Fotorreporteros hoy: ya los tiempos han cambiado

Grethel Morell Otero
29/8/2017

Cuando las épocas se tornan complejas y la función de la imagen, la buena imagen, es cada vez más requerida, los profesionales del fotorreportaje enfrentan nuevos desafíos. El saber, el compromiso, el entrenamiento de la mirada y la veracidad de los imaginarios, son pautas imprescindibles en este oficio. El poder relegado y el escaso lugar ofrecido a las narraciones visuales, la seriedad y la necesidad de espacios en los medios de prensa para este tipo de trabajo, son temas oportunos en el escenario actual. Así la ética, el derecho sobre la obra, el sitio fijado al personaje detrás del lente. Sobre estos asuntos y su peculiar manera de asumir la profesión, sostuve diálogo con el único fotógrafo cubano Premio Internacional de Periodismo Rey de España (2016).


 Yander Zamora, único fotógrafo cubano Premio Internacional
de Periodismo Rey de España (2016). Foto: Clarin.com

 

¿Cómo fueron tus inicios en la fotografía?

Casi nací en el gremio, mi papá es periodista. De pequeño lo recuerdo a él con una grabadora inmensa, nada que ver con las diminutas que usan ahora los periodistas, además de una cámara de rollo. Todavía no había llegado la era digital al periodismo, ni al mundo, creo. Así que mis inicios fueron así, viéndolo a él. Fue corresponsal de guerra en Angola y entre las cosas que enviaba había sobres de cartas con fotografías. No imágenes macabras que no pudieran ser vistas por un niño, eran paisajes, retratos de él con sus amigos, o en eventos donde le entregaban algún reconocimiento. Ahí empezó mi relación de amor con la fotografía.

¿Cuándo tomaste por primera vez una cámara de forma consciente para hacer imágenes, cuándo te sentiste por primera vez fotógrafo?

Pasaron muchos años. A veces cuando uno empieza a hacer fotografía piensa que ya eres fotógrafo porque publicas en algunos medios, por ejemplo yo salí de Prensa Latina para el periódico Granma. Pero para serte sincero cuando de verdad me sentí fotógrafo, cuando sentí que comenzaba una carrera en la fotografía, fue en Venezuela. Tuve la dicha de ser enviado como corresponsal del periódico a Caracas. Estuve un año allá, en pleno auge de la Revolución Bolivariana, con el presidente Chávez vivo. Fue única la experiencia. Pude recorrer todo el país y graficar momentos claves, cumbres, con personajes que han marcado la historia, desde Mohamad Alcadafi hasta todos los líderes de izquierda de Suramérica. Tomé en Caracas las marchas chavistas y también las opositoras. Fue una vivencia que me fogueó como fotorreportero. Cuando regresé a Cuba sentí que había salido un Yander y retornado otro.

Cuéntame cómo es el día a día de un fotorreportero. ¿Cómo es la rutina de trabajo de un fotógrafo activo en un diario cubano hoy?

En el periódico, que es donde tengo más experiencia, se planifica todo. Ya los tiempos han cambiado. Sé por fotógrafos de mayor edad que estuvieron muy activos en los inicios de la Revolución y trabajaron la llamada fotografía épica, que la dinámica era otra. Porque además Fidel era un personaje muy activo y estaba la Revolución en su efervescencia de los cambios sociales. Fue una época linda que me hubiese gustado vivir, pero igual tengo ésta.

El día a día hoy, que es muy diferente a aquél, básicamente no tiene sorpresas, o hay pocas en el año. Se hace un plan de trabajo y muchas veces tú sabes la cobertura con varias jornadas de antelación. Y todos los días te llega lo que vas a hacer el día siguiente. Así es, recibes lo que te dieron y te planificas. Esa es una parte.

Está la otra, que ya depende del fotógrafo. Es en la que tú buscas, no te lo exige el medio, te lo exiges tú mismo. Es el caminar por las calles buscando algo atractivo para publicar en tu medio o en algún otro. Donde crees que tiene cabida eso que quieres hacer. Por ejemplo en el periódico Granma no hay espacio y ni política editorial que proteja mucho el fotorreportaje. Aunque sí es así en algunas otras publicaciones o revistas, y si tienes vínculos con ellas, pues sales a la calle buscando la imagen. Yo siempre tengo mi cámara arriba, y gracias a eso he logrado imágenes que he podido publicar en otros medios.

Qué pasa entonces cuando tienes el trabajo tan planificado −y me remonto a los orígenes de los fotorreporteros que siempre estaban detrás de la noticia y querían ser los primeros en dar el impacto de la imagen− y se presenta un suceso fortuito, sorpresivo, como una catástrofe natural o un desastre, ¿sales de inmediato o tienes que esperar que te lo asignen?

Eso depende del fotógrafo. Yo salgo. Así me he ido a hacerle fotos a inundaciones en La Habana, a incendios o a algún derrumbe. Soy consciente de que si logro la foto es muy probable que mi medio esté interesado en ella… o no. Mira, yo hago la imagen primero para mí y si al periódico o a alguno de los medios para los que trabajo le interesa, genial. Además, me gusta ver el trabajo publicado, que llegue al mayor número de personas.

foto del fotógrafo cubano Yander Zamora,
" Yo siempre tengo mi cámara arriba". Foto: EFE

 

Qué sucede cuando quieres hacer un tipo de imagen que no se apega al valor de la inmediatez y la noticia, en el sentido llano del concepto de reportaje, si no que buscas experimentar, hacer una obra más de autor o un ensayo fotográfico. ¿Encuentras eco con esas imágenes, puedes publicarlas luego?

Hay poco espacio oficial para eso. Pero están las redes sociales, un lugar que existe hoy en el cual los fotógrafos, los artistas, los periodistas, los escritores en general pueden publicar y hacer ver al mundo, o a sus contactos en la red, la obra que están haciendo. Esa es una vía.

Pero espacios reales y oficiales que respalden ese tipo de trabajo, hay pocos. Tengo ya ciertos añitos de experiencia, conozco algunos y tengo la suerte de que encuentro a quien enviar muchas cosas de las que hago. Es una lástima que en los medios oficiales nuestros no exista una política real que ayude a publicar este tipo de trabajo. El fotorreportaje se está perdiendo en los medios. En el Granma había un espacio creo que los viernes en la última página, que era para el fotógrafo. Ahí se podía hacer un despliegue de una obra más personal o poner fotografías que documentaran la realidad inmediata, extendida. Temas que pedían eco en muchas partes de Cuba, por ejemplo el transporte, quizás…

… Poder narrar una historia completa a través de las fotos

Sí, eso es interesante y me satisface mucho hacer ese tipo de trabajo. Creo que es hacia donde más está encaminado el fotoperiodismo profesional de hoy, camarógrafos y fotógrafos, a una visión más completa, que demande un poco más de estudio. La fotografía de noticia como tal muchas veces la tiene cualquiera en la calle con su teléfono móvil, un accidente de tránsito o lo que sea que pase en dos segundos, no digo un evento o manifestación que dé tiempo a que el fotorreportero llegue al lugar. Está ocurriendo en el mundo entero que muchos medios y plataformas con prestigio prefieren comprarle el trabajo a no profesionales, a cualquier transeúnte que pasó y tomó la fotografía o el video con su teléfono inteligente, que a un profesional que ya tiene un nombre y que tienen que pagarle diferente. Cuando el atentado a las Torres gemelas el 11-9 en Estados Unidos la mayoría de las fotos y videos que circularon en la red y se compraron por los medios fueron hechas por aficionados. Lo que queda para los profesionales es estar atentos y si estás ahí, pues lo tienes. También arriesgarse más, no quedarse con los brazos cruzados y esperar que la casualidad te haga capturar una imagen.


Llegada del avión presidencial Air Force One a La Habana, cuando la visita de Barack Obama a Cuba.
Foto: Yander Zamora

 

Has sido un fotorreportero con éxito, premiado por este tipo de obra. Obtuviste doble Premio Internacional de Periodismo en el 2016: el Premio Rey de España y el Premio Ortega y Gasset, por la imagen de la llegada del avión presidencial Air Force One a La Habana, cuando la visita de Barack Obama a Cuba. ¿Cuánto de espontáneo y de premeditado tuvo esta imagen?

Esa fotografía fue muy premeditada, ahí de casual hubo muy poco. Estaba trabajando para la Agencia Reuters, la enclavada aquí en Cuba, y mi tarea era precisamente esa: hacer la foto de la llegada del avión. Estuve en el lugar unas tres horas, estudiando, haciendo lectura de luces, viendo qué sitio era mejor. Si algo fue casual, fueron los planos de abajo, los autos que llegaron en el mismo momento. Hay colegas que me ha preguntado: ¿tú les pagaste a los choferes de los almendrones para que estuviera allí? Si yo hubiera diseñado la foto que quería, no hubiera quedado tan atractiva como esa. Esos almendrones con colores azules que tenían que ver con el avión del Presidente Obama, el cielo nublado… había un balance cromático interesante.

Es decir, fue prevista pero no construida.

Así es. Un ejercicio total.

A raíz de esta experiencia, cómo consideras que debe ser una buena imagen para un fotorreportero. ¿Qué retos te lleva hacerla, qué debes tener además de buen ojo por supuesto?

Aunque la casualidad no está ajena en este oficio, lo que determina a un fotorreportero es el fotorreportero mismo. O sea, los referentes que tienes, tus conocimientos y paciencia. Te digo paciencia porque en la fotografía referida yo podía haberme quedado en la primera esquina, saber por dónde pasaba el avión y haber logrado otra foto. Sin embargo, estuve horas estudiando, pensando la Cuba que quería mostrar. No tenía sentido hacer solo la foto del avión en el aire, que era lo que estaban haciendo todos los aficionados. Si quiere documentar un acontecimiento trascendental, un fotógrafo de prensa tiene que ver más allá. Las casualidades no definen tu trabajo.

Igual cuando vas a tomar La Habana, una ciudad tan fotogénica, donde si esperas al menos diez minutos, algo atrayente va a ocurrir. Hay que tener paciencia y evitar la simplicidad. Yo tengo una rutina de trabajo: primero hago las fotos en mi cabeza y después lucho por lograrlas.

Has hablado de paciencia, estudio, composición, del ojo entrenado en el oficio… y qué pasa cuando estás en una situación que requiere de ética en cuanto al tratamiento de la escena, que sientes que no debes apuntar la cámara en una circunstancia determinada, que no debes hacer el retrato que tanto deseaste o que construiste en tu mente.

Me he autocriticado, quizás no debía haber hecho la foto. Pero mi instinto hace que saque la cámara y dispare. En este oficio es preferible pedir perdón que permiso. Si sales a hacer fotos preocupado por lo que pueden pensar de ti o que llegues a ser muy invasivo, no haces una foto que te funcione o que pueda trascender en el tiempo. Si la imagen es triste, así la hago. Cuando salgo a trabajar, el mayor porciento de mis neuronas está enfocado en la fotografía y no en lo demás. Puedes encontrar quien te responda con una sonrisa o quien se ponga bravo. Eso es una ruleta rusa. Yo siempre hago la foto.

Claro hay otros aspectos de la ética del fotorreportero que se deben tener en cuenta, como la manipulación de la imagen. Cada vez la línea que divide la fotografía documental no cuestionable de la fotografía manipulada es más delgada. Hay que tener mucho cuidado. Han sucedido no pocos escándalos a nivel mundial con la alteración en photoshop, en staff de agencias internacionales. Cuando trabajas para varios medios a la vez es una cuerda floja. Si estás acreditado por un medio para hacer determinado trabajo, pues debes respetarlo.

Y al tomar una foto sin credencial, pasa a ser parte de tu patrimonio, no de la agencia, ¿no?

Siempre va a ser parte de tu patrimonio, pero el derecho de publicación puede tenerlo un medio u otro.

Hace algunos años en Cuba, cuando se trabajaba con rollos, química y cuarto oscuro, muchas publicaciones periódicas al suministrarle los recursos a los fotorreporteros, las imágenes resultantes pasaban a formar parte del patrimonio de la editorial o la revista. En la actualidad con la tecnología digital todo es más ágil, las cámaras son propiedad del fotógrafo no recurso de quien te contrata, tú haces la cantidad de tomas que deseas, luego, ¿pierdes en alguna medida derecho sobre esas imágenes?

Tengo que decir que en Cuba no se ha tratado con la seriedad que debería la ley de derecho de autor sobre las imágenes. Ahí todo está bien calculado, aunque en constante evolución. Aunque todavía los medios oficiales cubanos te dan los recursos de trabajo. Yo tengo mis equipos, pero cuento con los que me ofrece el periódico.

La evolución de la tecnología no creo que haya influenciado mucho en eso, sí en la inmediatez y masificación de la producción de imágenes. El derecho de autor nunca lo pierdes, lo que puede suceder es que pierdes el derecho de comercialización o publicación de la foto en un formato específico, por un tiempo determinado o por toda la vida, depende del contrato firmado.

¿Y la firma o el nombre de los fotógrafos? Pienso que se han desdibujado con los años los nombres de los fotógrafos que trabajan para órganos oficiales de prensa en Cuba. Siglo atrás, me remonto incluso a finales del XIX, era importante el reportaje en la prensa por el nombre del fotógrafo. Pienso en Goméz de la Carrera, Casañas, para El Fígaro; o Moisés Hernández, Ocaña, para El Diario de Cuba a inicios del XX. Fueron nombres que trascendieron en la historia por la imagen que hacían para la prensa. Se llegaba a buscar su sello en la publicación. En la actualidad está pasando que le dan más valor al texto que a la foto que acompaña al reportaje, y ahí se está perdiendo el nombre del fotógrafo.

Es verdad y es una lástima. Si miras hacia atrás te das cuenta de que sucedía así, era importante la figura del fotógrafo detrás de la imagen. Ahora cada vez es menos, sobre todo en los medios cubanos. Es una tendencia mundial darle más protagonismo a la fotografía, a la imagen en general, con más espacio dentro de la publicación misma. En un periódico no es raro que el 80% sea ocupado por la imagen, esa es la primera información que te llega. Puedes incluso decidir si compras o no el diario por la fotografía que ves mientras caminas. Es el poder de atracción e impacto. Eso se ha perdido aquí. No hay un pensamiento coherente en este sentido, cuando no debería ser así.

Hablando muy claro y de forma aterrizada, el texto es muy importante pero la fotografía también. Un ejemplo franco, y no voy a demeritar a nadie, el periodista pudiera no haber ido al evento y escribir, pero si el fotógrafo no va, no trabajó, no tiene la foto. No puedes inventar la fotografía. El periodista puede llegar tarde, hacer un reporte que funcione, ¡y hasta coger premio con ese trabajo! El fotógrafo no puede hacer eso.

Si miras un poco más y vas a las estadísticas, el mayor porciento de muertes de profesionales de la prensa en conflictos bélicos son los gráficos; pues son los que están ahí en el campo de combate logrando la imagen, esa que apreciará el resto del mundo. El periodista puede que esté al lado, en la sala de prensa, o en el hotel, mirando lo que otros gráficos están transmitiendo.

Es indiscutible. Antes muchos lectores eran conscientes de la figura que estaba detrás de la fotografía, y por eso muchos compraban la publicación y seguían sus trabajos. Ya no sucede, se ha perdido esa cultura. Ya no se reconocen ni los estilos.

¿Qué otra ausencia le ves al fotorreportaje en el panorama nacional?

Que aunque presentes un trabajo muy acorde a la línea editorial de la publicación, digital o impresa, no entra. La razón que te dan es la falta de espacio. En las impresas se justifica, pero en las publicaciones digitales raya en la locura. Se están desperdiciando todas las bondades que te ofrecen los medios digitales, que son infinitos. Además, como es en el mundo, la publicación digital no es un reflejo fiel de la impresa. Es más rica y tiene un lenguaje diferente. Hay más imágenes y puedes linkear textos de referencia en otros sitios. La dinámica de la vida en el siglo XXI, aunque Cuba quizás no es el mejor ejemplo de vida agitada, demuestra que casi nadie busca leerse cuatro páginas de texto denso y sin imágenes, sin descanso ni apoyo visual. Lo que dices en una cuartilla, lo puedes resumir en una imagen.

Hay veces que encuentras en la prensa un texto que repite lo que dice la foto. O se pudo haber enriquecido el texto o haber cambiado la imagen. No hay sentido en la repetición y desperdicias el espacio.

Has tocado otro punto de conflicto con la imagen. A veces sucede en nuestra prensa que la foto no refleja la noticia que se está dando. Aparece un divorcio de la imagen con el texto.

Sí, en este matrimonio de texto y foto pasa de todo. En una publicación seria no todo puede recaer sobre los hombros del fotógrafo y el periodista. Antes de publicarse, la prensa pasa por muchos ojos: redactores, editores, correctores, directores… y todos deben tener una preparación óptima. Sí es importante que el equipo fotógrafo-periodista tenga buena comunicación, para que ofrezca un resultado que también comunique. A mí me gusta indagar de qué va el trabajo. Si me lo informan con días de antelación, me preparo.

Cuando la fotografía no grafica bien el texto, el lector se da cuenta. Es clave el estudio para un fotógrafo. La comunicación es una ciencia donde todo está inventado. Hay pautas bien establecidas que debes conocer. Si eres fotógrafo autodidacta y quieres dedicarte a la fotografía de prensa, debes prepararte. Un fotorreportero puede incluir a un fotógrafo, pero un fotógrafo simple no incluye a un fotógrafo de prensa. Como un fotorreportero no necesariamente incluye a un fotógrafo profesional de arquitectura. Yo defiendo la especialización. Me intereso por los conocimientos generales de fotografía, pero trato de saber todo lo digno de ser sabido en lo que me dedico. En el fotoperiodismo están las leyes de comunicación, si las estudias es muy difícil que caigas en la no correspondencia entre texto e imagen.

¿Aconsejas algo a tus contemporáneos, además de prepararse y estudiar?

Ver muchas fotos. Acceder a los referentes. En Cuba es muy fácil ir a las galerías y de modo gratis. Aprender constantemente. Cuando crees que lo sabes todo, ahí mismo te pusiste un límite. Es necesario estar abiertos. Yo he aprendido de fotógrafos que llevan dos días en la fotografía, por soluciones quizás casuales que han logrado.

Lo otro es que si quieres vivir de la fotografía de prensa y colaborar con algunos medios está bien, pues te pules y tienes la ambición. Lo que no puede ser es que el fin de salir a la calle a buscar la imagen sea el dinero, porque no funciona así. Tienes que salir pensando en lograr buenos trabajos, no en el dinero que te pueda reportar. Yo aprendí de la peor forma e hice mi teoría personal.

La parte de tu cerebro que debe estar concentrada en lo que debes hacer y mantener los ojos abiertos no funciona bien cuando estás pensando solo en el dinero, en cómo vender la foto, en qué imagen puede interesar… entonces pasa algo, empiezas a ver fotos buenas donde en realidad no existen. Al final llegas a la mesa de edición con una gran cantidad de fotos que probablemente ninguna funcione. Hay que ser fuerte, difícil en estos tiempos y más en La Habana, librarse de esos pensamientos y salir a lograr las buenas fotos.

Una buena lección. Gracias Yander.

Grethel Morell Otero
Crítica de Arte e investigadora. Historiadora de la fotografía cubana. Dos veces Premio de Investigación Fotográfica (Fototeca de Cuba, 2009 y UNEAC, 2010). Publica en las más importantes revistas culturales cubanas y en numerosos sitios web especializados. Premio Nacional de Crítica de Arte Guy Pérez Cisneros (2016).