Guille Vilar: De la inocencia de la honestidad al regocijo de la convicción

Ana María Domínguez Cruz
11/7/2018

Coherencia. Convicción. Honestidad. Preceptos que han guiado la obra de un hombre que comparte gustos musicales con mi padre, que me permitió copiar unos videos de uno de sus programas sin conocernos, cuando yo era estudiante de Periodismo y que, ante todo, reconoce, que en tiempos donde los paradigmas han envejecido y casi todas las obras se parecen, no se  puede andar por el mundo con los brazos cruzados.

¿Su privilegio más grande? Vivir en la música y para la música. ¿Su mayor alegría? Sentirse satisfecho con casi todo lo que ha hecho. ¿Su orgullo inquebrantable? Haber sabido aprovechar las oportunidades que se le han puesto delante…. ¿La mayor recompensa? Escuchar que alguien le agradece su trabajo porque aprendió de él.

Entre sus distinciones, Guille Vilar ha recibido el Premio Nacional de Radio 2017, “porque soy un hombre de la radio primero que todo”. Y así comenzó la conversación, aderezada con las caricias a Luna, los silencios requeridos a Tamby, el asombro ante el fenotipo de Napoleón y el llamado de atención de un totí.

Guille Vilar tiene el Premio Nacional de Radio 2017. Foto: Internet
 

Fue justo en Radio Progreso donde comenzó a trabajar como asesor de novelas, recién graduado de Historia del Arte, cuando ya era un aficionado a la música de Los Beatles y sus contemporáneos. Luego acepta la propuesta de trabajar en programas musicales de la emisora cuando ya escribía la sección Entre Cuerdas, de El Caimán Barbudo, alrededor de 1976. Encuentro con la música, Perspectivas, y a partir de 1991, Juventud 2000, programa que en estos días acaba de cumplir 27 años de fundado.

“Cuando me piden que dirija Juventud 2000 me asusté un poco, porque nunca había hecho un programa en vivo aunque llevaba tiempo en el medio, tenía cierta experiencia en la concepción de los programas desde el guión, y estaba evaluado como director”.

“Realmente pensé que era una cosa y era otra. Cuando llegas a un lugar tienes que ver lo que hay, y no cambiar de un tajo lo que ya está hecho. Estuve varias semanas confundido, porque colocaba rock… imagínate… una pieza de Iron Butterfly que duraba 17 minutos… nada que ver con Juventud 2000. Era un programa para la población promedio, que te puede aceptar cuanto más el pop de Kansas, Boston, Elton John, Barry Manilow…, pero no  Iron Butterfly, ni Led Zeppelin, más allá del tema “Escaleras al cielo”. Me di cuenta que ya el programa tenía un diseño, un  público… y yo debía incorporarme”.

¿Cómo logró que luego fuera un programa tan popular?

Poco a poco. Hice un programa tan versátil, en un rango de géneros adecuado, y gustó mucho. Algunos me decían que escuchaban el programa porque sabían que en algún momento serían complacidos con la música que les gustaba. Se oían mucho los temas de Silvio, Pablo, Moncada, Miriam, Sara, los Van Van, Adalberto, y hacía algunas concesiones con la farándula más nueva, que podía pasar sin problemas.

El programa llegó a ser muy popular porque lo hacía por convicción, no siguiendo los hits, la moda. Estábamos por la calidad, no me sentía presionado por los temas del momento. Además tenía la ayuda de Juan Carlos García, actual director, que joven al fin, estaba al tanto de los éxitos de la Billboard. Realmente, en esa época, la salsa saturaba esos espacios y yo colocaba otros temas.

Me di cuenta que podía expandirme a otras áreas sin dejar Radio Progreso, que es como mi cueva, mi  raíz. En El Caimán Barbudo seguí haciendo esa sección durante 10 años, que en aquella época tuvo una gran popularidad en el entorno rockero, digamos, porque nadie tocaba en otro espacio los temas que yo tocaba allí.

“He tenido suerte en ese sentido, porque como lo he hecho todo a partir de mi convicción…yo caminaba y después que yo pasaba se caían las columnas y se abría el piso. Era inocente…era la inocencia de la honestidad”.


Me di cuenta que podía expandirme a otras áreas sin dejar Radio Progreso. Foto: Internet

 

Luego vino su trabajo en televisión con A Capella…

Antes estuvo Perspectivas. Tuvo tanto éxito en la radio que durante la década de los 90 se llevó a la televisión durante un año, con la conducción de Jorge Gómez y bajo mi dirección. Se colocaban videos que muchas personas no habían visto antes. Todavía existían algunos resabios con el rock como género, pero ahí estaba yo abriendo el espacio.

En 1991 me llamaron para hacer A Capella, junto con Jorge Dalton, el realizador. El nombre del programa se lo puse yo, porque solo me pidieron un programa de una hora, estilo noticiero de la música, sin  muchos recursos para hacerlo y por eso creí que ese era el nombre ideal. Todavía lo estoy haciendo, y sigo haciéndolo por convicción. Siempre hay es que buscar la diferencia. No poner lo mismo que todos. La cuestión es tratar de no traicionar tu olfato.

Un día me llaman para hacer un programa musical en Canal Habana, Música del mundo, y ha sido una suerte, porque esta vez no se trataba de perseguir los últimos éxitos, sino de ampliar el diapasón cultural. Investigo mucho y doy criterios de lo que se puede apreciar en las propuestas que presento. No hay porqué ofrecer siempre lo mismo, si el alma tiene la capacidad suficiente para asimilar todo lo bueno que hay.

En medio de todo ese alboroto de trabajo, me llamaron para hacer la dirección artística del Submarino Amarillo. La propuesta tuvo su antecedente en los conciertos que hicimos Carlos Alfonso y yo en homenaje a Lennon, ahí, en ese mismo parque. No quise aceptarlo en un principio porque soy más de radio y televisión y no farandulero nocturno,  pero Abel Prieto me lo pidió. Cuando entré y vi la decoración exquisita, pensé que ya me había complicado, porque percibí que se trataba de algo serio.

A la par seguí escribiendo en La Jiribilla , Juventud Rebelde, Granma… es parte de esa inquietud que tengo de contribuir a la crítica musical que tanta falta hace ahora. Por ejemplo, ¡qué bien vendría una revista de música cubana! Existen publicaciones especializadas, pero yo quiero que haya mayor contacto con el pueblo. Y muy importante es darse cuenta de que criticar no es hacer talco, sino valorar lo que hacen los demás. No puedes convertirte en el enemigo, porque pierdes la batalla desde ese mismo instante.

¿Siente que ha hecho ese aporte necesario desde sus espacios en los diferentes medios de comunicación al enriquecimiento del gusto musical del público cubano?

Siempre he pensado que aunque no puedas dar todo lo que quieras, lo que tienes, debes darlo. Y eso he hecho yo. Cuando las personas me agradecen un programa o algo que escribí, siento que sí he hecho lo que me corresponde. Y lo sigo haciendo desde los espacios que mantengo y hasta en El Submarino Amarillo, defendiendo una estética que considero valiosa.

Siento que sí he hecho lo que me corresponde. Foto: Internet
 

La tecnología ahora permite que si quieres hacer una canción vas a un estudio y la grabas y la lanzas… pero no se puede pecar de ingenuo. Eso solo no basta para hacer algo que trascienda. Lo bueno, lo realmente bueno, trasciende.