Homenaje a dos maestros

Fernando Rojas Gutiérrez
14/7/2020

Distinguimos hoy a dos maestros. Tienen sobrados méritos como creadores, como artistas de sus profesiones y de la vida, como sabios y hombres íntegros. Pero son, sobre todo, maestros.

A la izquierda, Alfredo Diez Nieto recibe de Alpidio Alonso (a la derecha)
la congratulación por el merecido reconocimiento. Fotos: Alexis Triana

 

Alfredo Diez Nieto nació en La Habana el 25 de octubre de 1918. Inició sus estudios de música en el Conservatorio Iranzo y los completó en la Juilliard School of Music, en Estados Unidos. Ha trabajado como profesor de Armonía, Orquestación, Piano, Contrapunto, Historia de la música, Fuga y Composición en el Instituto Musical Kohly; en el Conservatorio Amadeo Roldán; en la Escuela Nacional de Arte y en el Instituto Superior de Arte. En 1959 fundó y dirigió el Conservatorio Alejandro García Caturla en La Habana.

Ha realizado un permanente trabajo de investigación de la música cubana. Junto a Odilio Urfé, fundó el Instituto de Investigaciones Folklóricas (en 1963, Seminario de Música Popular), en el que organizó y dirigió la Orquesta Popular de Conciertos. La labor de esa agrupación consagró al pedagogo, que fue capaz de aglutinar músicos de diferentes procedencias, conducirlos y enseñarlos día a día. Celebró conciertos inolvidables, como los calificara Urfé, que marcaron un hito fundamental en la promoción de lo mejor del patrimonio universal y en el desarrollo de nuestra música popular.

Por muchas décadas, el maestro Diez Nieto, junto a su extraordinaria actividad docente, dirigió varias orquestas y otros formatos; acompañó a destacados artistas y ha compuesto decenas de piezas para banda, guitarra, agrupaciones de cámara, órgano, piano y orquesta. Sus obras se han escuchado en Cuba y en el extranjero. La búsqueda de la identidad cubana es una constante de su trabajo autoral, rico en elaboraciones indagadoras en los elementos característicos y originarios de la música popular.

Seguidor de la obra de Alejandro García Caturla y Amadeo Roldán en las primeras décadas del siglo XX, Diez Nieto ha realizado un importante aporte propio. Cito a Pedro de la Hoz: “Emergen con frecuencia referencias al legado rítmico aportado por los africanos arrancados de sus tierras para ser esclavizados en la isla. Sin embargo, no se vale de citas folclóricas. Es un creador original, asistido por una disciplina rigurosa en cuanto al dominio de los aspectos discursivos y estructurales del arte de componer. No ha cedido jamás un milímetro en esa concepción”. Dice el maestro: “Me pongo a escribir y según el sentimiento, el estado anímico, así es el resultado. Soy una especie de receptor de lo que está en el ambiente. Eso sí, la composición lleva implícito un mensaje. Quien lo escuche puede o no asimilarlo, pero cada obra implica un pensamiento y pretende comunicar una emoción. Aquella que no lo contenga es música muerta”. El maestro es un compositor prolífico y un conductor de lujo; un talento polifacético y a la vez consagrado, lo que lo hace un imprescindible del gran tesoro que es nuestra música. Esta certeza explica la presencia en este acto de destacados músicos, que expresan su reconocimiento profundo al aporte del maestro.

Alfredo Diez Nieto ha recibido múltiples condecoraciones y reconocimientos por su virtuosismo y por el arte de enseñar. Es Premio Nacional de Música (2004) y Premio Nacional de Enseñanza Artística (2005).

El maestro Rolando Rodríguez recibe la Orden Félix Varela en Primer Grado,
de manos del ministro de Cultura, Alpidio Alonso.

 

Rolando Jesús Rodríguez García nació en Santa Clara el 19 de julio de 1940. Estudió en el Colegio Martí. Participó en las luchas estudiantiles contra la dictadura de Batista y fue detenido en 1957.

Fue dirigente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en la Universidad de La Habana. Participó en la toma de la Universidad que dio inicio al proceso de reforma universitaria. Estuvo en la lucha contra bandidos y, durante la Crisis de Octubre, en la defensa perimétrica de la base de cohetes de Guanajay.

Doctor en Derecho, hizo estudios de Filosofía; fue profesor fundador del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana y posteriormente su director. Además de ejercer la docencia y la conducción del Departamento, dirigió Ediciones Revolucionarias, un proyecto ejemplar entre otros concebidos por Fidel, que puso al alcance del gran público, y en especial del universitario, lo más destacado del pensamiento cubano y universal. En 1967, fundó y dirigió el Instituto Cubano del Libro. Fue responsable de la edición del Diario del Che en Bolivia.

En 1976 fue designado viceministro de Cultura y presidente del Consejo Editorial del organismo. En 1981 pasó a la Secretaría del Consejo de Ministros como jefe del área de asuntos sociales y, más adelante, fue designado su coordinador. En la actualidad es asesor de esa misma entidad.

En 1971 fundó el sistema de editoriales, entre ellas la Editorial Ciencias Sociales, creando sus colecciones, entre las que se destaca Palabra de Cuba. En ese mismo año, por invitación del Presidente Salvador Allende, prestó asesoramiento en la rama editorial a Chile y, años después, a Nicaragua en 1979.

El galardonado Rolando Rodríguez pronuncia unas palabras de agradecimiento.
 

En 1989 publicó su novela República angelical, reeditada en España en 1990. En 1996 salió Bajo la piel de la manigua, sobre la Guerra de los Diez Años y la destitución de Carlos Manuel de Céspedes. Desde de 1987, y hasta el 2001, ha trabajado en el Archivo Nacional de Cuba, la Biblioteca Nacional, el Archivo Coronado de la Biblioteca de la Universidad Central de La Villas, el Instituto de Historia de Cuba, el Archivo Provincial de Sancti Spíritus; en los National Archives, la Biblioteca del Congreso y la Biblioteca Pública de Nueva York, de Estados Unidos; en el Archivo Histórico Nacional, el Archivo del Palacio Real de Madrid, los Archivos General Militar de Madrid y General Militar de Segovia, ambos del Instituto de Historia y Cultura Militar, la Biblioteca Nacional, el Archivo General de la Administración, de Alcalá de Henares, todos de España; en la Biblioteca Nacional de Venezuela. Allí también entrevistó a varios protagonistas de distintos pasajes vinculados a la Historia de Cuba; además, realizó búsquedas de fuentes bibliográficas.

Es autor de la obra fundamental Cuba: la forja de una nación, sin la que es imposible la comprensión de nuestro pasado decimonónico, esencial marco histórico que se expresa con precisión matemática en la concisa prosa de ese título.

Son también de su autoría otros veinte textos acerca de distintos momentos de nuestra Historia. En los últimos años se destacan sobremanera sus varios libros sobre la República, que recorren el devenir de la nación desde principios del siglo XX hasta el 1ro. de enero de 1959. Como ha hecho con los estudios acerca de la forja de la nación, Rolando nos ofrece una visión enjundiosa, plagada de miles de datos y por ello escrutadora de lo esencial, y penetrante en la zona del olvido, del complejo proceso del experimento neocolonial y del difícil y heroico camino hacia la emancipación definitiva.

Rolando Rodríguez es Académico de Número de la Academia de la Historia de Cuba y miembro correspondiente extranjero de las Academias de la Historia de Ecuador y República Dominicana.

Ha pronunciado cientos de conferencias en el país y en el extranjero sobre el tema de la Historia de Cuba. Ha sido designado profesor titular de Historia de Cuba de la Universidad de La Habana y en el 2002 miembro de la Cátedra de Investigaciones Cubanas de la Universidad de Nottingham, Gran Bretaña. Integra la Cátedra de Estudios Cubanos de la Universidad de Wolverhampton, también de Gran Bretaña. Ha sido tutor de trabajos de diploma de la Licenciatura en Historia en la Universidad de La Habana.

“Distinguimos hoy a dos maestros. Tienen sobrados méritos como creadores,
como artistas de sus profesiones y de la vida, como sabios y hombres íntegros”.

 

Se le han otorgado decenas de reconocimientos y distinciones, en Cuba y en el extranjero. Recibió el Premio Nacional de Ciencias Sociales en 2007 y el Premio Nacional de Historia en 2008.

La cultura nacional se engalana con el reconocimiento de Cuba a estos maestros. Que sirva para que sigamos aprendiendo de ellos. Obras como estas son las que nos hacen mejores seres humanos. ¡Muchas felicidades!