En Cuba somos muchos los honestos

Yasel Toledo Garnache
20/10/2020

Escribo como un joven cubano, que siempre ha expresado lo que piensa y jamás ha pretendido ser parte de ningún coro que repita parlamento alguno. Escribo desde la sinceridad y el permanente deseo de una Cuba siempre inclusiva, con diversidad de criterios que pretendan hacerla mejor desde la sinceridad y el amor verdadero.

Redacto estos párrafos sin pretender que sean voz de toda una generación, ni siquiera un gremio. Es mi opinión, como parte de mi derecho a disentir, a expresarme con total honestidad.

Durante los últimos meses se han incrementado en las redes sociales y otras plataformas virtuales los memes, textos, videos y más contenidos que intentan mostrar un país gris, sin esperanza, una especie de faro totalmente apagado. Ilustración: Ares
 

Durante los últimos meses se han incrementado en las redes sociales y otras plataformas virtuales los memes, textos, videos y más contenidos que intentan mostrar un país gris, sin esperanza, una especie de faro totalmente apagado. Todo eso mezclado también con acciones en espacios físicos, incluso en una fecha tan singular para los cubanos como el 10 de octubre. Cada “iniciativa” de ese tipo suele ser acompañada por transmisiones en vivo u otras maneras que aspiran a conformar shows llenos de oportunismo, en los cuales son frecuentes también las referencias a héroes como José Martí, de quien se suelen extraer frases según convenga.

La maquinaria propagandística en contra de este país aprovecha cualquier elemento para alimentar su deseo de bulla, con empleo del humor, las exageraciones y, a veces, la tergiversación; o visiones bastante cuestionables desde lo honesto y lo ético. Con frecuencia, hasta ciertos personajes se autoproclaman protagonistas de obras, en las cuales se suele incluir bastante drama.

Podría mencionar muchos ejemplos, como esa manía de criticar a quienes abiertamente apoyamos el proceso revolucionario cubano y seguimos confiando en su capacidad para continuar adelante, incluso en las más complejas circunstancias, con el impulso sobre todo de los millones de personas, que amamos esta nación y valoramos todo lo conseguido en más de sesenta años.

Las ofensas a creadores, y hasta las amenazas casi demenciales, como las recientes al músico Alexander Abreu y otras al cantautor Israel Rojas y a la poeta Teresa Melo —por solo citar tres ejemplos—, se han convertido en algo “normal” para quienes privilegian el veneno verbal o escrito. Es obvio que se quiere lograr una fractura total entre los artistas, el sistema institucional y la obra revolucionaria, como parte de una estrategia que pretende socavar el alma misma de la nación.

“Las ofensas a creadores, y hasta las amenazas casi demenciales, como las recientes al músico Alexander Abreu y otras al cantautor Israel Rojas y a la poeta Teresa Melo —por solo citar tres ejemplos—, se han convertido en algo ‘normal’ para quienes privilegian el veneno verbal o escrito”. Foto: Ariel Ley Royero/ ACN
 

Es fácil percibir los intentos de dividir, de impulsar conflictos intergeneracionales, de separar incluso a personas nacidas en fechas similares, con los mismos códigos y sueños. Hay shows, irrisorios movimientos por el “cambio”, intentos de revisión crítica de la Historia reciente. Cualquier decreto o ley es mirado con una lupa tergiversadora, como también trabajos periodísticos, fragmentos de intervenciones… Algunos están con los ojos bien abiertos cazando cualquier oportunidad para lanzar sus palabras con espinas. A veces hasta molesta que algunos se crean con el derecho de representar a toda una generación, de hablar como si, la suya, fuera una verdad única.

Lo difícil no es escribir textos salpicados por la literatura y el drama. Lo más digno es hacerlo desde la verdad, la bondad y el afán de contribuir con decoro al país mejor del que tanto hablamos, el cual necesita palabras y también acciones.

Hace poco leí la especie de entrevista “Dramaturgo Yunior García: En Cuba nos hemos acostumbrado a simular”, publicada en CiberCuba, sitio web gestionado desde España y convertido en repositorio de críticas contra nuestro país, con una política editorial abiertamente contraria a la Revolución.

Como preámbulo del trabajo fue colgada otra vez una frase del Apóstol: “No aprende a curarse una nación que rehúsa conocer del mal y sus heridas”. En verdad este país conoce muy bien sus dolores, sufridos a lo largo de su Historia. Fue precisamente eso lo que llevó a una Revolución real e innegable en todos los aspectos, incluido el cultural. Ese mismo conocimiento de las dificultades es el que ha motivado intentos de actualizaciones frecuentes en la etapa más reciente, todos los cuales no han sido posibles de concretar, por razones diversas, en un contexto sumamente complejo a nivel internacional y, en particular, para este archipiélago, blanco de artimañas diversas.

Luego, el periodista anuncia que sería una conversación sobre el “sempiterno (eterno, perpetuo) y trágico devenir de la nación”. Un diálogo con un enfoque anunciado, tal vez porque las líneas temáticas del autor ya son bastante predecibles, como en su carta abierta dirigida a los jóvenes cubanos, en la cual también utiliza a Martí.

Y antes de mencionar sus premios o hacer referencia a su obra creativa, que en verdad tiene muchos elementos llamativos, la primera referencia es a cierto “desasosiego” y a un episodio en una asamblea del año 2016, una forma de presentarlo como víctima.

Luego se menciona que su vida ha estado llena de tropiezos, aunque no se menciona ninguno, como tampoco los reconocimientos en Cuba y el extranjero, sus éxitos como director de teatro ni las obras suyas puestas en escena en nuestro país. Y en la primera pregunta, con un marcado interés político, aparece una afirmación tremendista como decir que estamos en un “momento cumbre del descontento popular en Cuba”.

Ese es un diálogo enfocado sobre todo en cuestiones políticas, con aseveraciones, como “(…) sabemos que en Cuba nos hemos acostumbrado a simular. Y lo peor es que pensamos que ser simuladores es una expresión de nuestra inteligencia”. Sin dudas, esa es una decisión personal, una declaración que, por supuesto, hace dudar sobre la honestidad de quien habla.

Prefiero pensar que somos muchos los que actuamos y hablamos con la verdad, sin poses, sonrisas fingidas, palmaditas en los hombros ni publicaciones con el afán de llamar la atención.

¿Cuáles son los argumentos para asegurar que la Revolución dejó de ser revolución demasiado pronto? ¿De qué depende eso? ¿Qué significa Revolución para cada uno de nosotros?

¿Por qué decir que “nos convertimos todos en integrantes de un coro donde debíamos entonar la misma nota. Y algunos se limitaron a mover los labios para fingir que participaban de ese canto. Disentir se convirtió en traición. La moral se volvió fachada. La ética se llenó de oportunismos”?

Es difícil aceptar aseveraciones de ese tipo que constituyen, a la vez, ofensas para muchos. En verdad, personas que prefieran fingir, mover los labios como parte de coreografías o que olvidan la ética a favor de oportunismos y beneficios personales de cualquier tipo, incluido el artístico, jamás podrían desarrollar o ser consecuentes con una Revolución, no podrían mantenerla, actualizarla, hacerla crecer…, como necesita la cubana. Ninguna obra revolucionaria es totalmente acabada, y a la nuestra le falta mucho.

Hace poco intercambiaban intelectuales de varias partes del mundo, incluidos el actor argentino Manuel Santos, director del grupo Los Internacionales Teatro Ensamble y la poeta, actriz y dramaturga colombiana Patricia Ariza, fundadora del Teatro La Candelaria y organizadora del festival Mujeres en Escena, quienes han visitado nuestro país en varias ocasiones. Ellos elogiaron el teatro cubano y el apoyo al arte desde las instituciones. Hasta emocionaba percibir la pasión de ellos, enamorados de los esfuerzos a favor de la creación y su interrelación con el público aquí.

“¿Cuál es la verdad toda? ¿Quién la tiene? ¿Por casualidad esos que ofenden, amenazan, irrespetan, evitan la entrada de medicamentos al país, incluso en plena pandemia provocada por la Covid-19? ¿De qué honestidad hablamos?”.
 

Llama la atención cómo en la referida entrevista de CiberCuba se asegura que la “Revolución terminó demasiado pronto”; se habla tanto de errores, guardar silencio, culpas, empacho de soberbia y se pone en duda el término “continuidad”.

Uno hasta siente la sensación de que acude a un texto repetitivo, de frases fáciles, expresiones redundantes desde hace mucho…, tanto dentro como fuera de nuestro archipiélago. Definitivamente no se trata de opiniones reflexivas, que aportan nuevos “argumentos”, ni siquiera en la manera de presentarlos.

Eso de que la “Revolución terminó demasiado pronto” es expresado con cierta frecuencia por varios que no se ponen de acuerdo. Algunos ubican ese fin en la década de los años ’70, otros en el Período Especial y varios lo ubicaron en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos en 2017. Tal vez haya quien pensó en otra teoría de fin relacionada con la Covid-19, cuando aseguraban que el país no podría enfrentar con éxito esta situación.

Ciertamente no parece lógico aceptar ninguna de esas variantes. Tal vez el Período Especial fue una de las etapas en la que más se demostró la fuerza y capacidad de resistencia de la Revolución y su pueblo, que tuvieron que afrontar cambios tremendos y encontrar alternativas casi de leyenda.

Vivimos momentos complejos, en los cuales el espíritu revolucionario sigue siendo muy necesario. La dignidad jamás deberá confundirse con soberbia. El restablecimiento de las relaciones diplomáticas con EE.UU demostró también una capacidad y voluntad de diálogo, reiteradas en varias ocasiones.

Seguir siendo continuidad de esa historia tremenda que tiene Cuba depende sobre todo de nosotros mismos. Ser continuidad verdadera, por ejemplo, del ideario y el ejemplo de José Martí implica una ética, un compromiso social, un amor desmedido hacia la nación y su gente, un afán de fundar, de ser útil desde el alma.

¿Cuál es la verdad toda? ¿Quién la tiene? ¿Por casualidad esos que ofenden, amenazan, irrespetan, evitan la entrada de medicamentos al país, incluso en plena pandemia provocada por la Covid-19? ¿De qué honestidad hablamos? Martí y Cristo en un mismo texto debieran ser citados para crear, para amar desde lo puro.

Respecto a Celia Cruz, hay que ver el documental Celia Cruz regresó a La Habana, de José Luis Lobato, estrenado en 2004.

El mismísimo diario Miami Herald, en artículo publicado en 2004, aseguró que, según documentos del FBI desclasificados por Ley de Libertad de Información, a Celia Cruz se le negó, en repetidas ocasiones, la visa de entrada a los Estados Unidos dada su filiación comunista en los años ´50, cuando pertenecía a la Juventud Socialista. Reinaldo Arenas ha sido publicado en Cuba, incluso aunque algunos de sus herederos no lo querían.

Resulta lamentable que alguien con talento prefiera dedicarse a soltar ofensas, como “grupo rancio”, “trepadores”, “acomplejados”, asegurar que varios se “desvelan por sentirse importantes en algún ministerio”, “algunos tienen dibujada en la cara la mueca evidente del oportunismo” y “padecen un déficit crónico de luz”, “impostores”, “politiquería”…

Sin dudas, hay muchos oportunistas por ahí, y en lugares diversos, hay gente que cuando lanza ese tipo de expresiones, desafortunadamente, también lo es.

Ya hasta se reproduce el mismo lenguaje que es común en los más ofensivos contra Cuba, mediante términos como “ciberclaria”, ¿por qué publicar contenidos que demuestren apoyo a la Revolución puede ser motivo de insultos y hasta amenazas? Muchos con teléfono corporativo para trabajar tienen criterios muy propios, los expresan y defienden con valor y responsabilidad, especialmente cuando es para bien de otros.

Lograr la independencia de los cubanos cuando el Moncada, cuando el combate de Alegría de Pío, cuando apenas eran unos pocos rebeldes en la Sierra Maestra…, pudo parecer una pasión irracional. Que Cuba sea un símbolo de resistencia y dignidad debiera llenarnos de orgullo siempre. Esta es la misma nación que ha contribuido a la vida de miles de personas en otras partes del mundo, con profesionales de la Salud que, por ejemplo, combatieron la Covid y todavía lo hacen en diferentes naciones.

“Esta es la misma nación que ha contribuido a la vida de miles de personas en otras partes del mundo, con profesionales de la Salud que, por ejemplo, combatieron la Covid y todavía lo hacen en diferentes naciones”. Ilustración: Brady Izquierdo
 

Es el mismo de una riqueza cultural reconocida en buena parte del mundo. El mismo que sigue formando profesionales de gran preparación en sectores diversos, incluso con la capacidad de obtener premios internacionales de manera muy merecida, a pesar de retos en los sistemas de enseñanza en todos los niveles. El mismo que continúa siendo fuente de excelentes artistas, con un sistema institucional que debe seguir dando pasos para cumplir a cabalidad con sus funciones a favor de los creadores y la cultura en general.

Debemos continuar actualizándonos en muchos aspectos, en lo cual los jóvenes debemos tener cada vez más protagonismo, con el afán de ser útiles, de conjunto con los de más experiencia.

Sucesos como la destrucción de la URSS y la aplicación de la Glásnost merecen un análisis profundo, sin las simplificaciones clásicas.

Ojalá no existan odios, rabias, resentimientos, divisiones, fanatismos excesivos, linchamientos, ni intolerancias. Ojalá nadie hablara siquiera de orillas o bandos, porque la humanidad toda debiera ser una familia enorme, que se ayude en el camino del bien.Ojalá siempre sea posible el debate y la exposición de ideas desde el respeto. Ojalá artistas y escritores, como Alexander Abreu, Israel Rojas y Teresa Melo nunca fueran blanco de ofensas y amenazas hasta ridículas solo por declarar su abierta identificación con una Revolución que sigue siendo un proceso también cultural.

Ojalá todos queramos aportar, en realidad, desde nuestras verdades y seguir construyendo con humildad ese consenso indispensable, desde el alma poética más allá de las palabras.

“Ojalá sea posible un abrazo entre todos, con la voluntad de seguir haciendo una mejor nación desde el corazón, la cultura y la honestidad”. Ilustración: Ares
 

La vida de la Revolución depende de nosotros mismos, como proceso siempre inacabado, que necesita de actualizaciones constantes. Ojalá siempre el talento estuviese acompañado de la humildad, la sinceridad y el amor, sin poses ni tremendismos.

Debemos estar conscientes de que este país necesita mucho del aporte de sus hijos, como mujeres y hombres agradecidos, que jamás se dejen engañar ni pretendan formar parte de una obra enorme, escrita desde afuera. Ojalá sea posible un abrazo entre todos, con la voluntad de seguir haciendo una mejor nación desde el corazón, la cultura y la honestidad.