Galería de Loja (II)

Omar Valiño
13/5/2020

En la despedida de 2019, los organizadores del 4to. Festival Internacional de Artes Vivas, de Loja, Ecuador, convocaron a un grupo de críticos iberoamericanos para un desafiante ejercicio: acompañar con críticas casi en vivo los espectáculos presentes en el evento. Una lista de 14 puestas para cada uno ya marcadas previamente, sin derecho a selección de parte de los críticos. Como reseñas debían ser publicadas, a lo largo del propio festival, en el sitio web del mismo.

Cartel del 4to. Festival Internacional de Artes Vivas, de Loja, Ecuador. Fotos: Internet
 

Aquí está el resultado de mis devoluciones en el orden que me correspondió. Permite apreciar en una instancia concreta, que huye de las reflexiones genéricas, el ámbito y los alcances, las luces y las sombras, de este hermoso encuentro.

1. La fábula de los tres hermanos

Colectivo de Artes Kichwa Ñapash Purina (Cotacachi, Ecuador)

La abstracción puede ser un formidable recurso en el arte. Sobran los ejemplos a través de su historia. En el teatro, sin embargo, puede ser muy peligroso si no se maneja con sumo cuidado, pues el escenario exige concreción.

Este es el problema central de La fábula de los tres hermanos, con puesta de Geovani (Cocolo) Revelo Flor. Tres hermanos salen al camino, a la vida independiente, después de una intensa despedida de sus padres que también, por cierta indefinición del dibujo del signo, podemos leer como dioses, espíritus. No hay palabras, pero no es teatro físico asentado en la caligrafía del gesto y la acción.

Grandes títeres de técnica mixta, peleles de piso con articulaciones manejadas por varios manipuladores en el caso de aquellas figuras. Máscaras blancas para los actores en los hermanos. Mientras una suerte de saltimbanquis con máscaras, de alegre espíritu, les entregan la música visibilizada en los instrumentos musicales que ponen en sus manos. Son ahora un trío musical nuestros protagonistas. Y en ese momento hay jolgorio y danza, un carnavalito.

Protegidos van. Curiosamente, los hermanos nunca se separan, algo atípico en este tipo de fábula donde los obstáculos, vicisitudes y peripecias negativas son resultado de la falta de unidad.

Pero aparecen los malos. Detesto ese binarismo del blanco y negro para nombrar, pero no me queda otro remedio ante dicha abstracción. Con sus cabezas de figuras geométricas, ¿semejan edificios y quieren señalar a la ciudad como enemigos de los del campo? Maltratan y someten a los hermanos, los obligan a un contrato para trabajar en la música, luego son despojados de los instrumentos. Terminan encadenados a ser como esos otros de cabezas angulares, ¿son todos los explotados de esta vida, de este mundo? ¿O los migrantes del campo vueltos ciudadanos de segunda a la fuerza?

Sometidos por completo, el jefe les desbarata continuamente el trabajo en serie a que los obligan. Se rebelan, pelean, son apaleados. Les roban la música, pero los malos no saben tocar. Los espíritus positivos acuden en su ayuda y vencen a los negativos. Los hermanos vuelven a hacer su música, pero, como en una película clase B, el malo de los malos, se levanta y los ¿asesina? Aunque renacerán tras la ayuda de los padres o dioses que los devuelven a la existencia en otra condición. Todos bailan en un nuevo carnaval.

Demasiado genérico todo, demasiado abstracto, hasta ingenuo.

 La ciudad de Loja en Ecuador.
 

2. San Antonio y el secreto de Rosa María

Corporación Artística Tierra Negra Internacional. Ecuador

Apegados a sus tradiciones, Tierra Negra Internacional las vuelca sobre la escena en un género más cerca del espectáculo que del teatro propiamente dicho. Vienen de Esmeraldas, región al norte del Ecuador con fuerte presencia de origen africano que se trasunta en todo lo observable sobre las tablas: música, danza, comportamiento, maneras de ser.

 La obra San Antonio y el secreto de Rosa María.
 

Con el fondo ocupado por el set de los músicos, de fuerte componente en la percusión, la distinción de la música africana y sus expansiones, el montaje se muestra en un gran formato, al aire libre, abierto a un público tan popular como las temáticas y los lenguajes presentes en el mismo. Delante de los músicos ocurrirán las evoluciones constantes de las danzas y las pequeñas escenas que soportan el peso de la narración.

La historia es simple. Rosa María persigue a voz en cuello a un hombre porque hace décadas que no tiene marido. Acude a la religión, a las vecinas, a otras creencias y a cuanto pueda hacer para lograrlo. Aunque, sin dudas, ese nivel de “reflejo” de peripecias no exentas de comicidad, parte del basamento natural de comportamientos inscritos en la tradición, las soluciones en lo narrativo podrían actualizarse con veladas visiones críticas en torno a los objetivos de la protagonista, si pensamos en el lugar que ocupa hoy la mujer en la sociedad y, sobre todo, el lugar que merece y se lucha por darle.

Con un carácter muy expositivo, tal ficción es lo más endeble del espectáculo, apenas un pretexto para un desfile de música, color y bailes que nos exponen las costumbres culturales de dicha zona ecuatoriana.

De sabor naif y elaboración amateur, la puesta, dirigida por Carlos Jonathan Minota Rueda, podría ocuparse más de un ensamblaje entre sus componentes escénicos sin perder el colorido encanto de una muestra de pervivencia cultural.

3. Cómic

Imagino Teatro. Ecuador (Quito)

Como bien indica su título, este espectáculo, con dirección de Magdalena Soto y Santiago Carcelén Vela, se desarrolla por completo en el territorio del cómic.

El actor, el propio Santiago Carcelén, consciente de patinar en espacio conocido, juega con la memoria del espectador al respecto y reelabora situaciones típicas del cómic, rutinas y “diálogos” entre los fragmentos de dibujos animados que proyecta en la pantalla al fondo y sus reconstrucciones de las mismas con gran pertinencia física y gestual, sacadas de sus dominios del mimo y del teatro físico, además del clown, por supuesto.

La obra Cómic.
 

También la voz coloca todas las onomatopeyas posibles para reproducir velocidades de las acciones, cabalgaduras de vaqueros, disparos, resoplidos de caballos, enfrentamientos clásicos del western.

Esa es la estructura, en definitiva, una oscilación entre lo que vemos en pantalla y las escenas no reproductivas de las referencias, pero no se ahoga en el uno-dos binario porque el actor logra movimientos de transformación de la textura del espectáculo con diversos recursos y el intercambio directo con el público. Así rememoramos magníficos pasajes del cine silente de comedia, del oeste, pasajes clásicos de amor, del circo o del musical.

Precisamente la música destaca como presencia y sobre todo porque Santiago Carcelén la convierte en un ente fundamental de interacción con cada uno de los géneros a los que acude en su puesta en escena, una verdadera amalgama que cementa su ecléctica construcción, muy bien pulida al final.

4. Rocco y sus hermanos

Aula 21. Ecuador (Quito)

Desde la lectura del título de esta obra, nos remitimos a la célebre película de Visconti, de principios de los 60, con Alain Delon y Claudia Cardinale. Secuencias de la misma aparecerán luego en distintos momentos del espectáculo. Y como en el filme, predominará un tono realista que no hemos visto en este festival.

Siguiendo su guion —entre narraciones directas de los personajes y sus diálogos, sus escenas— Vicenzo será el anfitrión, en la gran ciudad, de sus hermanos y su madre que han emigrado hasta allí con su cuota de desarraigo y desadaptación. Después de su casamiento, abandona el seno familiar. La urbe tienta y Nadia, la prostituta, será su encarnación. Simón enseñará a Rocco, hermano menor, el boxeo, pero también pelearán por Nadia en deseos que nunca se encuentran entre cada uno de los vértices del triángulo. Simón se descarrilará en una vida típica del problemático y terminará asesinando a su amor no correspondido. Rocco triunfará como boxeador y, a pesar de todo, protegerá siempre al hermano, pero no logrará salvar a la familia de la tragedia.

La obra Rocco y sus hermanos.
 

Frente a la función no extrañé exactamente la película, que vi hace mucho, me deleitaba con los vericuetos de una historia fascinante que todavía cautiva por sus densidades y engarces. Rocco y sus hermanos pertenece a la época en que las historias eran originales. De hecho pensé, poniéndome en modo viejo, que ya no vemos ficciones de esa potencia, lo que, por otro lado, sabemos que es incierto, todo depende de quien pueda cautivarnos con historias inolvidables, cada vez más escasas.

Sí me pareció una lástima que el trabajo actoral no acompañe, como un mapa a su altura, dicho territorio de ficción. Amén de actores más externos u otros más centrados, falta en general una concentración, un dibujo más apretado de las actuaciones que redundaría, además, en la fortaleza de imágenes cuyo lenguaje descansa en la palabra y el diálogo de los personajes. Y en la revelación de las poderosas pasiones de estos seres, a veces desamparados, ni tampoco en las conexiones de ese núcleo familiar y sus individuos con el paisaje social de una Italia sacudida por los cambios después del fascismo y la guerra, menos aún con las posibles lecturas asociadas al Ecuador actual.

5. Amazonas

Compañía Andanzas. España

Estas mujeres negadas ellas mismas a varón. Guerreras mitológicas que sirven de pretexto a Juana Casado para traspasar a la platea las renovadas discusiones y demandas en torno al presente de la mujer en las sociedades actuales.

 Amazonas, de la Compañía Andanzas, de España.
 

Entre danza y teatro, sólida la estructura en la distribución de espacio. Fuerte la escritura escénica en continuas imágenes colectivas mediante el aprovechamiento de los cuerpos de las bailarinas, las columnas en ruinas pero en pie y las formaciones con instrumentos musicales, accesorios y objetos como tambores y varas. Vestuarios de un cromatismo entre terrosos y verdes, tierra y floresta donde habitan.

El espacio no detiene nunca su constante transformación, haciéndose algo vivo a pesar de su extensión física, ganando tensiones a las que sirve la música con base en la percusión enérgica sobre tamboras con manos y baquetas más los taconeos de la danza flamenca.

Largos tramos coreografiados en danza y otros más ubicados en una perspectiva teatral. Musical también, siempre. El texto a veces en solos, a veces a coro o en cantatas. Y el cante jondo, con ese lamento andaluz de tantas resonancias.

Las amazonas reivindican su libertad absoluta frente a la barbarie protagonizada por los hombres contra su pueblo de mujeres. Justicia, libertad, igualdad. Aborto libre y de derecho y libre elección para todo. Por eso también la posibilidad de que alguna integrante abandone y busque otros caminos.

Vi Amazonas en la apertura del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz de 2018 en el Gran Teatro Falla y lo disfruté, pero ahora me resultó mejor. Ha conseguido precisar amarres, ganar brío y, con ello, establecer con mayor claridad su pautas y sus objetivos.

Nuestro imperio se derrumba, dicen, pero se transforma en símbolo de libertad de la mujer y su emancipación. Pueden entonces morir. Y mueren, aunque dejan, en una bella composición final, el sol de luces reflejado en las tablas.

6. El empresario teatral

Sergio Enciso. Ecuador (Quito)

El empresario teatral, con dirección de Sergio Enciso, es una versión sobre la pieza original de Mozart.

La obra El empresario teatral.
 

El protagonista se queja de la difícil empresa que le toca. Pero, al mismo tiempo, es asediado por distintos cantantes con sus diferentes motivos. El dinero que resultará del trabajo y el “reinado” de estrella absoluta, son pretensiones de la veterana y la joven, zonas de conflicto de ambas, amantes o cercanas al tenor que, por detrás, paga al empresario para que le brinde respectivos espacios en la compañía.

Y así transcurre la muy sencilla trama de esta pieza en un acto que firmara Mozart en 1786 y que, ahora, se abre a la inserción de numerosas arias, arietas y canciones del genio de Salzburgo provenientes de su celebérrimo repertorio, como La flauta mágica y Don Giovanni.

Planteada como una ópera de cámara, todo aparece ante nosotros sin imágenes o recursos de gran espectacularidad. Pero ello no es óbice para señalar que esa obligatoria escena única delante del público es demasiado fija, estática, previsible.

Se salva, en cierto, sentido, por el tono jocoso, la sencillez y, por supuesto, la música. En la historia predominará luego el acuerdo ante las dubitaciones del empresario sobre si asumir o abandonar su encargo, la comunión de intereses en favor del arte por encima de la economía individual o el divismo.

Como en diálogo o auto referencia a la propia obra, El empresario teatral demuestra que se puede hacer ópera en mínimos, otra demostración de que la creación artística en mayúsculas, musical y escénica, puede triunfar sobre todo lo demás.

7. Mar

Teatro de los Andes. (Bolivia)

En otro espectáculo de este festival aparece la triada de hermanos, triángulo equilátero de la unidad. Pero aquí el motivo es muy exacto: los hermanos emprenden viaje al mar para que su madre muerta, o moribunda, al fin lo conozca al ser depositada en el océano. La parihuela será la vieja puerta de la casa hecha de sendos tablones envejecidos.

La madre es claramente Bolivia, despojada de su mar por Chile en una guerra de fines del siglo XIX. Por eso el horizonte no se ve desde las montañas, nos dicen.

 La obra Mar.
 

En medio del viaje, al golpear ellos la puerta, se producen intersecciones históricas o presentes, para revelar los conflictos del país que se revelan cual caleidoscopio las posiciones de los distintos roles y segmentos sociales. Entre verdad e ironía se clama por la jubilación, las vacaciones, o aparece, sardónica, la clase media sobre los sentimientos y posiciones revolucionarias. Su deseo de languidez como estado de la nobleza. Y el mar, claro, el mar. Hasta un poema de Darío salta en medio de esas olas.

La escena de los viejos soldados es excelente. La farsa subraya el estado en fuga de estos marineros sin mar, oficiales de barcos teóricos que nunca existieron y que se repiten sin tiempo entre cómicos latiguillos. Mientras en otras resulta algo forzado el paralelismo entre dicha familia, la “real” de la narración, y la abstracta que es Bolivia, como en el plan para matar a la hermana. ¿Representa ella en ese momento a los blancos (la actriz lo es) en el irresuelto conflicto entre los sectores blancos y los indios? U otras escenas que no tienen la exacta consistencia de las mejores. La escena de la niña, el padre y las pérdidas sucesivas del mar es elocuente para expresar ese quemante anhelo sobre lo que no se tiene y siempre se va, aunque quizás demasiado obvia.

Pero en definitiva, en su continuo peregrinar, Juana, Santiago y Miguel retoman el viaje. Con sus malas relaciones entre ellos van desvelando que el problema central no es tanto ese horizonte del mar que las montañas no dejan ver, como el suelo que pisan. La escena del indio con su peso encima es esencial. El que duerme en los rincones y es menospreciado, concluye que no es la misma madre para todos. “Yo soy uno de ustedes y al mismo tiempo no”, reconoce.

No es complaciente, por supuesto, con el país, con su origen, su conformación e historia. Los tres hermanos representan esa unidad nunca alcanzada, se odian y se aman, parten en tres tablones la puerta que es la tierra.

Pero llegarán al mar y se decepcionan, se igualan a las olas que caen y se levantan de manera continua. Si no comprenden, nos hacen comprender que el mar en sí no es el problema, que está en la tierra y en el pacto Bolivia.

Ese suelo, ese piso de la escena que se intuye hermoso aun cuando todavía no lo vemos del todo, va sirviendo con sus movimientos diferentes usos, como telón medio, por ejemplo, para que sea horizonte donde cruza un barco. O cuando, al final, se hace mar. La metáfora lo dice de más hermosa manera. Allí, en esa franja de tierra del litoral quedará el cadáver bajo la arena, como los soldados de la guerra de 1879, como las tantas personas sepultadas por las tragedias de un país en el tiempo ¡Hasta hoy mismo! El suelo es mar, el verdadero horizonte del mar que encuentran es la tierra.