Aunque la tenemos entre nosotros, hermosa y fuerte como siempre, nos citamos aquí porque Petra Röhler, al entrar en esa augusta edad que llamamos “de la jubilación”, concluye su período laboral, y el Ministerio de Cultura de la República de Cuba ha decidido acompañarla entregándole la Distinción por la Cultura Nacional.

El ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, entregó la Distinción por la Cultura Nacional a Petra Röhler.
Foto: Tomada del perfil de Facebook de la Embajada de Alemania en Cuba.

Es un hecho que no tiene muchos precedentes, acaso ninguno. Dicha condecoración se ha otorgado a creadores foráneos y a nacionales residentes fuera de la Isla, pero no tenemos noticias de que la ostente ningún funcionario extranjero por los servicios prestados en Cuba, y a Cuba, en el ámbito cultural. ¡Cuán justo comenzar por ella! Lo merece de sobra, podríamos apuntar de manera más coloquial. Sería imposible reseñar aquí los aportes que Petra ha sumado a ese universo.

Sus 20 años en las oficinas de la Consejería cultural de la República Federal de Alemania como asesora del Instituto Goethe coincidieron con dos décadas de particular alcance en el lugar y el activismo de las artes en Cuba.

A la agenda de grandes eventos de nuestras instituciones, al sinfín de otros más pequeños por iniciativa de artistas y organizaciones, a las acciones gestadas desde la propia Alemania, y a las multiplicaciones a que dieron lugar, Petra contribuyó con incansable compromiso: textos y programas académicos dentro de la Feria Internacional del Libro, cine alemán en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, presentaciones de importantes compañías de su país en el Festival de Teatro de La Habana, proyectos en común con la danza, la música, con la ópera a través del Teatro Lírico Nacional y las agrupaciones sinfónicas y una extensa relación después de los puntos suspensivos.

“Petra nos deja un sólido ejemplo de gestión cultural, que servirá a ambos lados del Atlántico (…)”.

Y Petra estuvo siempre al lado, y en medio, de cada ambición compartida, en las aristas de su concepción, en los ajustes para hacerlas viables, en la sumatoria de apoyos y ayudas, en la carpintería diaria para lograrlas, y en vincularlas orgánicamente a la cultura alemana.

Idéntico impulso ofreció a la presencia de creadores, especialistas y entidades artísticas cubanas en Alemania para romper barreras de todo tipo y tender puentes de verdadera colaboración. Allá también, revistas y libros, puestas en escena, festivales, encuentros y becas, muchísimas traducciones han fomentado un directo y verdadero conocimiento del país que somos.

Petra nos deja un sólido ejemplo de gestión cultural, que servirá a ambos lados del Atlántico, y espero, esperamos, que no termine todavía de ninguna manera.

Tantos que la rodeamos en estos años de continua e intensa cercanía, sentimos como nuestra esta condecoración porque le devolvemos, de cierta forma, ese amor que ella trajo y practicó en Cuba desde que fundó su familia con Tony, su compañero inseparable y les nació su hijo cubano-alemán, o en los otros 20 años de clases y 40 de vida académica en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana.

Petra engrosa, y corona, como mujer, esa bella tradición de alemanes que sintieron suya a Cuba, como Gundlach o Humboldt.

¿Qué más se puede decir? Gracias, gracias, gracias.

*Leído en la tarde del martes 11 de mayo de 2021, en la Fundación Ludwig de Cuba como elogio a la Dra. Petra Röhler, condecorada con la Distinción por la Cultura Nacional, por el ministro de Cultura Alpidio Alonso Grau.