Durante estas vacaciones de verano que recién terminaron la Televisión Cubana estrenó bajo la conducción de Reinaldo Taladrid un programa que atrajo la atención de muchos: Mi película favorita.  Quien redacta confiesa que solo se perdió una o dos entregas, y siempre por “causas ajenas a su voluntad”, como se suele decir. Hago pública además —aunque nadie me lo ha preguntado— mi película favorita, o al menos una de ellas. Se trata de Perfume de mujer (Profumo di donna, 1974), exhibida en los cines nacionales y protagonizada por un inmenso actor llamado Vittorio Gassman. Hecha esta confesión, pasemos al asunto que nos ocupa.

“Un actor indispensable, de esos que cada cinematografía necesita para hacerse sentir en el plano internacional”.

Vittorio Gassman nació el 1ero. de septiembre de 1922, hace justamente un siglo, en Génova. Y el suceso es como para celebrarlo. Nosotros desde aquí, desde Cuba, lo hacemos de un modo particular: recordando y entresacando su casi olvidada estancia habanera.

El actor —y también director— llegó a La Habana en la madrugada del 15 de diciembre de 1989. “He hecho unas 130 películas. Creo que demasiadas. De ellas hay unas 15 o 20 de las que me siento orgulloso y tranquilo. No hay reglas constantes. Todo depende del guion y de las relaciones entre director y actor”, declaró. Con tales palabras, pronunciadas en buen español, respondió a quien pretendía conocer la fórmula de sus fabulosas  actuaciones.

Alto (1.84 metros de estatura), de perfil elegante, con la barba corta y plateada, y con un cigarrillo entre los dedos, el tantas veces galán y otras tantas villano del cine italiano fue una de las grandes atracciones del 11no. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano efectuado en La Habana.

“En Cuba se le recuerda especialmente por su excelente comedia Perfume de mujer, premio de actuación en el Festival de Cannes”.

Fundador del Teatro Popular Italiano, escenario ambulante de 3000 localidades; intérprete de Shakespeare, de los trágicos griegos y de los clásicos latinos; director cinematográfico desde 1956, con Kean,adaptación de una obra de Alejandro Dumas; protagonista de numerosas cintas como Arroz amargo, Los pícaros, Rufufú, Barrabás, La gran guerra, La familia y otras muchas. En Cuba se le recuerda especialmente por su excelente comedia Perfume de mujer,premio de actuación en el Festival de Cannes; filme con calidad y atractivo tales que los magnates del cine norteamericano —nada tontos haciendo películas taquilleras— filmaron un remake en 1992 titulado Scent of a woman, que, protagonizado por Al Pacino, le mereció un Oscar y un Globo de Oro de actuación.

Durante su breve estancia en La Habana, Vittorio Gassman ofreció una conferencia de prensa, un espectáculo unipersonal en el Teatro Nacional en la noche del 16 de diciembre y una clase magistral en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños.

“Poseedor de maestría gestual, buen humor, sencillez y probada eficiencia comunicativa, el artífice de la comedia italiana pudo muy bien confundirse en La Habana con uno de sus tantos personajes”.

“Quise ser escritor —dijo entonces—, pero mi madre, que había anhelado ser actriz, me encaminó por el arte. Ya no me concibo haciendo otra cosa. He escrito un libro autobiográfico que fue un best seller y uno de poemas líricos, y en mayo [de 1990] editarán mi primera novela. Tiene mucho de mí, pues fue como una especie de autoterapia”.

Poseedor de maestría gestual, buen humor, sencillez y probada eficiencia comunicativa, el artífice de la comedia italiana pudo muy bien confundirse en La Habana con uno de sus tantos personajes.

“Vivió la época de gloria del cine italiano”.

En 1997 fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias de las Artes. El 29 de junio de 2000 la prensa anunció la noticia del fallecimiento de Gassman a los 77 años, en Roma. Se trató de un actor indispensable, de esos que cada cinematografía necesita para hacerse sentir en el plano internacional. Su rostro podía reflejar una sonrisa franca, una mueca, el mayor de los dramas, porque tuvo un magistral dominio del lenguaje corporal. Vivió la época de gloria del cine italiano, junto a otros que marcaron una época de oro para el cine europeo. Actuó igualmente de coestrella con actrices norteamericanas y hasta con la mítica María Félix en Messalina.

Recordar su presencia en La Habana en ocasión del centenario de su natalicio nos resulta una manera sencilla y sincera de expresar nuestra admiración por el gran Vittorio.