La XIV Bienal de La Habana, entre otros muchos parabienes, ha llegado para demostrarnos la buena salud de la que hoy disfruta el arte emergente en Cuba. No pocos han sido los proyectos personales y colectivos que han reforzado esta idea y sobre los cuales vale la pena regresar. Consecuente con ello, estas breves líneas se concentrarán en Estado de espíritu, la megaexposición colectiva que tuvo lugar en la sede del Pabellón Cuba, entre el 3 de diciembre del 2021 y el 10 de enero del 2022.

El concepto curatorial partió de presupuestos que pusieran de relieve nuevas formas de expresión contemporáneas.

Con la participación de más de sesenta artistas, provenientes de todas las provincias del país, el suceso, además,estuvo motivado por el interés de saludar el 35 aniversario de la fundación de la Asociación Hermanos Saíz (AHS). Lo trascendente es que esta propuesta implicó una lección de respeto al valor del talento. De lo contrario, hubiera parecido casi un idilio edificar una idea con estas características en medio de las actuales circunstancias; dominadas por la agresividad de la COVID-19 y el reforzamiento del obstinado bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba.

Se impuso lo bidimensional en paredes y muros, lo cual contribuyó a resaltar una complicada y exigente museografía.

El concepto curatorial, diseñado por Sarah Lis Muñiz y Maybel Elena Martínez, partió de presupuestos que pusieran de relieve nuevas formas de expresión contemporáneas, en la ruta hacia la desacralización del canon. La selección de obras, en consecuencia, fue hacia la democratización de manifestaciones, materiales y técnicas. Siguiendo el pensamiento anterior, el despliegue de los exponentes por los complicados espacios del Pabellón Cuba dio la posibilidad de que manifestaciones distintas, como la arquitectura, el videoarte, la instalación, el performance, la escultura, la fotografía y técnicas mixtas, establecieran el diálogo deseado. De todos modos, se impuso lo bidimensional en paredes y muros, lo cual contribuyó a resaltar una complicada y exigente museografía.

La selección de obras fue hacia la democratización de manifestaciones, materiales y técnicas.

Según cuentan las curadoras, en el empeño por prestar privativa atención a la armonía entre el discurso curatorial y el espacio, se tuvieron en cuenta las obras de algunos artistas, como sucedió con Harold Ramírez, con su intervención con los cristales. De manera que para todos los desafíos se fueron encontrando soluciones que aportaron a la unicidad relato-espacio.

También añaden que la nómina de participantes y sus obras derivó de la experiencia práctica aportada por el encuentro de creación Arte en proceso,[1] de frecuencia anual, cercano a cumplir su décimo aniversario, y promovido por la filial de la AHS de Artemisa. Sus objetivos se focalizan en la necesidad de mantener activo el debate en torno a las nuevas tendencias del arte contemporáneo cubano.

En la exposición participaron más de sesenta artistas, provenientes de todas las provincias del país.

De este modo, el discernimiento de percibir la obra como proceso, amén de la manifestación de que se trate, unido a la consistencia del alegato y sus significados, se convirtieron en los móviles para los criterios de ordenación seguidos por Sarah Lis y Maybel Elena. No menos importante fue encontrar el equilibrio entre creadores de diferentes edades y generaciones. Todo se integró para darle sustento al título, cuando advierte que la juventud, más allá de una etapa de la vida, es un estado del espíritu, que es igual a optimismo y fe en el presente que vivimos y en el futuro que pretendemos construir.

“La XIV Bienal de La Habana, entre otros muchos parabienes, ha llegado para demostrarnos la buena salud de la que hoy disfruta el arte emergente en Cuba”.

En otro orden de análisis, la praxis ha demostrado el temperamento inquieto de  la mayoría de los artistas involucrados en Estado de espíritu, quienes estuvieron y continúan estando comprometidos con varias exposiciones integradas a los diferentes momentos de la propia Bienal. Muchos de ellos estudian en nuestras Academias Provinciales de Artes Plásticas o en la Universidad de las Artes (ISA), al tiempo que se involucran en convocatorias nacionales o foráneas; de esas que llegan por vía individual, colectiva o como fruto de la cooperación interinstitucional.

Lo trascendente es que esta propuesta implicó una lección de respeto al valor del talento.

Pensando en momentos notables, las especialistas de la AHS cuentan que la satisfacción afloró cuando se cerró la nómina, en la que se reconoció la trayectoria de artistas jóvenes, intérpretes de conceptos creativos polisémicos y despojados de compromisos o ataduras extrartísticas.

También se incluyó una generación de jóvenes artistas que, ciertamente, le falta mucho por consolidar, (…) que es una descendencia que dicen algunos críticos es “la generación de selfie”; una generación que está trabajando muchísimo y que deja mucho que decir para el arte cubano (…).[2]

La investigación en las redes sociales, por su parte, sobrevino como herramienta esencial para la selección de obras y autores. Esto operó como el encuentro con una plataforma contemporánea, que traduce una fracción significativa de lo sucedido y visibilizado en el arte, al menos durante el arco temporal en el que se circunscriben las obras.

Obviamente, el valor de la hipermedia fue mejor confrontado, cuando se combinaron entrevistas, hojas curriculares y muros en plataformas virtuales para delinear hacia dónde se dirigían las fortunas críticas de los creadores invitados. Las redes sociales revelaron temas y nombres marcados por la COVID-19 quienes, sin dudas, ayudaron a construir una nueva leyenda, próxima a temáticas coherentes con el mundo que los circundaba, como fue el caso de Chuli Herrera. Igual estuvieron los que, al cerrarse las galerías, generaron obras explícitamente para la virtualidad, a partir de su propia problemática, de otra sensibilidad, de otro criterio estético.

La investigación en las redes sociales sobrevino como herramienta esencial para la selección de obras y autores.

Cuento entre los que piensan que esta exposición, atendiendo a su magnitud y trascendencia, no ha contado con toda la atención que merece por parte de la crítica, curadores y académicos. Todavía se impone poner al descubierto nombres, poéticas, asuntos y sutilezas que circundaron esta revisión del arte como respuesta de contingencias.[3]

No obstante, y reconociendo el permanente riesgo de las omisiones, destaco la influencia del arte asiático en la obra efímera de la estudiante de tercer año de la Universidad de las Artes, Alexandra Carvajal; la manera en que Kelvin Sánchez nos alertó sobre los arriesgados tiempos en que vivimos. Rememoro con agrado la sencillez con que Denni Izquierdo situó en un punto de alerta el fenómeno inflacionario por el que actualmente atraviesa nuestra economía, cuando en una varilla metálica que pendía desde la pared colocó una presilla metálica, sobre la cual se sostenía un elevado monto de billetes de 1 CUP.

Todavía se impone poner al descubierto nombres, poéticas, asuntos y sutilezas que circundaron esta revisión del arte como respuesta de contingencias.

Nuevamente impresionaron temas de alta vigencia, como el regreso de las esculturas de cabezas envueltas y sin rostros de la joven Miriannys Montes de Oca. En igual sentido estuvo William Cruz Perdomo, con su particular mirada a los símbolos nacionales y Liesther Amador, con sus símbolos y metáforas. Mientras tanto, Omar Tirado continuó sus indagaciones hacia el interior de los hogares de los ancianos menos favorecidos, cargados de objetos pasados por los años, pero útiles a sus dueños, en reclamo a la atención que demandan las personas de la tercera edad.

Esta expo fue un intento valioso y nutritivo, ya reportado en la memoria de los que día a día le toman el pulso a lo mejor del arte joven.

La exposición, con buena recepción de público y visitada por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel y su esposa,[4] el pasado 7 de diciembre, se consagra como uno de los sucesos apreciables, ocurridos en el recinto expositivo de la céntrica calle 23. En ella, desde las funciones atribuidas al arte, se han prefigurado atinadas lecturas sobre el acontecer nacional y foráneo, partiendo de un diálogo de fácil comprensión. Felicitaciones a la Brigada Hermanos Saíz, a la dirección de la XIV Bienal de La Habana, al equipo de producción de la exposición, a los artistas que hicieron este sueño posible. Sin lugar a dudas, fue un intento valioso y nutritivo, ya reportado en la memoria de los que día a día tomamos el pulso a lo mejor de nuestro arte joven.


Notas:

[1] http: //www. ahs.cu. arte en proceso.

[2] Conversación de Teresa Toranzo con las curadoras, el 6 de enero del 2022.

[3] Aguirre I (2005). Teorías y prácticas artísticas en educación artística. Barcelona: Octaedro, en: Estudios pedagógicos (Valdivia). Versión online ISSN 07118-0705. Didáctica del I. Scielo.conicyt.cl.

[4] Presidencia de la República: “Presidente de Cuba apreció la exposición colectiva Estado de Espíritu”, 7 de diciembre de 2021. También, en: “Visita a la exposición de artes plásticas: Estado de Espíritu”, en: https://www.presidencia.gob.cu, 7 de diciembre de 2021.

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