¿Equívocos, o forzosas agendas?

Jorge Ángel Hernández
25/4/2019

La contrarrevolución asociada a las artes visuales cubanas se ha aferrado a su apuesta de oposición al Decreto Ley 349. Es el lead común de medios de prensa directamente enfocados en aupar acciones subversivas que pretenden disfrazarse de arte. Desde el Nuevo Herald, pasando por el inefable libelo Diario de Cuba, e incluso la Gaceta de Tucumán, de esa provincia argentina, hasta la ONG suramericana CADAL (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina), abordan el tema de la Bienal de La Habana desde la perspectiva de un Decreto 349 convertido en responsable de la censura y arresto de artistas. Insisten todos en la misma narrativa: un burócrata que llega y decreta qué debe ser censurado porque se halla fuera de la política cultural de la Revolución. Como si el Decreto no se enfocara en la acción de quienes usurpan en el espacio público funciones de artistas de varias manifestaciones.

 

La usurpación y la suplantación, con espectáculos de superchería incluidos, son, para estos asalariados dóciles al pensamiento imperial, monedas de cambio que los cubanos debemos aceptar sin reacciones, en nombre de una libertad de expresión que no solo busca la venta barata de nuestra soberanía, sino la proliferación de acciones de abierto anexionismo que aspiran a apoderarse de nuestra cotidianeidad ciudadana. La rendición a la industria cultural significa entregar las propias bases libertarias de nuestra cultura. Aunque todo es posible para estos personeros si a través de ese “todo” se vislumbran las fuentes financieras.

Las polémicas alrededor del 349, sus objetivos y aplicación mediante normas, han sido aclaradas y divulgadas en diversos medios, sobre todo en La Jiribilla, donde es posible consultar un amplio Dossier. Su letra, interpretación y posibles consecuencias, fueron motivo de discusión y debate con más de cinco mil artistas a lo largo de todo el país, tanto profesionales miembros de la UNEAC, de la AHS, o de los diferentes Registros de Creadores de Cuba, así como con aficionados, que es uno de los falsos argumentos usados por los firmantes de la carta que exigía su derogación sin mucho respeto por el pensamiento diverso.

Sesenta y seis son los artistas firmantes de esta carta que forman parte de la muestra oficial de la XIII Bienal de La Habana. Los especiales de Noticias de Arte cubano lo revelan con datos y con cifras. Sin embargo, nada de eso aparece en los patrones de divulgación que asumen estas publicaciones a través de sus complacientes reporteros. De hacerlo, sumarían otra contradicción a esas notas sostenidas con pinzas de falacias mediáticas. Arriesgarían, por demás, los presupuestos de la NED que reciben específicamente para la subversión anticonstitucional en Cuba, de la cual gastan parte en alentar acciones ilegales dentro de la Isla.

CADAL, beneficiaria asidua de la USAID, califica a Tania Bruguera como “la principal artista de Cuba” y se toma la libertad de definir, desde su propio intrusismo, qué artistas ha de escoger el equipo de curadores del Centro Wifredo Lam, responsable máximo de la conformación de las muestras y proyectos a exhibir. Otra de sus flamantes reporteras, adjunta a Diario de Cuba, privilegiado en todos los presupuestos de la NED desde su creación, apenas tiene ojos para sus amiguitos no-artistas y pasa por la ciudad sin ver las obras (habrá que imaginar cómo hace para seguir sin tropezar con ellas, o de dónde ha sacado sus normas de juicio para definir qué tiene calidad o no). Algunos, en la mecánica habitual del otro lado del océano, se van con la de trapo y hablan incluso de lugares donde la Bienal no se desarrolla en esta edición, como el complejo Morro-Cabaña. Tampoco se enteran de la expansión a otras provincias ni, mucho menos, del carácter eminentemente crítico de la inmensa mayoría de las obras, ya sean de Premios Nacionales de las Artes Visuales, como de muy jóvenes artistas que mucho tienen que aprender.

¿Será tan difícil explicar que se trata de una Bienal, un evento que invita soberanamente, de acuerdo con su plataforma? ¿Será tan complejo entender que la inclusión de más de mil artistas, del programa central a los estudios abiertos, es más que un gesto de inclusión? ¿Serán tan miopes para la percepción artística que no captan los sentidos de las obras que se muestran, al alcance de todos y cada uno de los ciudadanos cubanos? ¿Son solo equívocos, o se trata de forzosas agendas?

Más que difícil, parece imposible para el hacer cotidiano de organizaciones y medios atados a fondos anuales de la USAID y de la NED. Se exacerban en tiempos como estos, en los que el cinismo desprecia las justas argumentaciones y la injerencia se ejerce con arbitrariedad inclemente, valiéndose de todos los poderes y en el más salvaje de los modos imperiales, de la vieja Roma de los Césares al inefable Donald Trump. Y ni una palabrita sobre el tema, mire usted.

Un tweet de la Embajada estadounidense aparecido tras una publicación en La Jiribilla
aporta evidencias que no pueden ser pasadas por alto.

 

Un tweet de la Embajada estadounidense aparecido tras la publicación en La Jiribilla del artículo “La Bienal y las razones que no asisten a Tania Bruguera”, del artista visual y crítico J. Ángel Téllez Villalón, aporta evidencias que no pueden ser pasadas por alto:

Embajada EE.UU. Cuba‏ @USEmbCuba

¿Quién le da derecho al gobierno cubano de decidir qué es arte y qué no lo es? Al calificar a los artistas que disienten de su opinión como “activistas”, el régimen continúa demostrando su intención de mantener en un puño de hierro toda creación artística en #Cuba. #BienalHabana

Es, como con indignada ironía me ha dicho un colega, una joya de manipulación administrada, reveladora. El emisor de la cuenta diplomática asimila como un edicto de gobierno la opinión de un autor, artista, por demás. No solo omite que el autor ha usado además el vocablo “artivista”, y que ambos proceden de las autodenominaciones que estos mercenarios usan e, incluso, que donde aparecen a raudales estos términos, es precisamente en esas publicaciones de patrones agendados para la contrarrevolución y la injerencia. Su focalización en la campaña en contra del 349, y su marcada ignorancia de las amplias muestras críticas, una y otra vez destacadas en nuestros Especiales, más que una coincidencia, es una pauta clara que acaso estos medios no han cumplido acorde con sus gustos y, sobre todo, una orden precisa que habrán de asumir con prontitud.

Artículos Relacionados:
 
La saga china del arte cubano
 
La fotografía me encontró
 
Los sonidos de nuestra historia y tradiciones
 
HB: Resumen de poéticas visuales