Hace 114 años y unos días, el 22 de noviembre de 1906, nació, en Estados Unidos, Antonio Guiteras Holmes, uno de los luchadores cuyo encanto llega a nuestros días con mayor intensidad y quien fuera asesinado, junto a su hermano de luchas, el venezolano Carlos Aponte, el 8 de mayo de 1935, hace 85 años, en El Morrillo, a las afueras de la ciudad de Matanzas.

Su padre, Calixto Guiteras Gener, ingeniero civil —quien durante la Guerra del 95 cooperó con el Partido Revolucionario Cubano desde lo económico, dada su admiración por José Martí— nació en la Atenas de Cuba, en 1855.

Antonio Guiteras Holmes. Foto: Tomada de Granma

Guiteras Gener era igualmente un hombre culto y amante de los deportes, en especial del tenis, el cual practicó hasta los 72 años. Luego de mudarse a la ciudad estadounidense de Filadelfia contrajo matrimonio, en diciembre de 1903, con la bella joven de ascendencia irlandesa Marie Theresse Holmes y Walsh. En la residencia del matrimonio, en el Condado de Montgomery, nacieron sucesivamente Calixta, el 10 de febrero de 1905, Antonio —en la fecha citada—, y Margarita Guiteras Holmes, el 23 de junio de 1911.

La niñez de Antonio —simplemente Tony para sus amigos— fue similar a la de cualquier pequeño de una familia con la solvencia económica de la suya, excepto por las enfermedades que padeció. A ello hay que añadir que, a los cinco años, sufrió un accidente en un establo, donde jugaba con su hermana mayor, que casi le cuesta la vida.

Uno de sus principales biógrafos, José A. Tabares del Real, se refirió a ese hecho:

A consecuencia de la caída padeció durante algunos años de una hemiplejia en el lado derecho del cuerpo. Fue necesario intervenirle quirúrgicamente en tres ocasiones, y curarle mediante un tratamiento a base de corrientes eléctricas y ejercicios (…). Debido a esta caída, perdió por varios años el control del lado derecho del cuerpo. Por eso se convirtió en zurdo, y aprendió a escribir y hacer la mayoría de las cosas con la mano izquierda (…). Tony padeció varias de las enfermedades propias de la infancia, y sufrió una operación en el University Hospital de Filadelfia para extirparle un tumor en la planta del pie. Años después, en Matanzas, se le reprodujo el tumor, sobre la cicatriz, y tuvo que ser operado nuevamente.[1]

En 1913 la familia se traslada a Cuba. Transcurridos once meses de su arribo a Matanzas, el padre recibió la oferta de ocupar una cátedra de profesor de francés en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Río. El 2 de julio de 1924 Antonio se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras, además de recibir el título como agrimensor y perito tasador de tierras, disciplina que cursó de forma simultánea con los estudios regulares.

Paco Ignacio Taibo II publicó en nuestro país, en el 2009, un excelente texto sobre el héroe antillano. El estudioso, autor asimismo de grandes biografías sobre Pancho Villa y el Che, en la introducción del material sobre Guiteras confesó:

Muchas veces he dicho en conversaciones con amigos, periodistas, editores, que las tres figuras de la revolución en América Latina que me fascinaban eran Pancho Villa, el Che Guevara y Antonio Tony Guiteras. Casi siempre he recibido como respuesta un ¿Tony qué? (…). Un personaje como este, en un continente como el nuestro, peleando por recobrar su memoria histórica, no merece ese destino.[2]

En el Gobierno de los Cien Días, Guiteras ocupó, inicialmente, la Secretaría de Gobernación. El 25 de octubre de 1933, la de Guerra y Marina se refundió con la del Interior, quedando él al frente. De igual forma el secretario de Gobernación, Guerra y Marina desempeñó interinamente la cartera de Obras Públicas, del 13 de septiembre al 4 de octubre, y la de Comunicaciones desde octubre 4 al 25.

Julio Le Riverend, relevante figura de la historiografía nacional, apreció así aquellos acontecimientos:

El gobierno de Grau San Martín contaba entre sus miembros con un luchador antiimperialista consecuente y sin partido: Antonio Guiteras Holmes (1906-1935), quien había intentado desarrollar la lucha armada contra Machado. Este no era un gobierno de composición uniforme, pues los elementos burgueses y oportunistas que lo integraban frenaban su capacidad de acción.[3]

El propio Guiteras expresaría las razones que lo llevaron a asumir un puesto en dicha estructura gubernamental transitoria.

Me responsabilicé con el Ejército en el movimiento del 4 de septiembre por entender que había llegado el momento de imponer un programa mínimum que de un modo lento nos pusiese en condiciones de afrontar en un futuro no lejano la inmensa tarea de la Revolución Social (…). Yo tengo la satisfacción de haber llevado a la firma del Presidente Grau los decretos que atacaban más duro al imperialismo.[4]

“Había llegado el momento de imponer un programa mínimum que de un modo lento nos pusiese en condiciones de afrontar en un futuro no lejano la inmensa tarea de la Revolución Social”.

Sobre este aspecto, la doctora Francisca López Civeira apunta:

En algunas declaraciones, el joven Secretario de Gabinete llegaría a expresiones más atrevidas, como cuando, al hablar sobre la “sindicalización forzosa” decretada, señaló que se atenderían las normas sindicales de países “tan avanzados en esta materia, como en la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas”. Tal referencia era un reto para la época.[5]

Cuando la huelga de marzo de 1935 se encontraba en el epílogo, Guiteras recibió la autorización del Comité Central de la Joven Cuba para trasladarse a México, desde donde proyectaba organizar una expedición que desembarcaría en Oriente, para comenzar la lucha insurreccional en todo el país.

El 8 de mayo de 1935, a punto de salir de Cuba para dar riendas sueltas a sus planes de concertación revolucionaria, y luego de una delación, Guiteras fue asesinado junto al luchador venezolano Carlos Aponte.

En un material que elaboró Pablo de la Torriente Brau —en New York, el 22 de abril de 1936, y al que nombró “Hombres de la Revolución”— nos ofrece uno de esos frescos que nos presentan, en toda su dimensión, la fibra humana de jóvenes cuyo ejemplo se agiganta con el paso del tiempo:

Nadie ha sido nunca más americano que Carlos Aponte. Odió y amó con la turbulencia de una juventud frenética (…). Fue un hombre de la revolución. No tuvo nada de perfecto (…). Antonio Guiteras cometió errores graves. En su apasionada carrera política hay páginas buenas para que un historiador sin miedo diga la verdad y la angustia de un hombre honrado en la encrucijada de los dilemas terribles. Mas Antonio Guiteras, como quien sale vivo de una emboscada, pasó por esos momentos, abrumado, pero seguro en su fe, en su fiebre por la revolución (…). Tampoco tuvo nada de perfecto.[6]

Roa, consciente de la terrible pérdida que representaba para la lucha el acontecimiento, escribió: “Se perdía la figura más empinada, el ánimo mejor templado, la voluntad más indomeñable, el brazo más enérgico y el espíritu más puro del movimiento nacional revolucionario”.[7]

El 8 de mayo de 1959, luego de una gira de 23 días que lo llevaría a visitar Estados Unidos, Brasil, Argentina y Uruguay, con escala técnica en Puerto España, Trinidad y Tobago, Fidel se refiere a Guiteras, justo en la conclusión del multitudinario acto de recibimiento que le tributó el pueblo concentrado en la entonces Plaza Cívica, hoy Plaza de la Revolución: “Antonio Guiteras, por primera vez podemos conmemorar un 8 de mayo digno, porque los hombres que a ti te asesinaron, ya no empuñan armas ni volverán a empuñarlas jamás”.[8]

Ernesto “Che” Guevara, expresaría años más tarde: “Antonio Guiteras representaba al más puro luchador antiimperialista y al precursor de la nueva etapa de la lucha guerrillera… Su acción fue múltiple, como su vida multifacética… fue la expresión de las masas enardecidas que trataban de realizar la verdadera Revolución”.[9]

“Yo tengo la satisfacción de haber llevado a la firma del Presidente Grau los decretos que atacaban más duro al imperialismo”.

Un hecho poco divulgado es el apoyo que brindó Guiteras a la preparación de un contingente que lucharía contra el dictador Rafael Leónidas Trujillo, instalado al frente del gobierno dominicano desde agosto de 1930. Se trata del proyecto conocido por “expedición del Mariel”, el cual se extendió desde finales de 1933 hasta inicios de 1934, poco antes de la caída del gobierno de Grau, el 15 de enero de ese año.

Dos investigadores cubanos, en un abarcador estudio sobre dicho período, explican que:

Los informes de inteligencia militar de la época muestran que la concentración de revolucionarios cubanos y dominicanos en El Mariel, era objeto de “preocupación y desagrado” por parte del embajador Caffery, de seguimiento por Batista, por el Servicio Secreto de la propia embajada norteamericana, y por los diplomáticos y agentes trujillistas en Cuba.[10]

Un Batista calculador se ofreció a brindar 500 rifles, una compañía de soldados, 30 ametralladoras de las más modernas y el barco denominado el Yunque. Expresó además que, de ser necesario, se pondría al frente del destacamento.

En una carta enviada el 18 de diciembre de 1933 desde La Habana por Ángel Morales, exembajador en Estados Unidos del presidente Horacio Vázquez, dirigida a Federico Velásquez, exvicepresidente de aquel mismo gobierno, radicado en Puerto Rico, e interceptada por Trujillo, su remitente se percata de lo camaleónico de Batista, si bien percibe que tendrá un papel significativo en el futuro. Llaman la atención, al mismo tiempo, los juicios que emite sobre Grau y Guiteras.

Con Batista, que ahora es coronel y jefe del Estado Mayor del Ejército de la República, sostengo largas entrevistas (…) aunque no tiene cultura, me parece que es un hombre que dará mucho que hacer. Es enemigo del gobierno de Trujillo (…). Con Batista es con quien más cuento porque Grau es un hombre que cambia de opinión todos los días, y en cuanto a Guiteras, es un loco perfecto (…).[11]

Al final la expedición no se produjo y Trujillo, dentro de la relación de amor y odio que desarrolló durante años con su congénere cubano, nunca le perdonó este “pecado original”.

El 27 de febrero de 1970, volviendo a Guiteras, el periódico Granma dio a conocer que sus restos mortales y los de Aponte (solo en mayo de 1945 la prensa divulgó que no estaban en el panteón perteneciente a la familia Guiteras en el cementerio de Matanzas, fueron extraídos en 1937) se hallaban en manos del gobierno revolucionario. La ceremonia tuvo lugar en el despacho del ministro de Relaciones Exteriores Raúl Roa. Dos urnas de mármol gris, escoltadas por las banderas de Cuba y Venezuela, guardaban los restos.

José María García López, quien contaba con 79 años en el momento de la entrega, narró cómo decidió extraer las osamentas para evitar que figuras corruptas realizaran politiquería, con fines electorales, y mancillaran así la memoria de estos héroes.

El 8 de mayo de 1975, en el 40 aniversario de su caída en combate, fueron trasladados finalmente al mausoleo erigido en su memoria, en El Morrillo.[12]

Como señaló el lúcido intelectual Fernando Martínez Heredia, Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas, Guiteras fue un símbolo que trascendió más allá de la etapa en la que actuó.

Antonio Guiteras estableció el nexo entre la política revolucionaria cubana anterior y la futura, es decir entre la Revolución del 95 y la ideología mambisa radical —el tipo de gesta nacional cubano— y la insurrección del 26 de Julio y el Ejército Rebelde con su ideología, esto es, la revolución de liberación y socialista.[13]


Notas:

Este texto fue publicado en La Jiribilla el 13/5/2021. En ocasión del 87 aniversario de la muerte de Antonio Guiteras, la revista lo retoma como homenaje.

[1]José A. Tabares del Real: Guiteras, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973, pp. 67-68.

[2]Paco Ignacio Taibo II: Tony Guiteras. Un hombre guapo… y otros personajes singulares de la revolución cubana de 1933, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009, pp. 17-18.

[3]Julio Le Riverend: Breve Historia de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, pp. 88-89.

[4]José A. Tabares del Real: “Proceso revolucionario: ascenso y reflujo (1930-1935)”, en: Historia de Cuba. La Neocolonia. Organización y Crisis. Desde 1899 hasta 1940, Instituto de Historia de Cuba, Editora Política y Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2002, p. 308.

[5]Francisca López Civeira: “Antonio Guiteras y su proyecto revolucionario”, Bohemia, 21 de marzo de 2014, Año 106, No. 6, pp. 68-70.

[6]Pablo de la Torriente Brau: Álgebra y Política, Estudio introductorio de Ana Cairo, Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, Segunda Edición, La Habana, 2010, pp. 118-120.

[7]José A. Tabares del Real: La Revolución del 30: sus dos últimos años, Dirección Política de las FAR, La Habana, 1971. p. 524.

[8]Luis Báez: Fidel por el mundo, Casa Editora Abril, La Habana, 2011, p. 9.

[9]José A. Tabares del Real: La Revolución del 30 (…), Ob. Cit., pp. 522-523. Es importante consignar que la justicia revolucionaria no dejó impune el crimen. Al respecto, aclara Tabares del Real: “El último gran golpe revolucionario de la otrora pujante Joven Cuba fue propinado el 8 de mayo de 1936, al cumplirse el primer aniversario de la caída de Guiteras. Ese día ajusticiaron al traidor Carmelo González Arias. Luis Busch —quien ocupara el cargo de secretario del Consejo de Ministros en el primer gobierno revolucionario después de 1959, (HPC)—, le hizo llegar un paquete de circulares oficiales, en cuyo interior estaba colocada una potente bomba con metralla. La bomba hizo explosión cuando el despreciable González abrió el bulto. Busch planeó y llevó a cabo el ajusticiamiento con la colaboración de Newton Briones, Dulce María Montoto, Cándido Durán, Luis García Quipus y otros. Durán y García Quipus prepararon la bomba”. Ibídem, p. 518.

[10]Eliades Acosta Matos y Pablo Llabre Raurell: Fugas equivocadas. Machado, Batista, Trujillo: una historia de violencia y traición, Tomo I, Durandarte Ediciones, S.R.L., Santo Domingo, 2019, p. 255.

[11]Bernardo Vega: Control y represión en la dictadura trujillista, Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, 1986, pp. 46-47. Citado por Eliades Acosta y Pablo Llabre: Fugas equivocadas (…), Ob. Cit., p. 256.

[12]Ver en: José Antonio Quintana García: A paso vivo. Carlos Aponte en Cuba, Fundación Editorial el Perro y la Rana, Caracas, 2016, pp. 121-123.

[13]Fernando Martínez Heredia: “Guiteras y el socialismo cubano”, en: Antonio Guiteras 100 Años, Selección de Ana Cairo, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2007, p. 192.