En Matanzas, el adiós a otra Feria de Libros como puentes

Roberto Jesús Hernández Hernández
14/3/2018

Como cualquier suceso cultural de alcance masivo, la XXVII Feria del Libro trastocó la habitual parsimonia de la ciudad de Matanzas en apenas seis jornadas que, entre luces y sombras, aún generan criterios disímiles en un público con derecho a medir resultados más allá de los esfuerzos.

Cumplido o no el deseo de llevarse a casa el título preferido, los protagonistas comentan ahora sobre lo que faltó o sobró al capítulo local de la gran fiesta de las letras, el cual tuvo lugar entre los días 5 y 10 de marzo últimos en la primera urbe moderna de Cuba.

El Centro Histórico de la tricentenaria San Carlos y San Severino de Matanzas, Monumento Nacional, se convirtió nuevamente en escenario del evento defendido y criticado casi a partes iguales, aunque con el denominador común de señalar lo mejorable de cara a la próxima edición.

Diversidad de criterios

“No parece que hay Feria del Libro, sino un día cualquiera”, refirió Maritza Castillo Díaz, residente de la Atenas de Cuba, mientras caminaba por la céntrica Calle de Medio, principal arteria comercial de Matanzas, donde se concentró la mayor parte del programa de actividades. 

 “Los precios son altos todavía, en especial de los libros en CUC. Creo que hay variedad y veo como algo positivo la abundancia de títulos infantiles”, señaló Castillo Díaz.

La céntrica calle de Medio, escenario principal de la XXVII Feria del Libro en la ciudad de Matanzas.
Fotos: Cortesía del autor

 

Otra residente, la joven Dayana de la Caridad Pérez de Medina Hernández, también opinó: “La veo pobre, hay pocos libros en los escasos kioscos, no encontré muchos títulos nuevos, la mayoría los recuerdo de ferias anteriores, aunque los precios me parecen más asequibles”.

“Hay una oferta amplia para niños, textos didácticos… me fijé en los libros de cocina que este año tienen mejores precios; sé que muchas personas a quienes les interesan pudieron encontrarlos porque había más variedad.

“En general, de cada título hay pocos ejemplares, otras actividades son más de lo mismo; no parece una Feria del Libro: le falta el ambiente”, enfatizó Dayana.

Al decir de Dolores de los Ángeles Pardo Real, otra lectora yumurina, el evento mejoró en su organización y diversidad de literatura, no así en materia de atractivo, ofertas gastronómicas ni higiene en el espacio urbano.

“No vi grandes aglomeraciones como en otras oportunidades, creo que hubo un equilibrio, el público se comportó bien a la hora de hacer la cola y acceder a la librería, encontré los libros a mejores precios”, consideró Dolores de los Ángeles.

“Compré obras para mí, como una de la investigadora Alicia García Santana (Matanzas: primera urbe moderna de Cuba), y otros para regalar; mi hijo les compró varios libros infantiles a sus niños”, agregó Pardo Real.

Presencia foránea

Pese a incumplimientos del programa y otros males, la Feria cumplió el propósito de volver con libros y autores exclusivos, entre estos la veterana escritora y activista estadounidense Margaret Randall y su poemario Del pequeño Charlie Lindbergh, publicado por el sello Ediciones Matanzas.

 La escritora y activista estadounidense Margaret Randall, una de las personalidades invitadas
a la XXVII Feria del Libro, dedica un ejemplar de su poemario Del pequeño Charlie Lindbergh

 

“La Feria es fantástica, todo ha sido intensamente interesante, alentador, incluso me ha inspirado; no es la primera vez que vengo y siempre es una nueva experiencia… solo me ha desilusionado un poco la participación del público”, dijo Margaret durante su estadía en la ciudad de los puentes y de los poetas.

Otra estadounidense, la pintora Barbara Byers, acompañó a la Randall en su periplo por la “acrópolis” de la Atenas de Cuba, e inauguró su exposición de dibujos y libros de arte en el citadino museo Palacio de Junco.

En una Feria dedicada al doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de La Habana, no faltó su presencia en la sala de conciertos José White, para recibir entre otros agasajos la condición de Hijo Adoptivo de la ciudad, a la cual calificó de “impresionante y seductora”.

Novedades de Ediciones Matanzas, que celebró sus 40 años de fundada, y Vigía, el sui generis sello creador de exquisitos libros manufacturados, ocuparon un sitio privilegiado en la agenda de la cita cultural.

Poesía como no podía faltar en la cuna del romántico José Jacinto Milanés, narración oral, danza, trova, la rumba y el punto cubano, declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, además del matancero danzón, Baile Nacional, amenizaron las jornadas de la cita literaria anual.

De la cintura del mundo llegó la intelectual ecuatoriana Marigloria Cornejo Cousin, para presentar un poemario de su autoría, y un libro que escribió como testimonio de la relación maestro-discípulo entre su padre Justino y el periodista Carlos Bastidas Argüello, asesinado por la dictadura de Fulgencio Batista hace casi 60 años.

La editorial Aldabón, perteneciente a la Asociación Hermanos Saíz (AHS), inauguró su sede con la presencia de Abel Prieto Jiménez, Ministro de Cultura de Cuba, quien sostuvo también un diálogo franco con artistas e intelectuales de distintas manifestaciones.

En Matanzas “este año se hizo un esfuerzo particular con respecto al libro digital, conocí a un escritor de apellido Pita que puso sus archivos al servicio de la Feria; las nuevas tecnologías tienen que ser aliadas nuestras… pueden ser instrumentos de la auténtica cultura”, expresó el titular a la prensa.

El stand de Ediciones Matanzas, el sello que celebró sus 40 años durante las jornadas de la cita literaria
 

Efrahim Pérez Izquierdo, director del Centro Provincial del Libro y la Literatura en Matanzas, durante la clausura de la cita literaria la definió como una fiesta de los autores con el público.

“Si algo debemos mejorar de cara a las próximas ediciones del evento son las condiciones para los lectores, y cumplir en lo posible con la demanda de sus libros preferidos”, valoró Efrahim.

“Pese a las limitaciones en el número de títulos, así como también la cantidad de ejemplares, se mantuvo el servicio de venta permanente de novedades y otros textos procedentes de nuestros inventarios.

“Pusimos a disposición del lector más de un millón de títulos de todas las épocas en formato digital, diariamente alrededor de 500 personas accedieron a esa clase de contenidos, entre libros, entrevistas a personalidades, revistas, y otros materiales siempre relacionados con la literatura”, resumió Pérez Izquierdo. Según cifras preliminares del Centro Provincial del Libro y la Literatura, se comercializaron más de 98 mil ejemplares, en su mayoría de literatura infantil y juvenil, temas de historia, diccionarios y textos de cocina.

No obstante, el gran esfuerzo organizativo realizado, para muchos constituye un hecho que la Feria del Libro en 2018 quedó muy por debajo de la estatura cultural de la ciudad neoclásica de Cuba, con posibilidades aún no del todo aprovechadas.

Multiplicar espacios para el disfrute de la lectura en el paisaje urbano, romper esquemas a favor de una mayor implicación del público en el hecho cultural, ofrecer alternativas más originales para educar el gusto, podrían citarse como recomendaciones para los gestores de la próxima edición.

Como las obras ingenieras que dan fama a la ciudad cubana de los puentes, los libros también sirvieron para ampliar su comunicación con el país y el mundo, en un foro al cual no es posible renunciar si se pretende, hoy con más fuerza, ganar la batalla contra la ignorancia.