Bajo el título Regreso al porvenir avanza la Tercera experiencia de la 14 Bienal de La Habana. Varios proyectos expositivos de diverso cariz pueden ser disfrutados por estos días en múltiples espacios tanto en la capital cubana como en el resto del país; decenas de artistas, cubanos e internacionales, pertenecientes a diversas generaciones, se han sumado a este núcleo duro (lo propiamente Bienal) con obras y experiencias que, en su gran mayoría, tributan directamente a la plataforma teórica concebida por el equipo curatorial del Centro Wifredo Lam.

Zona ISA, notable exposición inaugurada el pasado miércoles 30 de marzo en la Facultad de Artes Visuales de la Universidad de las Artes”.

Aún es temprano para efectuar el balance final. Una vez inauguradas las muestras pendientes, podrán emitirse criterios informados, justos y holísticos sobre un evento, tan necesario como perfectible, cuya realización ha debido enfrentar múltiples escollos económicos, políticos, epidemiológicos y curatoriales. La Bienal dejó serenamente en el camino un boicot tan injustificado como absurdo, toda vez que la mayoría de los artistas cubanos se sumaron a la convocatoria o la han apoyado, actitud igualmente asumida por nuestros estudiantes de arte. Por ello quiero detenerme en una propuesta que, en mi opinión, destaca dentro del variopinto panorama visual explayado hasta el momento. Me refiero a Zona ISA, notable exposición inaugurada el pasado miércoles 30 de marzo en la Facultad de Artes Visuales de la Universidad de las Artes.

Zona ISA es un ejercicio curatorial artístico-pedagógico concebido desde lo colectivo para visibilizar el trabajo más reciente desarrollado por estudiantes y profesores vinculados a dicha Facultad. Según palabras del decano Octavio Irving Hernández, publicadas en el mapa-catálogo de la propuesta, pretende ofrecer una visión poliédrica y pluridisciplinaria de los resultados docentes obtenidos durante la pandemia de Coronavirus que aun nos golpea: dos años signados por el aislamiento y las clases virtuales.

Zona ISA es un ejercicio curatorial artístico-pedagógico concebido desde lo colectivo para visibilizar el trabajo más reciente desarrollado por estudiantes y profesores vinculados a [la] Facultad de Artes Visuales de la Universidad de las Artes”.

Ejercicio dúctil y maleable, fue concebido en función de los intereses, perspectivas, logros e insatisfacciones de sus protagonistas, principalmente estudiantes, quienes, al calor de la convocatoria, decidieron transformar el centro de altos estudios en una gran galería. ¿El resultado? Catorce propuestas hábilmente combinadas en una macro-experiencia sensorial, intelectiva y emotiva que entremezcló procedimientos tradicionales y emergentes experimentaciones formales con reflexiones de corte político y social.

Son varios los elementos a destacar en esta significativa propuesta. El éxito de Zona ISA se debió, en primer lugar, a la libertad organizativa implícita en su ejecución. Si bien la Universidad de las Artes se suma al programa oficial (cuando menos, colateral) de las bienales habaneras, siempre ha gozado de una autonomía curatorial, necesaria y angular, que ha conferido actualidad y frescura a sus exposiciones. Someter los intereses creativos de un espacio tan plural como una Facultad de Artes Visuales a una línea curatorial única, por muy polifacética que esta fuera, es, en última instancia, reduccionista, pues coarta las intenciones de aquellos estudiantes que desean mostrar resultados cuyos temas no se avienen al pie forzado. Dicha independencia curatorial, presente en Zona ISA, garantizó una pluralidad formal y una emancipación conceptual que refleja con precisión los caminos discursivos por los que se mueven los estudiantes, qué temas les interesan y cuáles soportes prefieren a la hora de trabajar. Los resultados evidencian, por consiguiente, la estrecha relación, fecunda y responsable, entre la institución académica y sus estudiantes.

“Los resultados [de Zona ISA] evidencian (…) la estrecha relación, fecunda y responsable, entre la institución académica y sus estudiantes”.

Dos propuestas en particular (Refricare, con alumnos de Primer año, y Cima/sima, con estudiantes de Tercero) fueron curadas por los propios alumnos, lo cual implica equilibrios internos asociados con la elección grupal de temas, el consenso de intereses y la selección colectiva de obras en pos de un bien común: las exposiciones y sus operatorias, llegando, en el caso de Cima/sima, a anular la individualidad en función del tributo colectivo a un individuo físicamente ausente. Todo ello implica la consecución de ejercicios críticos potencialmente fructíferos para el desarrollo de los estudiantes, quienes empiezan a concebir proyectos contemplando a la curaduría y la museografía como procesos esenciales en la visibilización de las propuestas artísticas. 

Zona ISA propició el rescate de espacios en desuso. Los integrantes del mencionado Refricare se apropiaron y reactivaron el teatro de la Facultad (antigua sede de la compañía El ciervo encantado), que pusieron en función de un interesante environment colectivo, compuesto por obras individuales, que destaca entre lo mejor de la experiencia. Asimismo, los alumnos por encuentros de la muestra colectiva Diálogo crítico, con curaduría de la destacada profesora Hortensia Peramo, acondicionaron un antiguo laboratorio, devenido cuarto de desahogo, ahora galería de arte.

Refricare. Exposición colectiva de La Refriega.

A dichos espacios se sumaron a otros, bajo techo o al aire libre (aulas, talleres, baños, cúpulas, plazas, descampados), dispersos a lo largo y ancho de la Facultad, en un entramado visual, presto a la exploración, que incluyó un merecido homenaje al profesor y escultor Miguel Mariano Gómez Hernández, la magnífica intervención de Arte Naturaleza concebida por Glenda Salazar bajo el titulo Bosque de nombres, un open studio del reconocido escultor, pintor y dibujante Duvier del Dago, la proyección, en la cafetería, de audiovisuales producidos por la Famca, y un concierto de música electroacústica, entre otras propuestas.      

Por su envergadura y riqueza formal/conceptual destaca la exposición colectiva Sigue al Conejo Blanco, de puesta en escena compleja debido a su notable y necesaria versatilidad. Curada por los profesores Karenia Cintra, Laritza Suárez y Pedro G. Ocejo, incorpora más de treinta estudiantes con propuestas plurales que van del despliegue pictórico más retiniano o hedonista, el empleo de materiales extra-artísticos y la incorporación de espectadores a propuestas interactivas desarrolladas in situ, al coqueteo con lo mágico/sagrado, el cuestionamiento a estructuras intelectivas y políticas anquilosadas, las simulaciones y camuflajes, el erotismo, la eticidad y el reflejo de problemáticas sociales inherentes a la realidad cubana actual. Entre las piezas más notables cuentan las pinturas “Un archipiélago deportado” (2022), de Alejandro García y “Tactic” (2022), de Carlos Zorrilla Montes; las instalaciones “Sin título” (2022), de Antonio Alejandro Orta y “Sálvame, pues tú eres mi creación” (2021), de Liz Maily González y la sorprendente escultura “Cabeza de Poncio Pilatos”, perteneciente a la serie Jabón para pensar (2022), de Miguel Armando Ladrón de Guevara.

“Un archipiélago deportado”, de Alejandro García. Mixta sobre lienzo. 2022.

La muestra gana en relevancia por cuanto manifiesta el primario interés de una futura generación de artistas por aportar contenido crítico-social a sus obras, tras una generación de creadores jóvenes, exitosos en el ámbito comercial, que apuestan por una asepsia iconográfica concebida para un mercado del arte hegemónico centrado en la despersonalización cultural y la ausencia de lo anecdótico-local. Asimismo, deviene espacio ideal para la confrontación crítica, pues varias de las obras se encuentran actualmente en proceso de ejecución.

Especial atención merecen el luminoso proyecto Cima/sima, de notable lirismo, concebido por nueve estudiantes de Tercer año en homenaje a Juan Marcos Forhans, un compañero de clases fallecido recientemente, y la aguda muestra colectiva Diálogo crítico, donde destacan las jocosas pinturas de la serie Nombres con-puestos (2020), de Lázaro Miranda; “De la Internacional al Pop” (2021), de Carlos Mikhailov; los eróticos dibujos de ejecutados por Antonio Alejandro Orta; la dolorosa serie fotográfica Salvavidas (2020), de Marirosa Beltrán y Julio J. Saurí, y el mural cerámico “Obra en proceso” (2020), de Celia M. García; este último, una propuesta inteligente y polémica, muy bien concebida y ejecutada, que entremezcla abstracciones líricas, atauriques, retratos de personalidades políticas y culturales cubanas, representaciones de objetos de uso cotidiano y de acontecimientos inherentes a la Historia nacional en un mosaico (un país) plural, contradictorio, humano, del que cada quien, en diálogo consigo mismo y con otros, habrá de tomar lo que considere útil y virtuoso. “Obra en proceso” nos ofrece la oportunidad de tomar partido, de discernir y seleccionar, de abrazar aquellos íconos con los que más nos identifiquemos en una lucha simbólica donde nos jugamos la Patria y su identidad.

“Obra en proceso” de Celia M. García Horta. Mural de lozas de cerámica. 2020.

¿Zona ISA es una experiencia perfectible? Ciertamente. En ello radica uno de sus principales méritos. ¿Encontramos piezas redundantes, que transitan por caminos o desarrollan líneas temáticas ya abordados dentro del arte en general, y dentro del arte cubano contemporáneo en particular? También. Incluso vemos piezas incompletas, inmaduras, en proceso de conformación. Sus gestores son estudiantes; o sea: aprendices. Se encuentran inmersos en procesos investigativos cimentados en cuestionamientos personales o colectivos, (des)aprendizajes y referentes. Es normal, entonces, que redunden en preguntas/respuestas ya formuladas/emitidas o incompletas. Igual, ello no impide que encontremos piezas frescas, sugerentes, incisivas, mordaces, que, a pesar de la corta edad de los creadores, sorprenden por su despliegue técnico y/o madurez conceptual.

“…si algo distingue a Zona ISA (…) es su incuestionable atmósfera bienalera, si entendemos por ello esa energía cuasi palpable que se genera en espacios dedicados al intercambio, la socialización y la confrontación sobre cuestiones inherentes al arte”.

Ahora, si algo distingue a Zona ISA entre la mayoría de las muestras que he disfrutado durante esta 14 Bienal es su incuestionable atmósfera bienalera, si entendemos por ello esa energía cuasi palpable que se genera en espacios dedicados al intercambio, la socialización y la confrontación sobre cuestiones inherentes al arte, su praxis y socialización; espíritu que, en gran medida, no ha conseguido generar la presente edición del magno evento. Más que un simple opening, la inauguración de Zona ISA fue un estremecimiento emocional, un puñado de lucidez, una conflagración, un abrazo que, pese a todo, ardió y creció alimentado por el talento, la dedicación y la pasión de sus protagonistas.

La muestra estará disponible para ser disfrutada durante todo abril, a la fructífera sombra de las cúpulas-senos donde se forja, hoy, el futuro del arte cubano.

“Tactic”, de Carlos Zorrilla Montes. Óleo sobre tela. 2022.
“John Lennon, Donald Trump, Mark Twain, Benny Hill”. De la Serie Nombres con-puestos de Lázaro Miranda Ramírez. Acrílico lienzo. 2020.
“John Lennon, Donald Trump, Mark Twain, Benny Hill”. De la Serie Nombres con-puestos de Lázaro Miranda Ramírez. Acrílico lienzo. 2020. (2)
Refricare. Exposición colectiva de La Refriega (2)
“De la Internacional al Pop” de Carlos Mikhailov. Video Instalación. Dimensiones variables. 2021.
“Cabeza de Poncio Pilatos”. De la Serie Jabón para pensar de Mikel Armando Ladrón de Guevara. Instalación escultura de jabón (1).
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