Elogio de Marta Anido

Yamil Díaz Gómez
30/1/2019

Cuando se dice que Santa Clara es la Ciudad de Marta, enseguida pensamos en Marta Abreu de Estévez, la célebre benefactora y patriota. Pero también viene a las mentes agradecidas el nombre de una intelectual que, a sus 87 años, es capaz de subir a la loma del Capiro para ofrecer una conferencia.

¿Qué no le ha dado Marta Anido a su pueblo, a su gente?

En el dramático momento de las definiciones, ella no se alistó en el bando de los burgueses expropiados, sino donó a la joven revolución tabloncillos, espejos, barras, piano, discos y partituras para poder hacer en grande lo que, a menor escala, ya había intentado con su peculiar y privada academia.

 El premio nacional de danza Lorna Burdsall, que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, le fue
concedido a Marta Anido Gómez Lubián, vicepresidenta del Comité Provincial de la Uneac en Villa Clara
y figura imprescindible en el estudio y desarrollo de las artes escénicas, en especial del ballet.
Fotos: Cortesía del autor

 

No hay derecho para olvidar que sus alumnas, antes de convertirse en profesoras o en bailarinas del Ballet Nacional y el Ballet de Camagüey, iban con una barra portátil a ofrecer clases abiertas por los barrios de Santa Clara; o que en la escuela de Marta se concedían anualmente dos becas para niñas sin recursos económicos.

Ni hay derecho a olvidar que Marta Anido es nuestra bailarina, y en ella queda mucho de aquella pequeña que a los ocho años comenzó a formarse en un arte tan difícil y que a los veinte se pulía en la Academia Alicia Alonso. Algunas fotos nos recuerdan a la bella artista que encarnó a Odette: la joven reina convertida en cisne.

Hoy Marta Anido exhibe una belleza diferente: la de quien lleva 7 décadas de vida artística y sigue contagiándonos con su espíritu.

¿Qué no le ha dado Marta a su ciudad?

No solo ha regalado cuanto aprendió con Nina Feodoroff y con Fernando Alonso. No solo fue capaz de sostener durante 15 años un colegio de Ballet a 300 kilómetros de La Habana.

Aquellos cinco folletos de danza que publicó, sus 9 cursos como profesora en la Universidad de Las Villas y 10 como directora de la Escuela Vocacional de Arte representan apenas un fragmento de su incansable faena pedagógica.

Marta es una de las pocas personas que prodigan gratuitamente sus conocimientos y reparten su gracia. Y cada día ofrece a los cubanos, de cualquier generación, una lección contundente sobre aquello que llaman alegría de vivir.

Marta Anido con Liuba María Hevia.
 

Así como Odette, la de El lago de los cisnes, fue transfigurada por un mago, Marta ha dejado caer un dulce hechizo sobre los que hemos trabajado junto a ella en el Museo de Historia; la Dirección Provincial de Cultura o el Comité villaclareño de la Uneac.

Quienes la escuchamos por la radio o leemos sus artículos en El Santaclareño y la revista Signos, tenemos mucho que agradecer a la estudiosa y folclorista. ¡Cuántos quedamos arrobados ante esa firma de "Marta Anido Gómez Lubián", por donde corre la sangre de Julio Jover, de Chiqui Gómez y tantos otros grandes de la Patria.

La bailarina, la promotora, la investigadora tiene un estante lleno de premios y condecoraciones; pero el Lorna Burdsall lo guardará en un lugar de privilegio, porque lo ha recibido en su ciudad, con el aplauso de quienes más la amamos.

Marta querida, nadie padece como tú los atropellos con que la ignorancia castiga al patrimonio. Nadie disfruta como tú cualquier victoria de Cuba y su cultura.

Por eso hemos venido hoy abrazarte. Te oímos disertar sobre la cruz del puente, la luz de Cerrocalvo o el jinete del cuartel de Lepanto, seguros de que tú misma eres otra leyenda. Sentimos el orgullo enorme de sabernos tus contemporáneos. Vivimos la felicidad de verte ascender al Capiro con tu ingenua sonrisa, como si no supieras, entrañable Marta Anido, que tu nombre está escrito en lo más alto de nuestra montaña.

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