“Hacemos películas porque hay gente que las espera”

Thais Gárciga
15/1/2016

León de Plata en Venecia, Mención de Honor en Toronto, Premio del Público en Miami, con tales credenciales llegó a La Habana El Clan (2015), de Pablo Trapero, para inaugurar la mayor cita cinematográfica de Cuba.

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Desbancó los records de audiencia en Argentina: en solo un fin de semana alcanzó los dos millones de ventas de tickets, superando a Relatos Salvajes (2014), de Daniel Szifron, como la segunda película más vista en la historia fílmica de esa nación.

La cinta de Trapero fue seleccionada para la apertura del 37. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano (FINCL). Por segundo año consecutivo un largometraje de ficción de ese país inaugura la festividad competitiva más importante de la cinefilia en la Isla.

Relatos… fue la escogida para la ocasión el pasado año, y al igual que ella, El Clan fue nominada para representar a su país en la batalla por los Premios Oscar y Goya de EE.UU. y España, respectivamente.

Aunque el largometraje de Szifron no ganó en la categoría de mejor película de habla no inglesa en los Oscar, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (AACCE) reconoció al filme protagonizado por Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia, Darío Grandinetti, Érica Rivas, Rita Cortese, María Marull, Óscar Martínez y Julieta Zylberberg como la mejor película iberoamericana de 2014. Añadía con este otro galardón a los numerosos premios obtenidos, entre ellos, mejor dirección en la edición 36 del FINCL.

Para continuar con la buena racha, Argentina se postuló nuevamente en este FINCL como un contendiente de estatura mayor por los Premios Corales. No obstante haberse marchado sin ganar en las principales categorías del certamen, El Clan obtuvo el Premio Roque Dalton, distinción colateral otorgada por la emisora Radio Habana Cuba, y el Coral del Público, superando a la muy aplaudida cinta del cubano Pavel Giroud, El Acompañante.

La narración de Trapero se centra en el caso Puccio, estudiado incluso en disciplinas de criminalística fuera de Argentina. Fue tal la conmoción que causó para la sociedad y el campo penal en el mundo. El increíble contraste de una figura paternal con devoción filial contenida en un criminal analíticamente perverso, no puede menos que dejar perplejos a quienes se acercan a este largometraje.

A propósito del estreno en Cuba, Pablo Trapero viajó a la capital cubana junto a algunos miembros de su equipo de realización, entre ellos la productora Leticia Cristi, quien ya había venido en 2014 en representación de Relatos

Ambos expresaron que las personas luego de ver El Clan salían del cine con una perspectiva muy diferente de la que tenían cuando entraron: “ya no eran las mismas”, aseguró el cineasta de 44 años.

¿Pablo, se propuso lograr este efecto cuando comenzó a armar guion?

Ese fue el planteo original desde el principio, provocar este shock emocional en las personas. La historia de por sí es dura. Me pasó la primera vez que escuché de ella, quería tratar de compartir con la audiencia esa experiencia que había tenido.

El clan se estrenó en agosto, a pocos meses de su premier ya cuenta con varios lauros y gran popularidad en Argentina y Uruguay, Leticia ¿dónde radica la fortaleza del filme?

Creemos que fue una sumatoria. El estar basada en un hecho real influye. Nosotros decíamos que la realidad supera la ficción porque mucha gente luego se estimuló para consultar y buscar información sobre la familia Puccio. Les parecía una historia absolutamente increíble, fuera de la realidad.

“Como dice Pablo, más allá de ver la película está el interés de la gente por buscar información sobre lo que se narra. Las personas sintieron el impulso de buscar en Internet, de repasar de nuevo la narración, de conocer ellos por sí mismos y emprender su investigación con respecto al caso.

“Luego, la elección de Guillermo Francella interpretando un rol alejado de los personajes que él encarna habitualmente generó mucho interés del público, por acompañarlo y verlo en este registro haciendo algo distinto a lo que nos tiene acostumbrados. Por último el componente Pablo Trapero, que es un director ya consolidado, llevando al cine esta historia particular”.

Entre los años 1982 y 1985 en el barrio burgués de San Isidro, en la periferia de Buenos Aires, Arquímedes Puccio planeó y lideró el secuestro de miembros de familias pudientes por dinero. Junto a dos acólitos, más la ayuda de su hijo mayor, Alejandro, se dedicaron a raptar y asesinar a sus víctimas luego de recogido el dinero del rescate. Incluso amigos del propio Alejandro padecieron el calvario al que los sometía su padre.

Era la época de transición de la dictadura a la democracia en la tierra del tango. Una casa en apariencia normal, habitada por seres con patrones y estilo de vida tradicionales, no levantó siquiera la más recóndita de las dudas.

Mientras preparaban el guion y luego a la hora de montar las escenas, Leticia ¿concibieron el relato con una proyección universal pensando en un público no latinoamericano?

Realmente era una incógnita la reacción del público. Más allá de que el relato transcurre durante un periodo conocido en la historia argentina y en el mundo como fue la transición, aunque no se sabe con tantos detalles como nosotros desde luego. Fue una sorpresa y una alegría que haya sido elegida por tantos distribuidores y países para estrenarla.

Por supuesto, en ello influye el trabajo de nuestra productora Matanza Cine, dirigida por el propio Pablo. Coproducimos también con (la productora) El Deseo, de los hermanos Agustín y Pedro Almodóvar, lo cual ayudó a posicionar el largometraje en Europa.

A juzgar por los lauros, las críticas y la respuesta favorable de público, Leticia ¿podría afirmarse que la cinematografía argentina goza de una época de esplendor desde comienzos del milenio?

“Estamos en un buen momento donde te encuentras buenos directores y guionistas con propuestas muy interesantes. No sé si tiene que ver específicamente con la formación. Sí creo que hay una búsqueda por hacer cine de calidad con una mirada hacia el público, de pensar en el otro.

“Precisamente es el público es quien más nos está acompañando, con muchos deseos de ver películas nuestras. Cuando se topan con una propuesta que les gusta la festejan, y no solo nos siguen a las salas de cine, sino en las redes sociales. Es un seguimiento y una relación tan cercana que sentimos que el público argentino ansía filmes nacionales de calidad”.

Tanto los directores como el propio cine argentino han madurado dentro de la filmografía del continente como una de las más respetadas y aclamadas de la región. El nombre de Pablo Trapero se inscribe dentro de una hornada que los críticos y estudiosos catalogan como la generación de oro del cine argentino, y por supuesto del latinoamericano.

Pablo, como parte de una filmografía nacional que logra insertarse de manera orgánica en el contexto audiovisual de la región, ¿cuánto siente que han crecido sus películas dentro del cine latinoamericano?

Bueno, yo me formé en la escuela de cine, viendo películas latinoamericanas y de otras partes del mundo. Este Festival me ha recibido desde mis primeros trabajos que fueron cortometrajes. Me siento parte de esta tradición diversa e intensa.

Me enorgullece saber que cada vez hay más variedad en el cine de nuestros países. Los realizadores se animan a tomar caminos para tratar realidades, años atrás esto no sucedía por distintas razones.

Iván Giroud, presidente del FINCL, aseveraba durante la inauguración que dos de los retos más urgentes del cine eran captar nuevas audiencias y fomentar la creación de los jóvenes realizadores, ¿qué acciones pueden llevar a cabo los cineastas desde su hacer para lograr estos desafíos?

Mantener el compromiso con las historias que contamos, la relación entre esta, la producción, el realizador y el talento artístico con el que trabajas. Planificar adecuadamente un proyecto influye directamente en cómo el público lo recibe después, es algo que está empezando a recibirse.

Antes bastaba con las energías para llegar a concretar el proyecto, pero la vida de un filme no empieza cuando terminas este proceso largo de trabajo. A veces se planea poco esta parte de la realización, y es cuando la película comienza a existir.

Los cambios tecnológicos además nos obligan a repensarnos, debatir sobre cómo se verán las películas es una parte importante. Podemos contar relatos diversos porque hay públicos diversos que se animan a buscarlos. Si hay amor por la historias de parte de quienes las construimos, entonces habrá audiencias esperándolas, luego podrá gustar o no, generar debate tal vez. Nosotros hacemos películas porque hay gente que las espera, es una relación mutua.