“Hoy el videoclip es más comercial, más mimético”

Lorena Sánchez
2/3/2017

La primera vez que Pavel Giroud llegó a los Lucas fue junto a Lester Hamlet. Ambos realizadores codirigían un videoclip para Bismusic, donde los entonces timberos de moda interpretaban un tema del Bárbaro del Ritmo: Benny Moré. El clip, rodado íntegramente en el Trianón, pasó sin penas ni glorias.

Más tarde el cineasta —director de La Edad de la peseta, largometraje que fuese nominado al Premio Goya por la Academia de Cine española— haría su primer videoclip en solitario: Arráncame la vida, de la Orquesta Sensación, pasaría a ser su trabajo más preciado. Luego llegarían otros y Pavel se convertiría en un realizador fuera de serie, el gurú detrás de la cámara que todo artista quisiera tener si de traducir la música en imágenes se trata.

foto del realizador cubano Pavel Giroud
 El realizador cubano Pavel Giroud. Foto: Cortesía del entrevistado.

A la lista de clips rodados por Pavel se sumarían unos cuantos conocidos por el público y la crítica especializada: el video Café, de Interactivo, y Maracujá, de Aldo López Gavilán, entre otros. Cuentan que antes de rodar este último, Pavel había decidido abandonar la realización de videos, había fijado rumbo al cine; sin embargo, la música de Aldo lo sedujo y “solo un impulso así era capaz de devolverme al ruedo”. Ciertamente Pavel había acertado en tomar la propuesta bajo su tutela: Maracujá se alzaría ese año con el premio a Mejor Video Artista Novel en los Premios Lucas, y el galardón lo catapultaría en ese circuito audiovisual.

Yo siempre aposté por los clips narrativos, porque a fin de cuenta mi interés era el cine, de modo que cuando hacía videoclips ejercitaba la síntesis.

De todos estos rodajes Pavel tomaría más tarde para su obra como cineasta. Hacer videoclips fue para el cineasta lo mismo que “para un pelotero hacer swings en una jaula de bateo. Fue un terreno de entrenamiento, pero también de exploración, de testeo.

“Mi primer videoclip termina con un plano que luego usé en mi primer corto, por ejemplo. Yo siempre aposté por los clips narrativos, porque a fin de cuenta mi interés era el cine, de modo que cuando hacía videoclips ejercitaba la síntesis: en apenas tres minutos debía contar una historia en tres actos. Esto traería problemas porque muchas veces ese poder de síntesis me dominaba. En ocasiones me preguntan por qué La Edad de la peseta es una película tan reposada y siempre digo que estaba harto del ritmo que me imponía el videoclip”.


Fotograma de Maracujá

Así, las huellas del videoclip en la cinematografía de Pavel son visibles. Según ha comentado el cineasta, el montaje y la cámara en mano en Omerta —cinta que obtuviera el Premio Coral en la categoría de Mejor Guión Inédito en el XXVII Festival Internacional de Cine de La Habana— son deudores del clip; en su corto 3 veces 2 la presencia del género es perceptible sobre todo en las secuencias del fotógrafo por las calles. Pero aun así, para Pavel, reducir hoy la contaminación mutua solo a cine y televisión es alejarse de estos tiempos.

“Las fronteras se pierden. Cuando yo hacía videos era fácil notar cuando un cineasta venía de hacer publicidad o videoclips y viceversa, porque eran lenguajes bastante definidos. Hoy día, en que cualquiera puede crear desde su teléfono o se puede convertir en una estrella mediática con su propio canal de Youtube, la promiscuidad visual y sonora es tal que todo influye y deja marcas. Vivimos frente a una pantalla de la que nos alimentamos y, a su vez, alimentamos”.

Para el realizador de El Acompañante —filme multilaureado y reconocido en el mundo por su buen uso del cine como herramienta social—, la democratización del video y de los medios para crear ha existido siempre: “¿Hay algo más doméstico que un trozo de papel y una pluma? ¿No tuvimos nosotros y nuestros antepasados la opción y el derecho de escribir versos, poemas e historias con esa pluma y ese papel?”, se cuestiona Pavel, para quien este concepto democrático en las maneras de hacer videoclip no es la causa de su deterioro.


Fotograma de Arráncame la vida

“El problema actual no es solo en el audiovisual, es cultural y a nivel global. Antes llegabas a la cámara con una idea, ahora se busca la idea con la cámara. Se ha invertido el proceso creativo. Pasa lo mismo en la música. Hoy te ganas el Grammy sin tocar una tecla de piano y todo eso ocurre porque quien se ha banalizado es el mercado, dígase el receptor. Ello provoca que para un realizador de hoy sea más importante tener la computadora llena de plugins de efectos, que el mueble atestado de libros”.

Antes llegabas a la cámara con una idea, ahora se busca la idea con la cámara.

De esta manera, al abrirse el mercado musical en Cuba, sus plataformas promocionales, entre las que se encuentra el videoclip —que de acuerdo con Pavel ha sobrevivido más de lo que se pensaba—, han de ajustarse a ello.

“Hoy el videoclip es más comercial, más mimético (se imitan unos a otros), con menos personalidades autorales definidas (que las hay) y se ha vulgarizado, tanto como la música y la sociedad en general. Hace poco escribí un clip, que a la postre no pude dirigir, inspirado en una película de Goddard de los 60, y cuando lo vi terminado en la TV noté que estaba bien facturado, pero ni remotamente remitía a Goddard. Eso, que para mí es tan importante, quizás no lo sea para el realizador, el músico o la disquera, porque no es un reclamo de la audiencia. La propuesta estética de los videos de los 80 era fiel reflejo de aquella sociedad, la de hoy, también. Eso que ves, es lo que somos”.

La propuesta estética de los videos de los 80 era fiel reflejo de aquella sociedad, la de hoy, también. Eso que ves, es lo que somos.

Pero pese a este mimetismo en el clip cubano actual, a casi 20 años del Proyecto Lucas, al cual Pavel Giroud llegó bien joven, el cineasta reconoce que ha sido una cantera de realizadores, productores, fotógrafos, editores. Reconoce, además, que el proyecto creado por Orlando Cruzata generó una audiencia o un mercado de consumo a la vez que pretendía renovar el panorama audiovisual cubano “con una actitud insolente y renovadora”.

“Estoy seguro de que es el único caso en el mundo donde el videoclip ha potenciado la industria musical de un territorio, cuando la lógica es lo inverso. Al crear ese mercado generó trabajo para muchos profesionales, entre los que me incluyo. Viví muchos años de mis videoclips y orgulloso de ello. Pero Lucas ha transitado por varias etapas y siempre se ha visto entre la espada y la pared. O sea, entre cultivar la apreciación audiovisual de los espectadores y potenciar lo artístico sobre lo comercial, lidiando con lentejuelas y ceremonias llenas de humo y coreografías a la americana, que es lo que ha terminado imponiéndose. Aunque lo que comenzó como una alternativa para expandir la audiencia, ha terminado siendo la esencia del proyecto y lo que más me interesa de él”.