Gilberto Valdés, autor de “Ogguere”

Lila Guedes
17/3/2017

Hace ochenta años Gilberto Valdés está sobre el podio de una orquesta de sesenta profesores para iniciar una de tres presentaciones de su obra de concierto, vocal e instrumental, con la inclusión —por primera vez en un ambiente sinfónico— de cantos en lengua yoruba y toques de la santería afrocubana.


Gilberto Valdés junto a Benny Moré. Fotos:Cortesía del autor

En estos conciertos, financiados por la Alcaldía de La Habana con el apoyo de don Fernando Ortiz, actúan los mejores bongoseros y tumbadores que se encuentran en la ciudad, un nutrido coro mixto y dos intérpretes solistas: el joven sonero Alfredito Valdés —ha cantado con varios septetos, entre ellos el Nacional, de Piñeiro y luego lo hará con la orquesta Casino de la Playa entre otras agrupaciones de la época—, y como figura principal Rita Montaner, La Única, quien dos años antes, en 1935, en el teatro Principal de la Comedia, había estrenado un grupo de composiciones de Gilberto Valdés para voz y piano: “Baró”, “Tambó”, “Sangre africana” y “Bembé”. Rita estrenará varias obras en esta ocasión, entre ellas el pregón “Ecó”.

Uno de estos tres conciertos será gratuito para que asista el pueblo humilde, única condición que el maestro ha puesto a la alcaldía y los jerarcas del Departamento de Turismo. Sucedió hace ochenta años en el Anfiteatro del Puerto, escenario que hoy, en 2017, acoge a una más que mediocre puesta en escena de Cats. Nadie por los alrededores ha oído siquiera hablar de Gilberto Valdés, de su música tampoco. Alguien, si acaso, puede que haya escuchado alguna vez “Ogguere”, canción de cuna de la cual Merceditas Valdés dejó una admirable interpretación grabada en 1961 con la orquesta dirigida por los maestros Guzmán y Somavilla y que cantó, en 1959, en el Carnegie Hall con una orquesta dirigida por el autor.

“Ogguere” es una hermosa berceuse concebida en lengua bozal (que alude al modo de expresarse de los negros esclavos durante la colonia) que ha integrado el repertorio de sopranos, mezzos y contraltos; aún se encuentra con cierta frecuencia en programas de conciertos y entraña un rigor vocal e interpretativo fuera de lo común.

La carpeta autoral de Gilberto Valdés se divide en creaciones para orquesta sinfónica como “Danza de los braceros”, “Rumba abierta”, “Suite cubana”, “Ballet cubano”, “Liko tá tumbé” y “Guaguancó” entre otras que exigían la inclusión de tambores batá en sus ejecuciones —de lo cual fue pionero en este ámbito—, así como, en lo popular, una serie de guarachas, pregones, danzones, congas, rumbas, mambos e incluso boleros, repertorio que alcanzó gran difusión dentro y fuera de Cuba a través de intérpretes de la talla de Miguelito Valdés, Bola de Nieve, Toña la Negra, Machito y sus afrocubans y Omara Portuondo, entre muchos otros.


La inigualable Rita Montaner.

En la década de 1940 Valdés fundó la primera orquesta tipo charanga en Nueva York y durante varios años estuvo al frente de la orquesta de la compañía de ballet de Catherine Durham.

Escribió música para las películas cubanas Sucedió en La Habana y Mi tía de América y partituras para teatro musical, como “El solar”, con libreto de Lisandro Otero y coreografía de Alberto Méndez. Este pianista, flautista, saxofonista, compositor, arreglista y director, conocedor profundo de las raíces musicales afrocubanas, nació en Jovellanos, Matanzas, en 1905 y falleció en Nueva York en 1971.