Histórica y eterna derrota de la osadía imperial

Astrid Barnet
17/4/2020

Los hechos de Playa Girón, iniciados con los bombardeos imperialistas a dos aeropuertos de nuestro país (La Habana y Santiago de Cuba), y los inolvidables acontecimientos subsiguientes con la declaración por parte de nuestro Comandante en Jefe del carácter socialista de la Revolución, además de la impronta de Fidel y su participación directa y valiente junto a los combatientes-milicianos, quedaron una vez más expuestos como continuará ocurriendo a más de medio siglo y muchos más―, en los volúmenes de dos escritores cubanos. Libros que bien merece la pena recordar hoy en que se cumple un aniversario más de la Primera gran derrota del imperialismo en América: Playa Girón. Dichos volúmenes son Girón: Razón de la Victoria, de la investigadora Raddys Martínez Sánchez, y Girón, de Juan Carlos Rodríguez, director de la Editorial San Luis.

 

Con su relato conmovedor, veraz y ya inolvidable en el tiempo, Martínez Sánchez (Camagüey, 1948) traslada al lector a las arenas de Girón, a los testimonios de algunos de sus protagonistas:

“Luego de abril de 1961, ¿cuántos Girones no han existido en nuestro país, y de los que siempre hemos salido triunfantes?”, expresó la investigadora a este sitio web para a continuación recalcar que “este libro es testimonial y lo considero un arma importante de nuestra Cultura política, al estar basado en relatos novelados de seis combatientes que participaron en la gesta de Playa Girón. Son testimonios de mucha fuerza y profundidad”.

Recalcó la escritora la trascendencia de la impronta de Fidel en las vidas de esos milicianos, no obstante el tiempo transcurrido: “Cómo el Comandante en Jefe estaba al frente de la batalla, con qué valentía, seguridad y franqueza se dirigía a cada uno de nosotros… Era una inyección de lucha y de combate en todo momento; nunca llegamos a pensar, ni a sentir el peligro a su lado… Él frente a las balas, al lado de todos nosotros, con igual destino…”.

En otra parte de su diálogo, Raddys destacó su aspiración de “que este libro sea leído por nuestros jóvenes, por nuestra actual generación joven, y que esta pueda tomar de él las mismas herramientas de lucha que utilizó y que continúa utilizando mi generación revolucionaria. En lo fundamental, en los momentos actuales, si tenemos en cuenta los nuevos códigos que existen en el mundo y que parten de las nuevas tecnologías y de sus constantes dádivas dirigidas a los jóvenes. Así, considero a Girón: Razón… una pequeña gota dentro del tremendo arsenal histórico de nuestro país”.

En el caso de Juan Carlos Rodríguez, apoya su título Girón, con interesantes anécdotas, testimonios e informaciones periodísticas, para de esa forma hacer un recuento sobre su participación ―con tan solo 17 años de edad―, y la de un numeroso grupo de compañeros milicianos en dicha gesta. Sin embargo, y quizás lo más interesante de esta obra de su autoría, sea un recordatorio que realiza en el Epílogo, que titula “Girón, cuarenta años después, donde él evoca fragmentos de una intervención del Comandante en Jefe Fidel Castro durante el evento de igual nombre Girón, cuarenta años después, efectuado el 3 de marzo del 2001.

“En aquel evento donde participaron como invitados exmilitares retirados, académicos, investigadores y especialistas norteamericanos, Fidel les expresó:

“Estoy absolutamente seguro, y lo digo con toda franqueza, de que fue una gran suerte de que esa invasión fracasara; fue una gran suerte para nosotros e incluso, también, para los Estados Unidos, porque Vietnam se habría producido en Cuba, y no en Vietnam (…) Se habría desarrollado una resistencia en la que cientos de miles de hombres y de mujeres armados y millones de ciudadanos se hubieran enfrentado a las tropas norteamericanas, porque detrás de las tropas venían el empecinamiento, la cuestión del honor. No era en aquellos momentos cuestiones del socialismo-comunismo las que determinaban la actitud del pueblo, era el odio al sanguinario régimen de Batista, las miles de personas asesinadas, las inmoralidades, el saqueo y la admiración hacia un grupo de jóvenes ―algunos no reconocidos apenas, yo había sido un poco más conocido porque había sido dirigente en la universidad―, y la admiración de un pueblo porque habían logrado el imposible de haber derrocado aquel régimen bien armado, de ochenta mil hombres, entre soldados, marineros y policías, y a las leyes que había hecho la Revolución, sobre todo la dignificación del ciudadano. Cuando el ciudadano común y corriente se convirtió en poder, el poder se identificaba con las armas, y ellos tuvieron las armas en su poder”.

Girón: Razón de la Victoria, de Raddys Martínez Sánchez, y Girón, de Juan Carlos Rodríguez, resultan volúmenes portadores no solo de experiencias personales acaecidas durante aquellos días y de una enjundiosa investigación, sino también, y en lo fundamental, de testimonios de inolvidables combatientes ―algunos ya fallecidos―, participantes en aquella epopeya. Una de las más gloriosas escritas por todo nuestro pueblo revolucionario y donde la unidad de la masa trabajadora y estudiantil se hizo por vez primera más evidente gracias a la dirección y vanguardia de Fidel y de un Ejército rebelde ya invencible.

 

Algo para recordar…

En abril de 1960, Lester Mallory, entonces subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, proponía en un informe secreto:

“[…] El único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución es a través del desencanto y el desaliento, basado en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno…”.

Es así como el mandatario Dwight Eisenhower inicia las primeras medidas de presión económica contra Cuba y el 3 de enero de 1961, días antes de dejar su puesto al electo presidente John Fitzgerald Kennedy, rompe las relaciones diplomáticas.

Seguidamente, Kennedy asume el plan aprobado de la fracasada invasión mercenaria contra Cuba y, ante la derrota sufrida, crea el Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad, para diseñar acciones con el propósito de destruir a la Revolución cubana. Entre ellas la Operación Mangosta, el 18 de enero de 1962, en la cual se plasma, entre sus 32 tareas, la guerra económica contra el pueblo cubano. En ella se plantea textualmente:

“La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen…”.

Para legalizar dicho Programa secreto, JFK aprueba, el 6 de febrero de 1962, el “Decreto No. 3447, 27 Resolución Federal No. IO85, Embargo sobre el comercio con Cuba”. En él se expone:

“El actual Gobierno de Cuba es incompatible con los principios y objetivos del Sistema Interamericano…”.

“Considerando: Que los Estados Unidos, de acuerdo con sus obligaciones necesarias para promover la seguridad nacional y hemisférica mediante el aislamiento del actual Gobierno de Cuba, y, por lo tanto, reducir la deriva de su alineamiento con las potencias comunistas:

“Por cuanto: Yo, John F. Kennedy, Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, […] Proclamo el embargo sobre el comercio entre los Estados Unidos y Cuba […]”.

La esperanza de que el pueblo cubano no apoyara a la Revolución y se lanzara a las calles, culpando al sistema socialista de sus penurias, a partir de las campañas de guerra sicológica estructuradas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ―como se propuso inicialmente durante la Operación Mangosta―, no progresó y, transcurridas más de seis décadas, cubanas y cubanos estamos conscientes de que los verdaderos y únicos responsables de tales propósitos han sido y son las sucesivas administraciones norteamericanas, a lo cual se suma el bloqueo comercial y financiero, que obstaculiza todas las transacciones bancarias desde y hacia Cuba, a fin de entorpecer la compra de alimentos, materias primas, maquinarias, equipos médicos y medicinas, piezas de repuesto, impedir efectuar los pagos que adeuda y, menos aún, cobrar las ventas que realiza. .

Documentos desclasificados de la propia CIA permiten conocer sus consideraciones al respecto:

“El principal objetivo de los Programas Encubiertos contra Castro, es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba respecto a América Latina y el mundo libre… Estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de guerra económica”.

Por esta abominable situación el mundo vota año tras año a favor de Cuba en las Naciones Unidas, como denuncia no contra un “embargo” bilateral como han tratado de exponer las administraciones de Estados Unidos, sino contra una política absurda e inconsecuente, genocida y criminal, contra todos los Gobiernos y países que pretendan o aspiren a hacer negocios con la Isla, ya sean miembros de la Unión Europea, de Asia, África, América Latina, o los propios estadounidenses.

Aun así, a pesar de tal intromisión extraterritorial e inhumana, en las arenas de Girón quedó histórica y eternamente aplastada la osadía imperial. Míster Trump: Definitely… Remember Playa Girón!