Haití-Francia-Cuba en la música y la cultura general

Rafael Lam
26/2/2019

Según datos ofrecidos por la embajada de Haití, desde el 1 de enero se está celebrando en este 2019 el aniversario 215 de la Independencia de Haití, acontecimiento que influyó en la música del Caribe y más allá.

La tumba francesa es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Foto: Venceremos
 

Desde 1790 se produce en la historia de Cuba un fuerte asentamiento de colonos franceses y haitianos que enriquecerían la cultura nacional cubana. Se sabe que este hecho estuvo determinado por profundos cambios políticos y económicos en el Caribe, la enorme rebelión de esclavos en Haití.

A Cuba llegan más de 30 000 franceses (casi un pueblo entero), los emigrantes franceses introdujeron esenciales transformaciones, tanto en la economía como en la cultura de los habitantes de la Isla. Hubo una transformación técnica definitiva que traería resultados interesantes y útiles.

La rica plantación de café en la zona oriental trajo un cambio en la economía, crece la agricultura comercial, para el mercado mundial, Cuba impone los precios del café. Según el investigador Julio le Riverend, Cuba exporta mayor cantidad de café que de azúcar, el café cubano se pone de moda, años más tarde Eliseo Grenet compone Mama Inés: “Todos los negros tomamos café”. Las costumbres de tomar chocolate se cambian por el café.

Con toda esta migración comienzan a gestarse las “tumbas francesas”, fiestas aglutinadoras de sociedades que tenían el objetivo de recreo y ayuda mutua para el desarrollo de una tenaz resistencia a favor de la cohesión cultural del grupo.

Los cantos de tumba francesa narran situaciones políticas o familiares y sirven para expresar los criterios que tiene el “composé” o solista improvisador sobre un tema determinado, explica Olavo Alén.

Tanto los colonos como sus antiguos servidores africanos tenían sus propias fiestas y bailes. Esos colonos ofrecían fiestas y bailes particulares, saraos con bandas de clarinetes, varios violines, dos trompetas, un bajo que llamaban violín y un bombo llamado tambora. Los músicos, presionados por la presencia de los franceses, tocaban contradanzas, valses cantados, la gavotte, el passepiede y el minuet. También los negros iban imponiendo sus creaciones llamadas “tumba” (quizás una especie de antecedentes de la rumba), en la que mezclaban tambores, sonajas de origen africano dentro de los bailes cortesanos y burgueses de los franceses.

Al paso del tiempo, estas culturas franco-haitianas repercutirían mucho en la música y la cultura cubana hasta llegar a convertirse en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Antes de las charangas, las contradanzas eran interpretadas por orquestas “típicas” y de viento. Olavo Alén escribe que estaban integradas por dos violines, dos clarinetes, un contrabajo, un cornetín, un trombón de figle, las pailas cubanas y un güiro.

“La charanga llamada tradicionalmente francesa —explica Olavo Alén—, por el uso del piano, el violín y la flauta de cinco llaves, se inicia a finales del siglo XIX. A este ‘trío francés’ se le incorporaron otros instrumentos como el contrabajo, el piano, las pailitas o pailas cubanas y el güiro que le da el toque especial”.

Las charangas estelares fueron muchas, recordamos a Antonio Papaíto Torroella, Leopoldo Cervantes y Antonio María Romeu. Todo parece indicar que después de la de Papaíto Torroella, la que formaron accidentalmente Cervantes y Romeu estaban entre las primeras que sonaron en La Habana. En 1937 estaban Arcaño y sus Maravillas, Antonio María Romeu, Fajardo y sus estrellas, Aragón, Sensación, Neno González, Sublime, Estrellas Cubanas, Pancho el Bravo, Melodías del 40… Las charangas tuvieron su máximo esplendor con el advenimiento del chachachá, que llegó hasta la pachanga y de la pachanga al songo de Los Van Van, de Juan Formell. Las orquestas francesas no se resignan a desaparecer: La Aragón sigue siendo la “Charanga Eterna”. Con el tiempo, nuevas orquestas aparecen.

Fuentes:
Olavo Alén, Occidentalización de las culturas musicales africanas en el Caribe, Museo de la Música, La Habana, 2011.
Rafael Lam, La charanga, el danzón, el mambo y el chachachá, libro en edición.
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