En busca de un sonido propio

Yasel Toledo Garnache
3/6/2020

El joven Adrián Osvaldo Estévez Rodríguez es uno de los artistas que en estos días de pandemia se refugia en su arte, entre melodías y composiciones. Dio los primeros pasos en la música en su Camagüey natal, exactamente en la Escuela Vocacional de Arte Luis Casas Romero, donde comenzó la especialidad de piano en el año 2002. Luego pasó al conservatorio José White en ese territorio, y más tarde al Instituto Superior de Arte (ISA) en La Habana, donde descubrió que su pasión más grande es la composición.

Adrián Osvaldo Estévez Rodríguez. Foto: Cortesía del autor
 

Tiene 29 años de edad. Sus comidas preferidas son las pastas, es fanático al club de fútbol Barcelona, y está repleto de sueños. Disfruta de la posibilidad de grabar su primer disco con el proyecto personal Jazz Trío, gracias a la beca de creación Ignacio Villa, que entrega cada año la Asociación Hermanos Saíz.

Entre los resultados más sobresalientes de Estévez Rodríguez —quien en estos tiempos de coronavirus suele compartir parte de su obra en Instagram—, se incluyen la Mención en Interpretación en el festival JoJazz (2011), y el segundo lugar en la categoría de composición en la edición del 2017.

Participante en fonogramas de diversos artistas como Gastón Joya y Michel Herrera, este joven amante de los retos desde su infancia sintió una atracción especial por el piano.

“Aunque no tenía ningún músico cerca, en casa se dieron cuenta de mis aptitudes musicales, especialmente mi abuela, quien me incentivó a entrar a la escuela de arte. ‘Piano’, fue lo que dije inmediatamente cuando me preguntaron qué prefería. Al estudiarlo comprendí la necesidad del esfuerzo y dedicación para dominar ese instrumento”, manifiesta quien también obtuvo Mención en el concurso Musicalia (2015).

Llama la atención que después de varios años estudiando Piano, cambiaste para Composición…

Cuando ingresé en la Universidad de las Artes ya sentía algo muy fuerte por el jazz, que aprendía de forma autodidacta desde hacía algunos años. El estudio de la improvisación me fue desarrollando la creatividad. Tenía la necesidad de explorarla y llevarla a otro nivel, por eso me decidí al cambio. Gracias también a los talleres de composición del maestro Juan Piñera, en los cuales comprendí que ese es el camino que verdaderamente quiero.

 "Quiero tener un sonido propio, componer mucha y buena música, capaz de transmitir sensaciones".
Foto: Darwin Alberti. Cortesía del autor

 

Has participado en proyectos musicales de varios artistas. ¿Cuánto consideras que te aporta tener esas experiencias diferentes?

Interactuar con otros intérpretes es fundamental. Aprendo mucho de ellos. El jazz exige una alta dosis de comunicación. Es difícil que una improvisación suene fluida sin la química y energía entre los músicos, por eso uno debe escuchar y comprender lo que está haciendo el otro. A la vez, esos aprendizajes me sirven para los proyectos personales.

¿Cómo concibes el disco que grabarás gracias a la beca Ignacio Villa?

Siempre he admirado las potencialidades del trío, a pesar de ser reducido resulta muy interesante y rico en posibilidades tímbricas. Defenderé ese formato principalmente, aunque utilizaré también otros instrumentos aparte del bajo, drums y piano. Toda la música será de mi autoría. Quiero lograr una identidad sonora, tanto en las composiciones como en la interpretación e improvisación características del jazz.

¿Referentes en la música, cubanos y extranjeros?

Cuba es fuente de grandes músicos. Son muchos los que me inspiran y enseñan con sus obras, incluidos Ernesto Lecuona, Emiliano Salvador, Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Rolando Luna, David Virelles…

Como todo jazzista intento aprender también de Charlie Parker, Jonh Coltrane, Bud Powell, Keith Jarret, Bill Evans, Miles Davis, Chick Corea, Herbie Hancock y Brad Mheldau.

¿Qué sientes en el escenario? ¿Cuánto influyen en ti, o no, las reacciones del público?

Cuando estoy en el escenario siempre busco la conexión ciento por ciento con la música. Eso es lo mejor que podemos regalarle al público y a nosotros mismos, aunque reconozco que siempre me interesa provocar reacciones positivas, emociones y, si es posible, aplausos.

 "Quiero lograr una identidad sonora, tanto en las composiciones como en la interpretación e improvisación características del jazz". Foto: Cortesía del autor
 

¿Tu mayor desafío profesional hasta el momento…?

Preparar este disco ya es mi principal reto, porque defenderé mi propia música, reflejo de lo que soy y quiero ser.

¿Cómo es tu proceso creativo, algo lúdico y espontáneo o tiene mucho de disciplina?

Un poco de ambos. A veces las ideas me rebotan en la cabeza hasta que decido darles forma. En otras ocasiones parten de la misma improvisación y, en algunos casos, fluyen espontáneamente. Siempre trato de ser fiel a lo que me gusta y a mis aspiraciones personales.

En tu opinión, ¿cómo deben ser los jóvenes creadores la Cuba de hoy?

Lo más importante es tratar de ser originales, cada cual con sus influencias, pero siempre intentando una voz propia, una creación real. Es vital también nutrirse de tendencias pasadas y actuales, tanto de Cuba como a nivel mundial.

¿Qué importancia le concedes a la AHS como aglutinadora, impulsora de proyectos y defensora de los jóvenes creadores?

A veces el arte de los jóvenes no recibe la importancia o la atención que necesita, por eso es tan fundamental el apoyo de la Asociación, como defensora, guía y sustento. A nosotros nos corresponde realizar los proyectos con la calidad y entrega que merecen.

¿Principales sueños en la música?

Quiero tener un sonido propio, componer mucha y buena música, capaz de transmitir sensaciones y trascender.