanco y el negro se hace más negro por lo que se crea una tensión visual dramática y, por otra parte, el rojo es un color intermedio que sirve como elemento unificador o de ruptura, enfatiza Andy.

Obra Sueño en otro idioma, acrílico sobre tela. Fotos: Cortesía del entrevistado
 

“La muestra contará con un aproximado de doce piezas y estoy pensando concebirla con elementos instalativos, algo difícil de lograr desde la abstracción: nunca me ha gustado hacer una exposición de forma tradicional y cuando afirmo esto, me refiero a museografía, al montaje y la manera de presentar la visualidad total de la exposición. Siempre me preocupo porque las cosas no se parezcan”.

¿Por qué aseguras que con BNR vas a cerrar un ciclo?

“Hace unos años que estoy trabajando con esa gama y quiero desprenderme e iniciar un nuevo proceso de creación, indagar novedosas ideas auxiliándome de otros soportes como la madera u otros materiales que se asocian al arte povera y con el reciclaje: voy a ponerlos en función de mi obra”.

Tu obra tiene un marcado carácter abstracto/expresionista que la hace, en cuanto al trazo, muy libre, pero hubo como un paréntesis en el que rompiste con tu propia obra…

“No me gusta que me encasillen como que solo soy un pintor abstracto: soy un artista y por lo tanto puedo hacer de todo; el término artista de la plástica ha quedado un poco atrás y ahora se denomina artista visual, es decir, que puedes hacer fotografía, pintura, video, escultura, instalación, cerámica, grabado, ¡todo! Ahí está el secreto: no poner barreras, límites, murallas o estancos cerrados que lo que hacen es restringir la creación y, por lo tanto, el arte”.

Durante los días de la pasada XIII Bienal de La Habana, en la sede del Taller Experimental de Gráfica, expusiste una suerte de performance instalativo titulado Mundo en que todo estaba al revés: lo que normalmente está en el suelo estaba en el techo y viceversa, ¿algo de este espíritu estará en la muestra que preparas?

“La propuesta que llevé a la Bienal fue una especie de sala invertida: el techo era piso y el piso era techo. Creo que fue una obra atractiva e interactiva porque daba la oportunidad de participar. El propio desarrollo que ha alcanzado la humanidad en todas las esferas de la vida ha llevado al hombre a un proceso de retroceso en el sentido de que esos saberes no se emplean, por ejemplo, en función del cuidado del medio ambiente y de la propia humanidad. La pieza habla de que, por un lado, hay un desarrollo tecnológico notable y por otro, el mundo está al revés y las riquezas están distribuidas desigualmente”.

Mundo, instalación. XIII Bienal de La Habana.
 

¿Por qué has adoptado el abstraccionismo como manera de expresión?

“La abstracción tiene mucho que ver con mi personalidad, con mi manera de pensar, con mis inquietudes, carácter y pensamiento que, creo, es dinámico. Soy graduado de diseño que es una especialidad que se rige por normas y reglas que no se pueden violar: el diseño tiene que hablar un mismo lenguaje para todo el mundo y la abstracción contrapone y contradice los principios del diseño en los que estoy formado. No obstante, en mi obra se nota que hay reglas del diseño que empleo a la hora de componer y de pintar en, por ejemplo, la analogía de los colores. La abstracción me da la libertad de expresarme y cada espectador hace su propia interpretación, de ahí la multiplicidad de la obra”.

Tienes una extensa obra realizada desde la gráfica, ¿existe dicotomía entre la pintura y el grabado?    

“Son dos lenguajes diferentes. Para un artículo publicado recientemente en la revista Arte Cubano y de la autoría del reconocido crítico Nelson Herrera Ysla, tuve que revisar mi obra producida para el Taller Experimental de Gráfica de La Habana. Sinceramente, quedé sorprendido ante los más de trescientos grabados que atesora ese archivo. Puedo decir con satisfacción que tengo una obra hecha en grabado.   

En cuanto a su realización, el grabado posee una manera diferente de hacerse si se compara con la pintura porque tienes que concebir el final desde el principio. Además, el grabado te da la posibilidad de multiplicar la obra —que puede estar en varios sitios a la vez—, y también su precio es mucho más asequible para mayor cantidad de bolsillos. Igualmente posee un encanto especial a la hora de realizarse porque, por lo general, se genera desde talleres y la pintura se hace en solitario. El laborar en colectivo potencia la creación debido a que otros artistas o los impresores están, constantemente, opinando y dando su criterio sobre la obra. Y eso, muchas veces, enriquece el trabajo”.

Lo que me dijo un pájaro, óleo sobre tela.
 

¿No molesta?

“A veces sí, pero los grabadores tienen un alto sentido de gremio y, por lo general, aceptan las opiniones. Esa es mi experiencia en el Taller de Gráfica de la Catedral. En mis inicios aprendí mucho de Eduardo Roca Salazar (Choco) a quien constantemente le estaba preguntaba y él me aconsejaba: ‘quita un poco de aquí’, ‘refuerza más el color’, ‘agrega más texturas’. Y esos intercambios me han enriquecido durante los treinta años que llevo haciendo grabado e, incluso, muchas veces se me reconoce más como grabador que como pintor. Otro aspecto que fortalece el grabado es que tiene muchas maneras de hacer: xilografía, calcografía, colagrafía, litografía, cincografía, la punta seca, o sea, tiene diversas variantes de expresión dentro de la misma técnica. La pintura es más singular, quizás, más única”.

En tu quehacer, ¿hay divorcio ente el grabado y la pintura?

“No, porque en mi proceso de trabajo trato de en pintura, imitar al grabado y cuando hago grabado, imito la pintura; deseo que haya un lenguaje dicotómico entre las dos maneras de hacer: es como un matrimonio que, a pesar poseer personalidades diferentes, se unen en un punto y establecen una comunicación en una misma dirección”.

Metáfora de la inocencia, óleo sobre tela.
 

Hoy, creo, hay una nueva mirada hacia el abstraccionismo, ¿me equivoco?

“La abstracción durante un tiempo estuvo un tanto apagada, pero felizmente en los últimos diez a quince años se ha venido haciendo una renovación dentro de la propia abstracción a nivel internacional, y en Cuba también. Incluso existen críticos muy prestigiosos que desdeñan la abstracción y otros que sí han profundizado en el tema. La abstracción no es multitudinaria ni se trata de pintar cualquier cosa y considero que es una de las formas más difíciles de expresión: pintar un cuadro abstracto —que este técnicamente bien realizado, que emocione y que estremezca— es bastante difícil”.

Indudablemente tú has logrado una marca, un sello, ¿conscientemente te lo propusiste?

“Con los años de trabajo uno va depurando, creando un estilo propio y una personal manera de usar colores, trazos y líneas que lo van diferenciando del resto y así, poco a poco, uno va conformando su propio universo”.   

Eres un artista visual que tiene una presencia notable y sistemática en las redes sociales, ¿ese accionar retroalimenta tu obra?

“Las redes sociales se pueden usar para bien y para mal. En mi caso utilizo las redes para hacerme visible. Por ejemplo, cuando ubicas una obra inmediatamente recibes comentarios tanto positivos como negativos, y eso es una manera instantánea de promocionar tu quehacer. A diferencia de los catálogos, las revistas especializadas, la radio o la televisión, las redes sociales tienen un alcance mayor y ello conlleva a que te puedan ver, al mismo tiempo, en Europa, en Asia o en las Américas. En lo personal no le temo a las influencias, al contario, creo que las influencias fortalecen, pero el punto está en no parecerse a nadie: lo que uno debe de absorber es el espíritu de la obra y trasladarlo a su propia gestualidad, atmósfera y emoción”.

Orgía de la sangre, óleo sobre tela.
 

Decías al inicio que BNR cerrará un ciclo en tu carrera, ¿puedo suponer un cambio total en la paleta?, ¿volverás a la explosión de color que te caracterizó en períodos anteriores?

“No tengo claro qué voy a hacer, pero intentaré buscar algo nuevo: no detenerme en lo ya hecho sino mirar hacia delante porque la creación no es más que la búsqueda constante, el experimento permanente y el trasgredir el propio proceso creativo”.

¿Obra soñada?

“No quisiera jamás hacer la obra cúspide porque una vez que lo logre, sería muy difícil sorprender, y a mí no me gusta tener las estrellas en la mano sino recorrer el largo camino hacia ellas.”

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