Indignación y congoja

Laidi Fernández de Juan
17/4/2019

La noticia corrió como pólvora: “Dos médicos cubanos secuestrados en Kenya”. Al estupor inicial, siguió la catarata de interrogantes que suele brotar ante tal situación: ¿Cómo se llaman los médicos, de cuál provincia son? ¿Cómo fue? ¿Y los cuerpos de Seguridad que los protegían? ¿Quiénes han sido los perpetradores de este crimen? Las respuestas, lentamente, fueron llegando, por distintas vías. Que uno de los custodios kenyanos murió durante el secuestro, que el experimentado Assel Herrera, especialista de Medicina General Integral, es tunero, y que el joven Landy Rodríguez, villaclareño, es cirujano. Ambos son padres, ambos cuentan con el apoyo de sus familias, y, lógicamente, ambos deben estar ahora mismo bajo los efectos de la angustia que causa la incertidumbre, el miedo, el desconcierto.

 Más allá de toda diplomacia y de cualquier cordura recomendable, es nuestra obligación remover
cielo y tierra para clamar que nos devuelvan YA a nuestros médicos sanos y salvos.
Imagen: Internet

 

La elemental cordura y la diplomacia sugieren no dejarnos dominar por el pánico, confiar en las gestiones que a todos los niveles se están llevando a cabo, incluidas las que realizan los ancianos del condado de Mandera, (localidad limítrofe con Somalia, donde laboraban nuestros colegas), para  apelar a sus congéneres vecinos. Más allá de estas obviedades, es fácil imaginar el espanto que están sufriendo nuestros médicos, y queda claro que hablo a título muy personal, siendo por tanto, la única responsable de estas balbuceantes palabras que intento organizar. Muchas veces he contado de mis años de colaboradora en África, y hoy no pretendo más que ahondar en la naturaleza de esos territorios, y de sus habitantes. Por si algo había olvidado, hace apenas cinco meses tuve la oportunidad de visitar muchas brigadas médicas que prestan servicio en el país más grande del continente africano, Argelia.

Entre mi experiencia personal como médica internacionalista y la actualidad han pasado más de treinta años, lo cual implica que el mundo ha cambiado, y no precisamente para bien. En 1988 los médicos cubanos no necesitábamos custodios. No existía el galopante terrorismo que hoy amenaza a la Humanidad, sea de donde sea, y esté donde esté. Teníamos miedo, claro que sí, no somos máquinas ni estamos encallecidos, ni hemos sido entrenados para otra función que no sea aliviar, ayudar y curar. Pero durante décadas, el temor del personal médico se limitaba a lo mismo que siente cualquier ser humano: miedo a las enfermedades. Dicho así, puede resultar paradójico tratándose de médicxs y de enfermerxs, pero es la verdad. Miedo a la malaria, miedo al SIDA, miedo al cólera, miedo a la tuberculosis, miedo a enfermedades desconocidas para nosotros como la filariasis, la leishmaniasis y otros males tropicales.

Actualmente, se añaden temores por lo que son capaces de hacernos no ya los patógenos mundiales, sino mucho peor: los enemigos humanos, lo cual resulta inaceptable, como esto que acaba de suceder. Es evidente que intentan golpearnos por todos los medios posibles, como lo evidencia el absurdo proceso de revalidación que el actual gobierno fascista de Brasil pretendió someter a nuestros galenos cooperantes. No toleran que Cuba se beneficie económicamente con el ejercicio de nuestra práctica médica en países que nos reclaman, como si estuviéramos ajenos a tales necesidades.

En África somos bien recibidos, nos acogen con particular afecto, y a pesar de las barreras del idioma, se establecen hermosos lazos de hermandad. Nosotros nos adaptamos a sus costumbres, llegamos a disfrutar de sus platos, de sus bailes, de sus risas, siempre respetando la diferencia cultural imposible de asumir.  El hecho presumible (hasta ahora) de que Assel y Landy hayan sido secuestrados por miembros de un grupo terrorista (¿Al Shabbaab?), según algunas fuentes periodísticas, cobra dimensiones dantescas, incomprensibles, altamente injustas. Cuba jamás se ha pronunciado con respecto a ese tipo de organización, si bien se suma a las condenas de todo acto terrorista que se lleve a cabo en cualquier sitio del planeta. No nos vinculamos ni a amigos ni a enemigos de esos grupos, no es posible relacionarnos de ninguna manera con los comportamientos devastadores y genocidas que llevan a cabo, como tampoco tenemos ningún vínculo con las potencias que los atacan. Hablando en plata: ¿Por qué sabotear la misión médica cubana? ¿Por cuál motivo, con qué propósito, qué esperan obtener los secuestradores? No existe ni existirá nunca una respuesta satisfactoria, no tenemos nada que ofrecer que no sea el sacrificio inmensurable que implica llevar ayuda médica donde se necesite. Más allá de toda diplomacia y de cualquier cordura recomendable, es nuestra obligación remover cielo y tierra para clamar que nos devuelvan YA a nuestros médicos sanos y salvos.

15 de abril, 2019.