Iba a cantar La Bayamesa cuando
se le acercó la muerte, en un disfraz de humilde mensajera.
Hay unos vándalos sucios más allá, le dijo,
mercando al por menor la Patria.
De los que vamos eres, susurró, ¡Vamos!
Y él se lanzó a galope, como siempre
sin escuchar el grito que la muerte ungía
ya en su disfraz de excelsa dama.
Moneda en mano, escapaban los vándalos
en su disfraz de humildes renegados,
retemblando en su huida
con los tibios compases de La Bayamesa
que Vicente esgrimía, guitarra en ristre.

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