Entrega del sello José Manuel Valdés Rodríguez

Nairda Campadela
27/1/2020

Pocos espacios en nuestro país exhiben tanta historia y tradición como la majestuosa y siempre acogedora Universidad de La Habana (UH). Fue el espacio por excelencia para que la juventud inquieta y progresista concibiera los más diversos debates y revueltas en pos de la soberanía de su país. Pero también fue el recinto que nucleó a grandes personalidades de la cultura, muchos de ellos iniciadores de tendencias, educadores de los que pronta y oportunamente traerían cambios en el pensar y el accionar de la intelectualidad, teniendo como punto más álgido la década de constante revolución que iniciaría con el triunfo del 1ro. de enero de 1959.

Una de estas personalidades fue José Manuel Valdés Rodríguez, pionero en nuestro país del acercamiento crítico al novísimo arte de finales del siglo XIX: el cine. Aún en formación de estéticas nacionalistas e individuales, este arte no dejaba de ser teorizado y replanteado, y absorbió la mirada de Valdés Rodríguez, quien resultó preclaro iniciador no solo de la cultura cinematográfica de la Universidad de La Habana, sino uno de los docentes y críticos de cine más inspiradores e influyentes de Cuba.

Por ello, y como homenaje a su consagrada labor, desde 1997 se instituyó el sello honorífico “José Manuel Valdés Rodríguez” para reconocer la trayectoria de personalidades, colectivos e instituciones vinculados a la enseñanza y promoción del cine. Con tal iniciativa, la Universidad se adelantaba en casi una década a la creación del Premio Nacional de Cine como máximo lauro de esta manifestación en el país.

Fotos: Carlos Daniel Carrillo Herrera
 

Con una frecuencia bienal, tocó justamente este pasado viernes 24 de enero que el Aula Magna de la UH acogiera a una nueva nómina de premiados, esta vez, once. Entre los actores y actrices —rostros adorados, en ocasiones odiados debido a un personaje negativo, pero siempre versátiles—, estuvieron Paula Alí y Héctor Noas. Destaco a la querida e inolvidable Alina Rodríguez, quien recibiera este premio de manera póstuma y a quien Consuelito Vidal resumiría así: “¡Qué tronco de actriz es esa Alina Rodríguez!, para los cubanos ¡tronco!, de lo que sea, es lo máximo, la cima, esa es… fue Alina Rodríguez”.

Héctor Noas.
 

Pero si los actores son el rostro del cine, entonces los realizadores, las personas tras las cámaras, serían la vida misma de cada película. Ellos son el sentimiento, la pasión, la profundidad expresiva tras cada toma, calificativos que como traje forzado no logran acaparar la trayectoria e importancia cinematográfica de Leo Brouwer, otro de los premiados y quien destacara como fundador y director del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, realizando más de 80 obras de música incidental para películas imprescindibles del cine cubano como La muerte de un burócrata, Memorias del subdesarrollo, Una pelea cubana contra los demonios, La última cena, Aventuras de Juan Quinquín, Lucía, o clásicos latinoamericanos entre los que destaca Como agua para chocolate.

Manuel Pérez Paredes
 

El sello fue entregado en esta edición, además, a directores muy queridos por nuestro pueblo, como Alejandro Gil, quien con su reciente película Inocencia ha dejado una huella con un cine de profundo nacionalismo y patriotismo. También lo recibieron Juan Carlos Tabío, autor de filmes como Se permuta, Plaff, Fresa y chocolate y Lista de espera; y Manuel Pérez Paredes, director de El hombre de Maisinicú y de uno de los Grupos de Creación, a consideración de muchos, el grupo más arriesgado debido a filmes como La bella del Alhambra, Alicia en el pueblo de Maravillas, Adorables mentiras, Hello Hemingway y Madagascar;  ambos merecedores el Premio Nacional de Cine en 2014 y 2013, respectivamente.

Alejandro Gil.
 

Livio Delgado, quizás uno de los mejores directores de fotografía de nuestro país, resultó otro de los laureados. Hablamos de trabajos impecables, precisos, trascendentales, como lo son Cecilia, Un hombre de éxito y El siglo de las luces, dirigidos por Humberto Solás. Pero el cine es una industria y requiere de personas que lo piensen y expandan, papel que recae en las manos de promotores como Iván Giroud y Dolores Calviño, quienes han dedicado su labor a la presentación y divulgación de nuestro cine por todo el mundo. También fue distinguida con el sello, la Oficina Santiago Álvarez, espacio que con más de dos décadas ha mantenido como propósito revivir la obra y pensamiento de este documentalista; además de convocar y organizar el Festival Santiago Álvarez in Memoriam, que nuclea a reconocidos intelectuales de diversas parte del mundo, instituciones, realizadores y apasionados del cine documental.

 

El acto estuvo presidido por la Dra.C. Miriam Nicado García, rectora de la UH; Lic. Benigno Iglesias, vicepresidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos; Luciano Castillo, director de la Cinemateca de Cuba; Dr. Ayuban Gutiérrez Quintanilla, Secretario del Comité del PCC en la UH; y el Lic. Juan Carlos Imbert Mayola, director de Extensión Universitaria en ese centro de altos estudios. También asistieron personalidades laureadas en ediciones anteriores del sello, como Luciano Castillo, Antonio Mazón, Mirta Ibarra, Eslinda Núñez, Manuel Herrera y Norge Marrero.

 

Una ceremonia encantadora cuya elegancia y sencillez fue puesta por las voces de la Schola Cantorum Coralina, dirigida por la maestra Alina Orraca.