Los cinéfilos de hoy escuchan hablar del cine de rumberas y de las vedettes de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo con el desgano de quien no da al asunto mucha importancia. Son películas rodadas en blanco y negro, con abundante música, bailes sensuales, argumentos sencillos y mujeres hermosas, aunque los cánones de belleza ya han cambiado bastante. Así pues, no pueden ni siquiera imaginar lo que el cine de rumberas representó para la industria cinematográfica que, en el caso de México, vivió con ellas su llamada “época de oro”.

Lo curioso es que ese cine mexicano se nutrió de actrices rumberas nacidas en Cuba que en la nación azteca se convirtieron en estrellas taquilleras, símbolos de éxito y popularidad. Ahí se cuentan, todas más o menos coetáneas, Amalia Aguilar, María Antonieta Pons y Ninón Sevilla. Una cuarta, nuestra espléndida Rosita Fornés, también triunfó plenamente en México, pero, a diferencia de las restantes que terminaron “mexicanizándose”, Rosita siempre permaneció cubana.

María Antonia Pons y Juan Orol.

Son varios los especialistas que consideran que fue María Antonieta Pons la primera y más refulgente de aquellas rumberas actrices de figura desequilibrante. Y aunque hoy pocos lo recuerden, ¡María Antonieta Pons nació en La Habana!

No se conocen muchos detalles acerca de su infancia y juventud, pero sí que practicó voleibol con calidad suficiente para integrar el equipo cubano de su tiempo. Luego inició su carrera como bailarina en teatros y clubes habaneros, y hasta desempeñó un breve papel en la película La serpiente roja, estrenada en julio de 1937, y que hace historia por tratarse del primer largometraje sonoro de ficción realizado en Cuba, dirigido por Ernesto Caparrós, y protagonizado por Aníbal de Mar.

Son varios los especialistas que consideran que fue María Antonieta Pons la primera y más refulgente de aquellas rumberas actrices de figura desequilibrante. Y aunque hoy pocos lo recuerden, ¡María Antonieta Pons nació en La Habana!

Después tuvo lugar un suceso que cambió su vida: su encuentro en La Habana con el director cinematográfico español Juan Orol quien, sin llegar a dirigir ninguna película memorable, sí fue un personaje emprendedor, con buen ojo para descubrir beldades y llevarlas a la pantalla grande. Tras convertirse en esposa de Orol, este decide lanzar a María Antonieta como estrella de cine en México. Si la aritmética elemental no falla, María Antonieta andaba por entonces próxima a cumplir 18 años.

Comienza aquí la historia mexicana de María Antonieta Pons, que debuta en el cine de esa nación en 1938 en la película Siboney, y cuya sensualidad danzaria, belleza y simpatía la convierten en una de las artistas favoritas del cine de rumberas de América Latina, pues hasta en Brasil llena las salas cinematográficas y se la admira. Así será por más de 25 años. Juan Orol afirmaba que María Antonieta era tanto, o más taquillera, que María Félix.

La filmografía de la Pons es extensísima, suma alrededor de 55 películas y cierra en 1965 con su última película, Caña Brava. Tenía entonces43 años.

Por supuesto que no solo filma bajo la conducción de Orol, es más, se asegura que sus mejores actuaciones no son bajo su dirección, y tiene como compañeros de rodaje a los estelares Pedro Armendáriz, Pedro Infante, Luis Aguilar, Luis Sandrini, Sara García, Abel Salazar, Germán Valdés (Tin Tan), Bobby Capó, Javier Solís… Algunas de sus películas más famosas son La Reina del mambo y La Reina del Trópico.

Con su segundo esposo, Ramón Pereda, tuvo a su única hija y filmó, en 1950, El ciclón del Caribe, que alcanzó enorme éxito y de donde surgió su sobrenombre artístico. Si algunos tenían dudas acerca de su versatilidad y condiciones como actriz, María Antonieta incursionó además en otros géneros como la comedia, las rancheras, los musicales, y hasta rock and roll bailó en una película, aunque el público, acostumbrado a verla en las historias de rumberas y cabarets, no la aceptó del todo en los nuevos géneros.

La filmografía de la Pons es extensísima, suma alrededor de 55 películas y cierra en 1965 con su última película, Caña Brava. Tenía entonces43 años. Después de su retiro (asunto del cual no dio explicaciones), se alejó del medio artístico, sus apariciones públicas fueron esporádicas y ni siquiera se interesó por recibir los homenajes que intentaron tributarle en México. Maritoña ―así también se la conoció― vivió 82 años: murió el 24 de agosto de 2004.

Cartel del filme La Gaviota, con María Antonieta Pons.

Seguros estamos de que en el vecino México no pasará inadvertido este 11 de junio , centenario del natalicio ―en 1922― de Maritoña. Tampoco queremos que suceda en Cuba con esta habanera de anatomía apocalíptica y enorme simpatía. La Pons, cuyas películas nos la muestran en la pantalla con la energía danzaria de un torbellino de ritmo y sensualidad, es representante distinguida de una época que se aleja en el tiempo… pero que no debe olvidarse.