Miguel Hernández

Para la libertad

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

Basilia Papastamatíu

Oh noches sin despertares ni amaneceres

I

Frases caídas
palabras cargadas
trémulas y quejosas
como un cosquilleo
como el humo ondulante que se desvanece a la distancia
el turbio deseo de llegar hasta el confín
para aniquilar fragmentos del pasado
por una felicidad sin quebrantos

(pesa el pasado?  la pálida muerte?  ese pavoroso silencio?)

II

O nuevamente
como un mandato trágico
la realidad del dolor
el vagido de la existencia

Se trata del irreparable gesto de un tiempo corporal
el sueño de lo celeste
los sueños de la humanidad vislumbrados desde sus rendijas hasta
    los umbrales de la razón
como las moradas naturales del hombre.