Elogio para Patricia y Santiago

Vivian Martínez Tabares
20/12/2019
 Alpidio Alonso, ministro de Cultura de Cuba, impone la Medalla Haydée Santamaría a Patricia Ariza.
Foto: Casa de las Américas

 

Hoy la Casa de las Américas se honra al imponer, de manos del Ministro de Cultura, la Medalla Haydée Santamaría que les confiere el Consejo de Estado de la República de Cuba a los teatristas colombianos Patricia Ariza y Santiago García, dos artistas que han consagrado su vida a la creación de una escena de resistencia, encaminada a la reflexión sobre la realidad colombiana y al diálogo con un nuevo público.

Juntos, Santiago García y Patricia Ariza fundaron el Teatro La Candelaria, nacido como grupo de la Casa de la Cultura, en 1966, y que luego toma su nombre del barrio donde desde entonces está enclavado. Él se había graduado de arquitectura y había estudiado en la Escuela de Bellas Artes de París y en el Instituto Universitario de Venecia. Venía de fundar el Teatro Estudio de la Universidad Nacional, y de ser parte del Teatro El Búho, y se había formado en el teatro con el director japonés Seki Sano, en el Berliner Ensemble de Helene Weigel, la Universidad Carolina de Praga, el Actor's Studio de Nueva York y la Universidad de Teatro de las Naciones en Vincennes, Francia. Aunque formalmente nunca ejerció la arquitectura, sí concibió y construyó los cimientos de una nueva dramaturgia colombiana. Fue un brillante actor y dirigió más de 45 puestas en escena, entre ellas, Nosotros los comunes, La ciudad dorada, Guadalupe años sin cuenta, Diálogo del rebusque, Los diez que estremecieron al mundo, Golpe de suerte, El paso, Maravilla Estar, La Trifulca, El Quijote, Nayra, la memoria y A título personal, algunas de ellas de su autoría y todas bajo los principios de la creación colectiva, entendida como una actitud de búsqueda frente a cada obra, desde la resistencia al acomodamiento y combinando el arte del teatro con la historia, la ciencia y la política; el rigor artístico con la alegría y el humor. Así, al crear una dramaturgia de la escena orientada a explorar el pasado y el presente de Colombia sin perder de vista al mundo, y a indagar en la memoria contra la alienación y la injusticia, cambió la manera de pensar las artes escénicas en Colombia.

Su obra escénica ha estado acompañada de una vasta reflexión teórica que ha alimentado al teatro latinoamericano y que lo sitúa como un referente indispensable para pensar la escena nuestramericana.

Santiago García ha sido merecedor de numerosas distinciones, como el Premio Ollantay del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT), por su labor creativa y pedagógica, en 1985; el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia, en 1998; ese mismo año la Orden de Caballero por el Senado de la República; la Orden Civil al Mérito José Acevedo y Gómez en el Grado de Oro, del Concejo de Bogotá, en 2004, y el título de Doctor Honoris Causa en Arte por el Instituto Superior de Arte, de La Habana, en 2008. En 2012, fue declarado Embajador Mundial del Teatro por parte del Instituto Internacional del Teatro (ITI) de la UNESCO, y este año, junto a Patricia Ariza y Carlos José Reyes recibió la Medalla al Mérito Cultural por sus aportes y legado al teatro colombiano.

Patricia, por su parte, estudió filosofía e historia del arte en la Universidad Nacional de Colombia y fue parte del movimiento nadaísta, que proponía una revolución en la forma y en el contenido del orden espiritual imperante en Colombia. Militó en la Juventud Comunista y participó activamente en las luchas del movimiento estudiantil. Formó parte de la Unión Patriótica y sobrevivió el genocidio perpetrado contra los miembros de esa organización. Comenzó en el Teatro La Candelaria como una suerte de asistente de dirección y pronto se convirtió en una actriz imprescindible, entrenada en los principios de la creación colectiva, a partir de la cual comenzó a dirigir, entendiéndola como una actitud filosófica que define como “saber que podemos crear juntos”. En 1966 había dirigido el Festival de Teatro de Cámara, primero de corte independiente en Colombia. Involucrada en empeños gremiales y sociales, desde la Corporación Colombiana de Teatro, que fundara en 1969, en los años 70 impulsó el movimiento de los festivales de nuevo teatro, y desde inicios de los 90 creó y lidera el Festival de Teatro Alternativo y el Festival Mujeres en Escena por la Paz, ampliamente inclusivos y dedicados a visibilizar la escena colombiana de todas las regiones y a dialogar con otros invitados.

Además de coordinar desde 2014 la labor del Teatro La Candelaria, de dirigir puestas en escena y actuar en algunas de ellas, Patricia desarrolla un activismo político y cultural que se expresa en la creación sistemática de acciones teatrales y performativas con víctimas del desplazamiento y de crímenes de lesa humanidad, mujeres de la tercera edad o jóvenes de la calle, Madres de Soacha que denuncian los crímenes contra los mal llamados “falsos positivos”, y más recientemente con guerrilleras que entregaron las armas y se reincorporan a la sociedad en busca de la paz.

Patricia Ariza y Santiago García. Foto: El Tiempo
 

Mujer rebelde y polifónica, imaginativa e incansable, siempre está activa e involucrada en iniciativas de creación que fortalezcan el camino de la paz, tan necesario para Colombia, desde el escenario o en foros polifónicos y marchas. Muestra de ello son puestas del Teatro La Candelaria como Soma Mnemosine, en la que se muestra como actriz con un testimonio autorreferencial y provoca una reflexión escénica sobre el impacto de la violencia, y Camilo, en la cual transforma al equipo de actores, mujeres y hombres de La Candelaria, en seguidores del sociólogo, sacerdote y guerrillero, caído en su primer combate en el mismo año en que se fundara La Candelaria, para salvaguardar su memoria y su entrega a los fundamentos del amor eficaz. También, en los nuevos montajes de Guadalupe años sin cuenta y Soldados, creados con jóvenes actores, y en acciones performativas como Mujeres en la plaza, Huellas, mi cuerpo es mi casa y Paz anhelada, en las que crean juntas actrices profesionales, a las que prefiere llamar de dedicación sistemática, con las de dedicación no sistemática, en fecundo trueque de saberes. Y a ella se debe también la organización de dos Cumbres de Arte y Cultura por la Paz, en 2015 y 2018.

Patricia ha sido distinguida con importantes galardones en su país, entre ellos, recientemente, el Premio Vida y Obra que confiere la Universidad de Antioquia, de otros en Europa y los Estados Unidos, y en Cuba recibió el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de las Artes (ISA).

Desde la primera visita a Cuba de Santiago y Patricia en 1965, estos entrañables artistas han manifestado de muy diversas maneras y en circunstancias difíciles su solidaridad con la Revolución cubana. Amigos y colaboradores cercanos de la Casa, regularmente han compartido su trabajo en ediciones de Mayo Teatral, como participantes de los Encuentros de Teatristas Latinoamericanos y Caribeños, y como miembros del jurado del Premio Casa han dictado talleres y han acogido la presencia cubana en festivales y eventos.

Cuando hace apenas dos días le di la bienvenida a Patricia Ariza, recién llegada a La Habana, y le pregunté cómo estaba Colombia, con el rostro radiante me dijo palabras como estas: “¡Fantástica!, llena de gentes en las calles, de marchas de jóvenes, pero también de personas de todas las edades y sectores sociales. Se ha generado un cambio cultural muy fuerte, que sin dudas está impulsado por la paz”. Y es que la mujer artista y activista, la actriz, dramaturga y directora, poeta, feminista y luchadora colombiana que hoy recibe la Medalla Haydée Santamaría, en su nombre y en el de Santiago García, se ha pasado la vida luchando contra la muerte, y ha creado una narrativa y una práctica por la paz y por la vida, desde la articulación consecuente entre la creación artística y el ejercicio de la responsabilidad política y ciudadana.

Mañana 20 de diciembre el maestro Santiago García celebra su cumpleaños 91 y, desde este acto, le anticipamos nuestra felicitación.

Gracias, Patricia y Santiago, por enseñarnos que, pese a todo, es posible hacer teatro y hacer arte por y para un mundo mejor.